Entre la vacancia y la disolución
Escribe Bruno André Herrera Criollo, alumno de Economía de la Universidad del Pacífico
No todos los días la República del Perú cumple años y no todos los años cumple 200. Más excepcional todavía resulta celebrar su bicentenario en medio de una de las peores crisis humanitarias de su historia. Con todo, pocas cosas podrían haber ensombrecido nuestro aliquebrado aniversario más que la designación del investigado por “apología al terrorismo” y novel congresista Guido Bellido Ugarte como presidente del Consejo de Ministros. En una vistosa ceremonia opacada por la decisión del presidente Castillo, se dio inicio a una dinámica de confrontación que, si bien nada novedosa, resulta sumamente agravante de las circunstancias actuales que la población padece. ¿Hacia dónde apunta Castillo con tan errático decidir? Son varios los escenarios que se vislumbran, todos de un pronóstico reservado.
¿Un gabinete kamikaze?
Luego de que se propagara el rumor de que el ex congresista Roger Nájar sería elegido para ocupar el puesto de primer ministro, políticos de diversas agrupaciones adelantaron su rechazo a su eventual designación. Ya sea por su cercanía con Vladimir Cerrón, el líder de Perú Libre, su entereza moral o su prontuario judicial, el nombramiento de Nájar se advertía como un suicidio político para el nuevo Gobierno. Sin embargo, la mañana del 27 de julio, cuando muchos esperaban que Castillo sorprendiera al descartar a Nájar y desestimar así las imposiciones de Cerrón, sorprendió a todos, pero al nombrar como premier a Guido Bellido, con igual o mayores cuestionamientos que el voceado previamente.
Tan solo se necesita evocar el apologético homenaje que le dedicó a la senderista Edith Lagos para tener graves sospechas de que su nombramiento, por encima de las apremiantes necesidades del país, busca la denegación de la confianza. ¿Cómo responderá la oposición parlamentaria? A continuación, un ejercicio de análisis de escenarios:
1er escenario: Aprobación y moderación
Si por alguna razón las voces radicales del gabinete se moderasen, sus inminentes carencias en materia de gestión y fracasos ministeriales los pondrían nuevamente en el patíbulo, en otras palabras, la confrontación con el parlamento. Sí, es posible que una mayoría congresal decida darle el voto de confianza al gabinete Bellido, pero lo haría con la finalidad de no darle una bala de plata a Castillo más que por alguna expectativa de moderación en mente. Por todo ello, este escenario es el menos probable de todos.
2do escenario: Denegación, denegación y disolución
La posibilidad de que Pedro Castillo gobierne por decreto, sin contrapesos democráticos, se concretaría solo si el actual Congreso de la República, después de denegar la confianza al actual gabinete, se vea forzado a volver a negar la confianza ante una propuesta igual o peor. Por supuesto, ni los congresistas son tan ingenuos como para sellar su propia disolución, ni Vladimir Cerrón los subestima lo suficiente como para sugerir ese curso de acción. Por este motivo, este escenario es otro de los menos probables; aun así, la expresa voluntad disolucionista del partido del lápiz le reserva una posición a tomar en cuenta.
3er escenario: Aprobación, censura y cuestión de confianza
Al interior de los partidos de oposición se discute, como la mejor estrategia, la “aprobación censurada” del gabinete Bellido. Puesto que una denegación de la confianza los expondría muy tempranamente a una posible disolución, no caerían en el juego y aprobarían al equipo ministerial, pero irían censurando, uno por uno, a los ministros más problemáticos. De esta manera, con una “denegación light”, tendrían a su disposición dos vetos y detendrían a Castillo en su intento de torcerle la muñeca al Poder Legislativo. Aunque esta jugada parezca muy razonable, conserva un espíritu ciertamente optimista, ya que presupone que, ante la interpelación de sus ministros, la otra parte no aprovechará a plantear una cuestión de confianza y devolver la situación a foja cero. La oposición debe reconocer muy rápidamente si este es un gabinete suicida y si el propósito irrenunciable de Guido Bellido es obtener la denegación de la confianza.
4to escenario: Denegación, presentación y vacancia
En caso la intención subyacente para la presentación de gabinetes inviables sea precisamente el cierre del Congreso, este debería negarle la confianza a Bellido por criterios estrictamente objetivos y exigirle al presidente coherencia para la conformación de un nuevo equipo verdaderamente capacitado para afrontar las crisis que afligen al país. Si Castillo insiste en el nombramiento de cuadros semejantes, la oposición podría reclamar, legítimamente, que la selección de ministros no se fundamenta en las impostergables urgencias del país, sino en una estratagema autoritaria y antidemocrática.
Debido a que en ese punto la posición de Castillo sería indefendible, una moción de vacancia generaría el respaldo suficiente como para producir dos efectos. El primero sería que Castillo dé un paso atrás y modifique su propuesta ministerial de manera que pueda permanecer en el poder. El segundo efecto de la moción, en caso de que el primero no surtiera un efecto determinante, sería la materialización de la vacancia presidencial antes de la votación de la confianza a un segundo gabinete. El inmediato rechazo que generó la designación de Bellido en el Partido Morado augura un voto consistente de cumplirse el supuesto de este escenario. Asimismo, la oposición que se arrogaba la defensa de la democracia durante la segunda vuelta y que hoy cuenta con un prominente número de curules no encontraría dificultades en alcanzar los ansiados 87 votos.
