VINO Y SALUD: INFORME CON FUNDAMENTOS SOBRE SUS BENEFICIOS
La Sociedad de Cardiología de Mendoza presentó un informe detallado sobre los principales beneficios de esta bebida en la salud. Las conclusiones se presentaron a través de distintos capítulos como evidencia observacional, evidencia de estudios poblacionales (epidemiológicos), evidencia de estudios bioquímicos y una evidencia clínica.
A modo de introducción, se menciona que el consumo del vino tiene una antigüedad de por lo menos 4.000 años. Asimismo, se destaca que desde el siglo pasado se han realizado infinidad de trabajos de método científico para demostrar que el consumo moderado de alcohol, especialmente de vino, no es perjudicial, sino que además es beneficioso para la salud cardiovascular.
En este sentido, la comunidad científica acepta que “dentro de un rango de consumo diario existe una disminución de mortalidad, por encima y por debajo del cual la misma aumenta”. Esto, a diferencia de otras conductas consideradas adicciones, como el tabaquismo, en el cual está demostrado que la mortalidad es siempre en curva ascendente.
Evidencia observacional
Este tipo de estudios es el más antiguo, a tal punto de ser defendido por los padres de la medicina como Hipócrates o Paracelso. Se basa en la “simple observación de la población que consumía moderadamente vino”, de la cual se plasmaron distintas ideas sobre el aspecto saludable de esta bebida.
En este módulo se concluye que “la observación de las poblaciones y sus conductas nutricionales muestran que el consumo de vino moderado es saludable”.
Evidencia de estudios poblacionales (epidemiológicos)
En la década de 1980, la Organización Mundial de la Salud realizó un estudio a nivel mundial con la participación de 26 países con el objetivo de correlacionar el consumo de grasas y la mortalidad cardiovascular. Las conclusiones demostraron que a mayor consumo de grasas hubo mayor mortalidad, “salvo una rara excepción”.
En algunas ciudades de Francia se registró un alto índice de consumo de grasas y baja mortalidad. Este fenómeno se conoció como “paradoja francesa”. En la revista Lancet, Serge Renaud explicó que esta rareza podía estar relacionada con el consumo de vino en la región y la dieta de tipo mediterránea.
Se presentaron un par de estudios más, como el Interheart Study, que demostró como factores de riesgo cardiovascular positivos al ejercicio, el consumo de vegetales y frutas, y el consumo de vino. Otro estudio estadounidense sobre 245.000 casos demostró que el consumo moderado de esta bebida es saludable.
La conclusión de estos estudios indica que el consumo de alcohol tiene un efecto reductor de la mortalidad, principalmente en el factor cardiovascular.
Evidencia de estudios bioquímicos
Estas enfermedades consisten en la obstrucción de las arterias del organismo por el cúmulo de partículas de colesterol oxidado en las paredes de las arterias, hasta cierto grado en el que no llega más sangre al territorio irrigado, lo que provoca la muerte por falta de oxígeno y nutrientes, esto es el infarto de miocardio o el accidente cerebrovascular.
Se consideran factores protectores de las enfermedades cardiovasculares a aquellos productos que impidan que el colesterol se oxide para que no se acumule en la pared arterial, aumente el transporte del colesterol fuera de las arterias hacia el intestino e impida la agregación de las plaquetas y la fibrina formando coágulos.
En este sentido, el vino tiene más de 500 componentes, de los cuales el agua y el alcohol etílico son los principales y más conocidos. Además, esta bebida presenta otros componentes de distintas composiciones químicas con una función antioxidante muy beneficiosa. Estos son los polifenoles, que se encuentran en la piel y en la semilla de la uva.
Además, el alcohol etílico en consumo leve a moderado tiene un efecto antiagregante plaquetario (aspirina natural), por lo que es capaz de aumentar el HDLc (barredor del colesterol de las arterias).
En relación con los vinos argentinos, y particularmente mendocinos, el Fondo Vitivinícola de Mendoza realizó un estudio junto a la Universidad Nacional de Cuyo, la Universidad de Glasgow, la Universidad de Buenos Aires y el INTA. El trabajo demostró que la bebida argentina tiene un gran contenido de polifenoles comparada con los vinos franceses.
Evidencia clínica
En 1904, Cabot R.C. publicó en la revista médica JAMA el primer artículo que demuestra una relación inversa entre el consumo de alcohol y la presencia de ateroesclerosis. En 1999, H. Watanabe publicó un estudio donde se demostró que una dilatación de las arterias con aumento de flujo luego de la ingesta de vino tinto.
En 2005, K. Mukamal puso en evidencia una reducción de riesgo de infarto con el seguimiento de más de 50 mil pacientes que consumían vino.
También se presentaron informes de estudios que demuestran que pacientes diabéticos con un primer infarto se beneficiaron con un consumo liviano de vino.
Conclusiones
“Existe en la actualidad una creciente evidencia de los efectos beneficiosos del consumo leve a moderado de vino sobre la enfermedad cardiovascular y también en otros procesos con procesos oxidativos subyacentes como el cáncer”.
“Que la comunidad científica internacional y nacional sea cauta en las recomendaciones a la población por una necesidad de proteger poblaciones vulnerables no justifica desde ningún punto vista que el vino sea considerado insalubre por naturaleza. Esta idea es desatinada y sin ningún sustento en el método científico”.