Pánico en las compras del mundo
Gabriela Milagros Bendezu, estudiante de Economía de la Universidad del Pacífico
El día miércoles 11 de marzo de 2020, el presidente Martín Vizcarra dio un mensaje a la nación en donde anunciaba la postergación del inicio de clases, así como las medidas que están siendo tomadas para prevenir la propagación del virus COVID-19. Horas más tarde, diversas universidades anunciaron también la postergación del inicio de sus clases. Los eventos masivos fueron cancelados y lugares públicos como gimnasios o piscinas cerraron sus puertas hasta el 30 de marzo. Al final de ese día, se revelaron fotos de supermercados con estantes vacíos y repletos de gente con los carritos llenos de víveres, utensilios de higiene y otros elementos de primera necesidad. El pánico se apoderó de la población, pues los rumores de que el presidente declararía el país en estado de emergencia alarmaron a los peruanos.
Durante un estado de emergencia, se prohíbe el libre tránsito y, a pesar de que las personas sí pueden realizar compras de artículos de primera necesidad como alimentos y utensilios de higiene, decidieron llenar sus alacenas por miedo a que haya escasez. No obstante, esta actitud es la que crea el problema de escasez y no viceversa, ya que es cuando la población comienza a comprar en exceso que los precios empiezan a subir y los productos a agotarse porque crece la demanda y la cantidad de productos en el mercado no varía en unos cuantos días. De este modo, las compras masivas generadas por el pánico no son racionales sino todo lo contrario.
De la misma manera, los inversionistas alrededor del mundo actuaron ante los últimos acontecimientos en el mercado financiero desatados a raíz de la considerable caída de los precios del petróleo y la incertidumbre en el futuro de diversos sectores empresariales.
Desde que este virus empezó a propagarse de forma indiscriminada en China, la producción en este país se redujo de forma considerable y escenarios similares ocurren en todos los países infectados. Los vuelos internacionales están siendo realizados con menos frecuencia y muchos países han cerrado fronteras. Negocios como peluquerías y restaurantes han cerrado e instituciones educativas han detenido sus labores. La producción, tanto de las empresas que fabrican bienes como de las que ofrecen servicios, ha caído desde que el coronavirus se comenzó a expandir a causa de las medidas preventivas tomadas por los gobiernos y de la gran cantidad de trabajadores infectados que fueron puestos en cuarentena. A esta reducción de oferta de productos se suma una creciente demanda por productos desinfectantes, mascarillas y alimentos no perecibles que en Perú ya están siendo racionalizados por los supermercados como reacción a lo sucedido.
Ante la reducción de vuelos y producción a nivel mundial, la OPEC se reunió y acordó reducir la producción de petróleo en el mundo. No obstante, Rusia se negó a acatar lo acordado y decidió no reducir su producción. Ante ello, Arabia Saudita que no estaba dispuesta a perder clientes, decidió no reducir su producción e imponer precios menores por barril. Así empezó una guerra por cuota de mercado entre estos dos países que toma lugar en plena pandemia. Los nuevos precios bajos del petróleo generaron problemas financieros en las empresas petroleras más pequeñas que terminaron declarándose en bancarrota. Los precios de las acciones de las empresas petroleras también cayeron debido a la incertidumbre de los inversionistas sobre el precio del petróleo y el futuro de las empresas. Los que eran dueños de acciones en estas empresas las vendieron y comenzaron a migrar hacia activos más seguros.
Los activos más seguros son los bonos del tesoro de Estados Unidos. La demanda de estos bonos creció y sus precios aumentaron. Los bonos son títulos de deuda en los que el emisor, quien ofrece este título, se compromete a repagar el valor del bono en cuotas semestrales o anuales al tenedor del bono. Dichas cuotas incluyen el pago del valor del bono más un adicional que sería como los intereses en el caso de un préstamo. Por el lado del sector bancario, la incertidumbre sobre si las empresas pagarán sus prestamos crece y, con estas nuevas cifras de los bonos del Tesoro, la tasa de interés de la Reserva Federal ha caído, lo que significa que los bancos podrán cobrar menos por los préstamos que realicen ya que esta tasa de interés impuesta por Estados Unidos es la base para el resto de tasas de interés en el mundo. Como resultado a estas tensiones, los inversionistas también se retiran del sector bancario.
Los diferentes índices bursátiles mostraron fuertes caídas durante la última semana, como consecuencia de esta incertidumbre y desconfianza en el performance del sector empresarial durante estos tiempos de crisis. Un índice bursátil es un valor numérico que refleja el comportamiento de un grupo de acciones que tienen características comunes como pertenecer a la misma industria o bolsa de valores. Los bajos valores eran muy parecidos a los que hubo durante la crisis financiera del 2008 por lo que el lunes pasado por la mañana, el comercio de acciones se detuvo por 15 minutos bajo un mecanismo llamado “cortacircuito” el cual es utilizado para que los compradores y vendedores reflexionen sobre lo que están haciendo y se informen mejor antes de actuar por el pánico.
Actualmente, el mundo se encuentra en una crisis sanitaria y el pánico se apodera de todos, ya sea por miedo o incertidumbre. Así como sucedió en los hogares peruanos, sucedió en Wall Street y en diversos gobiernos. Sin embargo, es importante detenerse un momento a pensar con un poco de calma sobre nuestras acciones, así como lo hicieron en Wall Street el lunes pasado. ¿Es necesario comprar más de 30 rollos de papel higiénico para 15 días? ¿Es buena idea comprar todas las toallas desinfectantes que entren en el carrito del supermercado? ¿Y los 20 kilos de arroz?