Violencia, desinformación y ética empresarial: un llamado urgente para los líderes
Las recientes acciones violentas en la política estadounidense han conmocionado a la opinión pública mundial y reabierto un debate crucial: ¿qué ocurre cuando la polarización y los discursos extremistas encuentran terreno fértil en la desinformación? Más allá del ámbito político, estos hechos son un recordatorio de que la violencia y el extremismo no son problemas ajenos a ninguna parte de la sociedad, impactando incluso en las empresas. En un contexto global de incertidumbre, la ética se convierte en un pilar esencial de sostenibilidad.
La desinformación como riesgo global
El Global Risks Report 2025 del Foro Económico Mundial identificó la desinformación y la mala información como el riesgo más severo a corto plazo para la estabilidad mundial. La proliferación de falsedades, narrativas extremistas y ataques digitales erosiona la confianza en las instituciones y normaliza la violencia.
Para las empresas, este escenario tiene efectos directos: deteriora la reputación, amenaza la seguridad de empleados y operaciones, y puede afectar la continuidad de negocio.
Lo que Obama nos recuerda: el poder del discurso
En su reciente intervención en Jefferson Educational Society of Erie’s 17th Global Summit, Barack Obama fue claro: “those extreme views were not in my White House. I wasn’t embracing them. I wasn’t empowering them”. Su mensaje trasciende la política: el liderazgo se mide también por lo que no se tolera.
Esa reflexión debería resonar en los directorios y gerencias generales. La cultura organizacional no solo se define por los valores que se promueven explícitamente, sino también por lo que se permite en silencio. Si los líderes normalizan la intolerancia o la desinformación, de facto están empoderando esos riesgos.
Riesgos y aprendizajes para las empresas
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Reputacional: la asociación, incluso indirecta, con discursos extremistas destruye la confianza ganada durante años.
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Operativo: la polarización social puede escalar en incidentes que afecten instalaciones y seguridad laboral.
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De gobernanza: sin códigos éticos sólidos, la empresa se expone a que la intolerancia y la desinformación se normalicen.
Hacia una gobernanza ética y sostenible
Para blindar a las organizaciones frente a estos riesgos, los líderes empresariales deben:
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Fortalecer los códigos de ética con cláusulas claras contra discursos de odio, extremismo y violencia.
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Implementar protocolos de gestión de desinformación, con monitoreo digital, verificación de fuentes y planes de respuesta transparente.
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Formar a líderes y colaboradores en civismo digital, respeto al disenso y cultura de diálogo.
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Supervisar desde los comités de riesgos y sostenibilidad, con métricas de reputación y seguimiento a incidentes.
Las recientes expresiones de violencia política en EE.UU. son una advertencia global: cuando los extremismos encuentran apoyo institucional, el costo para la sociedad y las organizaciones es enorme.
Tal como recordó Obama, el liderazgo responsable no abraza ni empodera visiones extremistas. Para las empresas, esto significa asumir la responsabilidad de colocar siempre su peso institucional detrás de la ética, la transparencia y la sostenibilidad. Solo así podrán fortalecer la confianza y contribuir a una sociedad más justa, resiliente y en paz.

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