Riesgo Geopolítico Global: Reflexiones a Febrero 2022
En marzo del 2016 publiqué tres posts sobre Riesgo Geopolítico, el primero era sobre el Peligroso Factor Étnico Racial, otro sobre el Peligroso Factor Religioso y el tercero contenía algunas Reflexiones sobre sus Impactos.
Esta vez, vista la actualidad, reproduciré lo escrito en el primero de ellos y en el tercero, para ayudar a reflexionar sobre lo que sucede, porque además es aún peor que lo que sucedió en los Balcanes en los 90.
En el primero, escribí lo siguiente, como ejemplos de ese peligroso factor:
. La implosión de Yugoslavia que empezó con la exacerbación cínica por el corrupto político serbio Milosevic, de tensiones históricas entre los serbios y los croatas y bosnios, siendo todos ellos en realidad de la misma etnia, con el mismo idioma y muy entremezclados, sólo que habían evolucionado culturalmente de manera diferente al contacto en los dos últimos casos con el catolicismo austriaco, y con el Islam del Imperio Otomano, respectivamente.Lo dramático en este caso es que los matrimonios mixtos en entre esas supuestas etnias diferentes eran muy frecuentes, por lo que el daño psicològico causado en la exYugoslavia, fue especialmente devastador. Lo mismo hizo Milosevic respecto de los albaneses de Kosovo, en un famoso discurso donde habló de ellos como los “opresores” de los serbios, jugando con las antiguas emociones de cuando el otrora poderoso reino Serbio había sido vencido en el siglo XV por los Turcos Otomanos, siendo vistos los albaneses como los herederos de ese antiguo enemigo, al ser también musulmanes; una técnica de auto-victimización cercana a la que Hitler usaba respecto de los judíos
. El último conflicto armado en Ucrania, con los rusófonos del Este. Este enfrentamiento también azuzado por un depuesto político ucraniano extremadamente corrupto y sus aliados en Rusia tiene un carácter especialmente dramático para quien conozca la historia de Ukrania y de Rusia. Ambos forman parte de una misma rama eslava, con muchas similitudes entre sus idiomas respectivos; y lo que se sabe aún menos es que el primer estado Ruso nació en Kíev, el famoso Principado, ahora capital e Ucrania. Y acá también los matrimonios mixtos son legión; varios líderes soviéticos tenían ambos orígenes familiares. Pero el veneno entre los Rusos y los Ukranianos ya lo había introducido el cìnico Stalin, con lo que muchos consideran un genocidio anti-ucraniano mediante hambruna provocada porque se resistían a la colectivización de las tierras.
En el post con las Reflexiones, mencionaba lo siguiente:
Recuérdese cómo durante mucho tiempo se pensó que las guerras ya no eran posibles en Europa, y en los 90 tuvimos la implosión de la ex Yugoslavia así como luego diferentes conflictos ligados a la implosión de la URSS y de sus fronteras internas a menudo extrañas heredadas de las prácticas perversas de Stalin o de medidas “políticas” difíciles de entender desde el punto de vista demográfico (como el traspaso de Crimea de Rusia a Ucrania en los años 50) y a la voluntad posterior de Rusia de retomar el control de parte de los países de su ex imperio o de regiones conquistadas en la época de los Zares que se rebelaron.
Lo terrible del riesgo geopolítico es cómo puede gestarse a partir de hechos que pueden parecer poco significativos en su momento, o que se ha querido ver como tales, con una enorme dosis de “wishful thinking”; y a veces estos hechos pueden ser resultados de elecciones democráticas muy ajustadas, con consecuencias mucho más graves de lo esperado (Nota: en ese momento me refería a la de George W Bush, a la que le debíamos el resurgimiento de Al Qaeda y la aparición de Daesh (o ISIS, o EI) por la estúpida invasión de Irak; a esa presidencia fatal le debemos otros desastres geopolíticos de no tan largo plazo, dicho sea de paso).
