Del compromiso a la ejecución: lo que las empresas peruanas ya están haciendo (y lo que falta) en sostenibilidad
Hace poco se publicó el informe “Sostenibilidad: del compromiso a la acción” como resultado de la 1ª Consulta Empresarial de Sostenibilidad 2025, liderada por Pacto Global ONU – Perú, con apoyo del Sistema de las Naciones Unidas (SNU), y con la participación de 236 empresas de 33 sectores y operaciones en 71% del territorio. Este informe ofrece una radiografía inédita del sector privado: alto compromiso, pero brechas materiales en presupuesto, métricas y gobierno corporativo.
Estoy sumamente agradecida por la invitación que recibí para revisar los hallazgos y aportar retroalimentación técnica de este informe. La foto que emerge es clara: la sostenibilidad ya es parte del lenguaje de negocio en el Perú, pero aún hay “puntos ciegos” que están frenando el valor.
En ese sentido, me gustaría compartir mis conclusiones y una hoja de ruta práctica para directorios y C-levels.
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La sostenibilidad está instalada, pero falta músculo de ejecución. El 87% declara contar con una estrategia o plan; sin embargo, solo el 59% asigna presupuesto anual y el 44% mide con KPIs. En apenas 23% la alta gerencia lidera activamente. Resultado: intención sí, gobernanza y accountability todavía insuficientes.
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La gobernanza es el talón de Aquiles. El 61% no tiene comité de sostenibilidad y solo un 22% dispone de un área especializada. Sin estructuras formales, las iniciativas se diluyen entre áreas y no llegan a decisiones de inversión.
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La sostenibilidad genera rentabilidad. El 69% percibe mejora reputacional; 39%, reducción de riesgos; 30%, mayores ingresos/inversiones; y 24%, mayor atracción de talento. En grandes empresas, el impacto en ventas sube a 53%.
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ODS como lenguaje común y con margen de integración estratégica. El 85% conoce los ODS y 91% afirma contribuir con acciones concretas; no obstante, solo 28% los integra formalmente en estrategia y/o reportes (49% en grandes).
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El sector privado está pidiendo reglas más claras. 57% demanda mayor regulación en economía circular; 56% en clima/naturaleza; 48% en anticorrupción; 43% en finanzas sostenibles; y 39% en reporting. No es más carga burocrática; es cancha nivelada para competir.
Importante: las empresas adheridas al Pacto Global muestran desempeños superiores: 100% con estrategia, 82% con presupuesto, 66% con estrategia alineada a estándares, 50% reporta mayores ingresos y 53% mejor atracción de talento; además, 42% integra riesgos ESG en decisiones financieras y 46% accedió a instrumentos de financiamiento sostenible. La brecha es gestión, no narrativa.
Brechas que están costando competitividad
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De la estrategia al CAPEX/OPEX: solo 20% incorpora riesgos ESG (clima, derechos humanos, anticorrupción, biodiversidad) en decisiones financieras y 8% ha usado instrumentos de financiamiento sostenible. Se está dejando dinero barato y resiliencia sobre la mesa.
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Riesgos en cadena de valor: 34% no realiza ningún análisis de riesgos y 30% lo hace sin incluir proveedores. Además, solo 46% mide huella de carbono (84% en grandes). En 2025, no gestionar riesgos de alcance extendido es gestionar a ciegas.
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Gobernanza y talento: 44% señala falta de capacidades especializadas. Sin liderazgo visible del directorio y un “dueño” con presupuesto y KPIs, el avance se ralentiza.
Entonces, ¿qué hacer en 90 días? Les dejo un checklist para CEO, CFO y directorios:
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Asignar un ownership al máximo nivel. Mandato explícito del directorio; comité transversal activo; y un/a Chief Sustainability Officer reportando a C‑suite. Incentivos variables ligados a KPIs materiales (no a actividades).
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Poner la sostenibilidad en la caja. Integrar riesgos y oportunidades ESG al pipeline de inversiones: TIR ajustada por carbono/agua, escenarios climáticos y costo de capital. Levantar opciones de bonos o préstamos sostenibles en paralelo a líneas tradicionales.
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Medir para gestionar. Definir KPIs con cadencia trimestral y reporte comparable (GRI/ISSB/NIIF‑S1/S2 según madurez). Auditar métricas críticas para ganar confianza de inversionistas y banca.
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De proveedores a socios. Programa de evaluación y desarrollo con estándares laborales, DD.HH. y anticorrupción, e incorporación gradual de temas ambientales (clima, agua, biodiversidad) donde sean materiales. Empezar por categorías de gasto críticas.
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Usar los ODS como hoja de ruta de negocio. Alinear 3 a 5 metas ODS a objetivos comerciales (crecimiento, eficiencia, licencias, talento) y reflejarlas en el presupuesto 2025-2026. Pasar del mapa a la asignación de recursos.
Estado + Empresa: la convergencia que falta
El mensaje más potente del estudio no es técnico; es político‑económico: sin marcos claros y continuidad, la sostenibilidad avanza a distintas velocidades. La buena noticia es que la empresa peruana no rehúye a la regulación; la demanda para competir y escalar lo que ya funciona. El siguiente paso es construir esa convergencia: reglas inteligentes, incentivos bien diseñados y datos comparables. Cuando el Estado y la empresa caminan en la misma dirección, el resultado es resiliencia, inversión y empleo de calidad.
Cierro con una invitación: pasemos de proyectos a gestión estratégica. No se trata de hacer más, sino de hacer lo que importa y medirlo bien. El informe de la 1ª Consulta Empresarial de Sostenibilidad 2025 deja claro que el sector privado peruano ya dio el primer paso. Ahora toca cerrar la brecha entre compromiso y acción juntos, y con objetivos compartidos.

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