¿SABES CUÁL ES EL MOMENTO CERO DE LA CORRUPCIÓN?
Hay una vieja frase que dice: “El primer acto de corrupción de un funcionario es aceptar un cargo para el que no está preparado.”
Esta frase no sólo es vieja, es sabia. Describe en pocas palabras, pero de manera brillante, el nacimiento de la corrupción pública.
En este Shot te invito a reflexionar sobre cómo nace la corrupción, centrándome -esta vez- en corrupción pública, que muy probablemente sea la que más nos perjudica, empobrece y atrofia como seres humanos y como sociedad.
¡El Shot regresa con fuerza y no puedes perdértelo!
Muchas personas creen que la corrupción se origina cuando un funcionario público acepta o propone la entrega de un soborno. Algo así como si al recibir la coima se “convirtiera” en corrupto o “naciera” un corrupto.
En mi opinión, no es así. El origen de la corrupción está antes. Incluso antes de asumir el cargo de funcionario.
Está en ese preciso momento en que un/a ciudadano/a no se cuestiona si realmente cuenta con la integridad suficiente para asumir un cargo o una función pública. Cuando simplemente propone o acepta su designación en atención a intereses particulares o porque le reporta el poder que estaba buscando para escalar financiera o socialmente.
Pero -OJO- no perdamos de vista que el origen de la corrupción también se facilita exponencialmente en ese instante en que marcamos un casillero en la cartilla de sufragio, sin habernos cuestionado previamente si es alguien que merece ostentar poder, si cuenta con acreditaciones suficientes y -sobre todo- con los estándares de integridad necesarios para gestionar nuestra ciudad o nuestro país.
Si se dan cuenta, el contexto ideal para el origen de la corrupción se da con la inexistencia de responsabilidad, tanto por parte de los próximos funcionarios corruptos, como por parte de quienes los elegimos.
Las condiciones idóneas para que emerja la corrupción desde sus profundidades más escabrosas se dan en medio de falta de cuestionamientos, ausencia de análisis desde un enfoque de riesgos e integridad, presión de las necesidades cortoplacistas e información confusa o distorsionada. Podríamos resumirlo en: condiciones de negligencia e ignorancia.
Sin duda, resulta un enorme desafío hacerle frente a las condiciones en las que nace la corrupción, pero no es imposible.
Se trata de tomar consciencia, de aprender de lo sufrido y -sobre todo- de tenerlo presente al tomar decisiones que impacten al país.
Considero que la parte por la que debemos empezar recae en la ciudadanía. Concretamente, en ese análisis que todos/as los/as ciudadanos/as debemos hacer de aquellas personas que pretenden representarnos o gobernarnos.
¡Así es! En todos/as nosotros/as recae un deber de diligencia imprescindible, consistente en conocer a fondo a quiénes le daremos el poder para gestionar nuestro país -y, por tanto, nuestras vidas y la de nuestras familias-.
Ese deber de debida diligencia no se agota en estar atentos a los programas políticos de los domingos o a las noticias mañaneras. Se trata de ir más allá. De evaluar cada detalle de la trayectoria del potencial gobernante, enfatizando -por supuesto- en sus antecedentes.
Desgraciadamente, dada nuestra historia y coyuntura, no estamos en un nivel en el que podamos comparar méritos. Estamos en un nivel en el que basta con indagar que quien pretende ser representante o gobernante no presenta antecedentes criminales.
Entonces, si tomamos consciencia de la necesidad de la debida diligencia, empezaremos a tomar decisiones informadas y de manera responsable.
Así como aplicamos diferentes regímenes de debida diligencia cuando contratamos con algún proveedor o cliente, seamos conscientes que a la hora de elegir a nuestros representantes debemos aplicar una debida diligencia robusta. ¡De hecho, lo más robusta posible! Que cuente con filtros suficientes para tomar decisiones informadas y responsables.
Dicho esto, si bien queda la parte más dura de roer del origen de la corrupción -es decir, que quienes pretenden acceder al poder sean conscientes de si están preparados o no para ejercer sus roles de manera íntegra-, ya habremos avanzado bastante.
En otras palabras, si tomamos el liderazgo de nuestras propias decisiones, acortaremos el margen de posibilidad para que algún/a improvisado/a -incapaz de hacer la istrospección de su aparente talento e integridad- llegue al poder.
Ser conscientes y reconocer que recae en nosotros/as mismos/as la responsabilidad de nuestras decisiones será el primer paso para empezar a reconstruir nuestro país.
Si este Shot te dejó en modo reflexión, habrá cumplido su cometido.
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