Otro aspecto terrible es como muchas veces los riesgos se van acumulando a partir de una combinación única de errores estúpidos, de auto-ceguera de los líderes en el poder y opositores que incluyen la subestimación de los riesgos de los actos propios, y de intereses y susceptibilidades individuales. Para ello recomiendo la lectura de “The Sleepwalkers” (o los “Sonámbulos”) de Christopher Clark, publicado en el 2012, y donde el autor cuenta como se fue llegando a la Primera Guerra Mundial. Y no se debe olvidar que de esta salieron acuerdos y prácticas cuyas consecuencias se pagaron muy caro después o todavía se siguen pagando, como el “sobrecastigo” a las vencidas Alemania, Austria-Hungría y Turquia, con sus diferentes consecuencias ( el surgimiento de los Nazis, el sangriento fiasco del experimento yugoslavo, y los obstáculos a una verdadera paz turco-armenia) el intervencionismo occidental en los países árabes y otros países musulmanes, y la negación de un territorio a los Kurdos.
Algunos analistas, al comentar esta última obra, se han preguntado si bajo ciertas circunstancias, como la elección de un presidente norteamericano especialmente intolerante y belicista, coincidente con alguna crisis interna en China, no podría producirse un escenario parecido en el Extremo Oriente, involucrando a los EE.UU. y China, y de consecuencias incalculables. Así como lo podían hacer las nuevas ambiciones del actual liderazgo ruso en Europa. Es decir nuevos “Sonámbulos” marchando con entusiasmo hacia nuevos desenlaces trágicos.
Pienso que lo que escribía entonces en marzo del 2016 es de más actualidad que nunca. Porque en los últimos meses he estado pensando en ese libro, “Sonámbulos”, de nuevo.
Pienso en especial en cómo se desperdició con la caída de la URSS la oportunidad para construir un verdadero sistema de seguridad europeo que incluyese a Rusia, como lo deseó Gorbachev.
Y ahora frente a un liderazgo ruso que parece seguir los sueños imperiales irracionales y sangrientos de un Napoleón Bonaparte o de un Adolf Hitler, que parece más cerca de Iván el Terrible – última fase – que de Pedro el Grande, y con una mentalidad muy cercana a la de Milosevic, pero que además parece dispuesto a usar con entusiasmo su arsenal nuclear, sólo nos queda respirar de alivio que el expresidente loco y antidemocrático que EE.UU. tuvo durante 4 fatales años ya no esté en el poder, sino ya estaríamos en pleno holocausto nuclear, por más que ambos se admiren mutuamente; un holocausto nuclear causado por dos ególatras; aunque cuidado, que también puede bastar uno solo para causarlo.
Esta guerra es tanto más dolorosa para mí que desde pequeño he tenido simpatía por esos pueblos Eslavos del Este tan cercanos entre sí y que tanto heroísmo desplegaron frente a la invasión Nazi (aunque hubiera algunos pocos colaboracionistas), cuya cultura e historia inconfundiblemente europeas siempre me han fascinado. Soy de los que siempre han soñado con una “Europa del Atlántico al Ural”, como el General De Gaulle, un concepto diferente de la Unión Europea actual. Hélène Carrère d’Encausse, académica francesa de origen ruso que predijo la desintegración de la URSS bajo presiones nacionalistas dijo hace poco que Rusia había sido separada de Europa dos veces: por los Tártaro-Mongoles y por el Comunismo. Desgraciadamente, me pregunto si no habría que añadir que lo está siendo de nuevo por la combinación del accionar de la OTAN y la soberbia norteamericana post-1991, y sobretodo del actual liderazgo Ruso, que además está destruyendo tal vez de manera irremediable la relación entre Rusos y Ucranianos y entre los rusófonos entre sí (espero que no ! En estos momentos las tropas rusas bombardean de manera inmisericorde a Kharkiv (o Kharkov) – ciudad mayoritariamente rusófona, además), aparte de lograr que varios pueblos que solían apreciar a los Rusos empiecen a odiarlos. La paradoja tremenda de lo que sucede es que ahora el Presidente Ruso inspira tanto miedo que varios otros países quieren entrar a la OTAN vista como salvadora (como ya pasó con Ucrania antes, ese deseo incongruente con sus inicios independientes no vino solo) y que Rusia está siendo vista por todos sus países vecinos como una nueva versión de los invasores Tártaro-Mongoles, el colmo para la nación que sufrió ese horrendo yugo durante varios siglos. Extremadamente penoso.