Del discurso a la acción: sostenibilidad empresarial ante la coyuntura peruana
La tarde del 28 de julio de 2025, muchos peruanos presenciaron con mezcla de asombro y cansancio el extenso Mensaje a la Nación de la actual presidente, Dina Boluarte.
Juan, un pequeño empresario limeño, apagó la televisión tras tres horas de discurso en las que escuchó más recuentos y promesas que soluciones nuevas. Sin duda, no fue el único: en el hemiciclo, apenas 33 de los 130 congresistas permanecían en sus escaños cuando el discurso superaba las tres horas. Para entonces la desaprobación ciudadana hacia Boluarte rondaba el 97%, reflejo de la enorme brecha de confianza entre la población y el Estado. En medio de esta turbulencia política, económica y social, surge una pregunta clave: ¿cómo pueden las empresas peruanas convertir la crisis actual en una oportunidad para fortalecer su gestión sostenible y su impacto en el país?
Una coyuntura desafiante
Como ciudadana y como profesional comprometida con el desarrollo sostenible, no pude evitar sentir frustración. Escuché con atención las más de cuatro horas de discurso presidencial, con la esperanza de encontrar señales de autocrítica, de reconciliación, de una visión transformadora. Pero, en lugar de eso, encontré un relato cargado de cifras y balances, que pasó por alto temas sensibles como la inseguridad, la informalidad o las heridas abiertas por la represión reciente.
Analistas de distintas corrientes coincidieron: el mensaje resultó desconectado del momento histórico que atravesamos. Faltó empatía con las víctimas, claridad en las prioridades y, sobre todo, acciones concretas. Incluso hubo quienes lo definieron como una oportunidad perdida de tender puentes con una ciudadanía profundamente agraviada.
En un país donde la confianza institucional está por los suelos y el sistema político parece estancado, las empresas tenemos que leer entre líneas: si esperamos que todo venga del Estado, seguiremos en pausa. Esta coyuntura, por más adversa que parezca, es también una invitación a actuar desde el sector privado con más propósito, más coherencia y más impacto.
Sostenibilidad: del desafío a la oportunidad
Paradójicamente, esta coyuntura tan compleja abre los ojos sobre la importancia vital de la sostenibilidad y los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) en las empresas. Cuando las instituciones públicas flaquean, el sector privado puede y debe dar un paso al frente. Un reciente estudio reveló que ninguna institución en el Perú es vista como confiable, pero las empresas al menos son percibidas con neutralidad (mejor posicionadas que gobierno, ONG o medios). Sin embargo, el 80% de los peruanos siente un alto nivel de agravio hacia “el sistema” – es decir, hay frustración con la política y también expectativas no satisfechas con las empresas. La buena noticia es que, según el Edelman Trust Barometer, “las empresas tienen la legitimidad para actuar” y liderar soluciones, siempre y cuando asuman un rol activo en atender problemas sociales y trabajen de la mano con otros actores. En palabras simples: los empresarios pueden ser parte central de la reconstrucción de la confianza nacional.
¿Cómo traducir esta coyuntura en oportunidades de sostenibilidad? He aquí algunas vías prácticas:
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Fortalecer la gobernanza corporativa: En un entorno de desconfianza general, las empresas deben predicar con el ejemplo. Implementar políticas de integridad, transparencia y cero tolerancia a la corrupción fortalece la institución empresarial desde dentro y genera confianza en los stakeholders. Una empresa con buena gobernanza es un pilar de estabilidad institucional.
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Cerrar brechas sociales desde la empresa: La falta de presencia efectiva del Estado en muchas comunidades abre espacio para que las compañías aporten al desarrollo local. Programas de inversión social en educación, salud, infraestructura básica o capacitación laboral generan valor compartido: mejoran la calidad de vida en el territorio y, a la vez, forjan relaciones de confianza con la población. La sostenibilidad empresarial consiste justamente en integrar el progreso de la comunidad a la estrategia de negocio.
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Compromiso ambiental y visión de futuro: La agenda política puede no dar prioridad al medio ambiente, pero las empresas no pueden darse ese lujo. Iniciativas para reducir la huella de carbono, gestionar eficientemente el agua y residuos, o incluso colaborar con proyectos de recuperación ecológica (¿por qué no unir fuerzas para rescatar el río Rímac u otros ecosistemas afectados?) demuestran responsabilidad con el país a largo plazo. Esto no solo atrae inversión y abre mercados “verdes”, sino que acerca a las empresas con una ciudadanía cada vez más consciente ambientalmente.
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Alianzas y trabajo conjunto: Ningún actor puede resolver problemas estructurales por sí solo, ni el Estado, ni las empresas, ni la sociedad civil aisladas. Colaborar con gobiernos locales, ONG y comunidades multiplica el impacto de las buenas iniciativas. Buscar espacios de diálogo público-privado para atender, por ejemplo, la inseguridad o la informalidad, puede rendir frutos tangibles. La propia Edelman enfatiza que se requiere un frente común para abordar las causas de la desigualdad y reconstruir la confianza, invirtiendo en las comunidades locales y entregando resultados equitativos para todos.
Un llamado con espíritu patrio y emprendedor
Lejos de paralizarse por la incertidumbre, los empresarios peruanos tienen hoy la oportunidad de honrar el espíritu patrio de Fiestas Patrias con acciones concretas en favor de un Perú sostenible. Cada proyecto ESG cuenta: desde la pequeña empresa familiar que trata con justicia a sus trabajadores y proveedores, hasta el conglomerado que apuesta por energías limpias y programas sociales ambiciosos. En un Perú que clama por instituciones sólidas y menor desigualdad, la sostenibilidad corporativa ya no es solo una tendencia global, es la ruta para reconstruir la confianza y forjar un futuro próspero y estable. El desafío está servido y la historia nos observa. Transformemos esta coyuntura en la chispa que encienda cambios positivos duraderos. ¡Manos a la obra, empresarios, por el Perú y su gente!

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