Ahora bien, esta estrategia tiene sus limitaciones. Lamentablemente, la vacancia presidencial ha sido una figura tan manida por el anterior parlamento que ha perdido parte (si no toda) de su significancia y seriedad. Un nuevo ciclo de mociones indiscriminadas podría anular la contundencia de la medida cuando sea verdaderamente necesaria, como en el caso que este escenario propone. Además, la denegación de la confianza es un movimiento riesgoso que podría no sentar bien entre muchos congresistas. Por otra parte, el éxito en la consecución de los votos para la vacancia y la aquiescencia de la población depende completamente de la legitimidad que coseche el Congreso antes del momento decisivo. Acciones como el desplante al expresidente Francisco Sagasti no hacen más que minar el capital político que este parlamento tanto necesita.
5to escenario: Denegación, presentación y negociación
Es posible también que Castillo (o Cerrón) haya buscado la denegación de la confianza a Bellido, pero no para tentar la disolución del Congreso, sino para tener una posición ventajosa en la negociación de su proyecto de Asamblea Constituyente. Así pues, respondiendo a la pregunta inicial, el flamante gabinete sería tan solo una fuerza de choque, útil para sentar a la mesa, contra su auténtica voluntad, a aquella oposición que ha manifestado su más profunda desconfianza a esta convocatoria. En esta línea, un segundo gabinete, con un mejor prospecto, condicionaría su ingreso con el debate sobre la reforma constitucional en el hemiciclo: un gambito político.
Por su condición vulnerable, la oposición tendría que demostrar sus mejores dotes para la negociación o estar a merced de nuevas cuestiones de confianza. Aun así, el Congreso no estaría dispuesto a ceder unilateralmente y exigiría de la otra parte algunas concesiones. Debido a las irreconciliables diferencias ideológicas en el ámbito de la economía que caracterizan la relación de las partes, el consenso más orgánico que podrían alcanzar se daría en el terreno de la educación y el tratamiento de las poblaciones vulnerables. Sobre este último punto, basta tan solo un repaso de los comentarios del premier Bellido sobre la comunidad LGTB+ para entrever la posibilidad de una coalición conservadora, unida por el vínculo antiprogresista. La inclusión de Anahí Durand en el presunto gabinete de choque estaría en línea con este razonamiento: no iría en el segundo gabinete, mucho más conservador. Dicha estrategia de negociación ni siquiera necesitaría el descarte del gabinete Bellido y podría ocurrir en paralelo con sus funciones.
La economía en vilo
Mientras se desenvuelve este ajedrez político la reactivación económica se encuentra paralizada. Apenas nombrado Bellido, el dólar rompió la barrera de los 4 soles en un aumento que registró su mayor subida con respecto al sol en lo que va del siglo. Al cierre de esta columna, el precio del dólar continuaba por encima de este monto, pese a haber anotado una ligera disminución ocasionada, en parte, por la juramentación de Pedro Francke, una figura relativamente moderada, como responsable del Ministerio de Economía y Finanzas. Asimismo, el trabajo de estabilización cambiaria del Banco Central de la Reserva ha sido loable y ha impedido que la crisis de gobernabilidad produzca una variación más abrupta del tipo de cambio. No obstante, ya que las Reservas Internacionales Netas (RIN) son limitadas, los instrumentos de mitigación de la volatilidad cambiaria también. Desgraciadamente, tan solo el primer escenario no complicaría más la faena de la institución monetaria.
Esta realidad ya ha sido contemplada por muchos actores privados, quienes incluso antes de la designación del primer ministro habían retirado más de US $13,000 millones del circuito bancario nacional por temores al gobierno de Castillo. Un frenesí de apertura de cuentas bancarias en el extranjero podría ser observable mientras no se resuelva el nudo ministerial o se concreten los escenarios más extremos. Por el mismo motivo, un éxodo de inversiones también es una posibilidad, razón por la que muchas firmas se hallan a la espera del desenlace de esta incertidumbre para tomar una decisión sobre el destino de sus activos. La consecuencia agregada de todos estos movimientos podría traducirse en una crisis cambiaria que afecte considerablemente el poder adquisitivo de muchas familias, en especial, las más vulnerables. Todo esto, tomando en cuenta tan solo las variables macroeconómicas más inmediatas.
Estos escenarios prospectivos son tan solo un vistazo al horizonte de sucesos al que Castillo nos podría acostumbrar durante su gobierno, el cual es, por el momento, desgobierno. Llaman la atención la astucia de estas nuevas maniobras políticas, las cuales son una consecuencia lógica de la interminable confrontación Ejecutivo-Legislativo que vivimos desde hace años. Es imprescindible que nuestra clase política, en especial aquella que rodea al presidente en funciones, comprenda que anteponer objetivos políticos de segundo orden a la emergencia nacional es una afrenta a todos los peruanos, en especial a quienes se hallan combatiendo la pandemia en primera línea y la memoria de aquellos que perecieron por su causa.