Riesgo Operacional Estatal Sistémico y Riesgo País: Empeorando
Quisiera empezar por la conclusión de mi post de Julio del 2013 sobre Riesgo Operacional Organizacional: Y cuando en un Estado, diferentes entidades públicas y/o autoridades no se articulan de manera suficiente, produciendo inacción y parálisis ante amenazas inminentes que todo el mundo ve llegar, caos y desorden y más parálisis frente a un evento catastrófico natural o de otro tipo, o parálisis de un gran número de inversiones urgentes para un país: ¿no estamos frente a una forma de riesgo operacional organizacional de carácter sistémico? El efecto ya no es solamente la incapacidad de responder a una situación desfavorable, y de “salir de un atolladero o de un hoyo”, sino la pérdida de oportunidades de creación de empleos y de desarrollo con un deterioro paulatino de las perspectivas de largo plazo.
Este post fue seguido por uno de Octubre del 2015 dedicado al problema de la debilidad institucional y cómo ésta podía impedirnos seguir progresando en cuanto a la nota de riesgo país atribuida por las clasificadoras internacionales o incluso terminar por provocar una baja de la nota (un “downgrade”). Y en Marzo del 2018 por un post llamado Riesgo Operacional Estatal Sistémico y Riesgo País: Cuidado. En éste decía que hasta ese momento habíamos tenido mucha suerte, pero que había que seguir vigilantes, tomando en cuenta además factores de riesgo operacional, y mencionando el crecimiento del riesgo operacional estatal sistémico desde Agosto del 2016 así como el de la anarquía interna en las instituciones del Estado.
Como todos ya sabemos, a pesar de las permanentes tensiones políticas y cambios de Presidente el Estado, por lo menos en lo que respecta al Ejecutivo y a las instituciones autónomas (no podría decirse lo mismo del Congreso y de gran mayoría de los gobiernos regionales) siguió funcionando de manera más o menos correcta, aunque con las ya conocidas debilidades operativas, y políticas de Estado que llevaban mucho tiempo se mantuvieron mal que bien, con una tecnocracia digna de ese nombre. Y ello prosiguió durante lo peor de la crisis del Covid-19, aunque esta dejara a descubierto grandes debilidades estructurales que muchos no habían querido ver.
Y luego vinieron las surrealistas elecciones de este año, con una segunda vuelta entre dos candidatos que nunca hubieran debido poder presentarse si hubiéramos tenido una democracia realmente funcional. Ya he tenido la oportunidad de explicar por qué el que se llegara a esa situación se explica en gran parte por un riesgo operacional sistémico en ciertos organismos clave, que parecen haber olvidado que no se debería permitir entrar en el juego democrático a organizaciones y personas que persiguen la destrucción de la democracia, que ya se ha tenido demasiados ejemplos en la Historia que demuestran el absurdo de permitirlo.
Se nos acabó la suerte, los downgrades de la nota país ya los tuvimos a poco de iniciar el nuevo Gobierno con un primer gabinete que parecía haber sido armado para destruir al aparato estatal existente (me recordó las teorías sobre la destrucción del “Estado burgués” desde adentro al servicio de “los objetivos revolucionarios”), y que desde el comienzo desestabilizó a las FFAA y a RREE.
Ahora se vive una situación de riesgo operacional estatal sistémico extremadamente agudo, en el cual hasta lo que parecía mejorar con un nuevo gabinete se ha mostrado frágil:
. algunos sectores parecen seguir funcionando de manera normal, con tranquilidad o con algunos tropiezos que se espera temporales (Salud, MEF, RREE por ejemplo) y otros tener nuevos titulares que permiten esperar el retorno de una gestión pública normal
. pero en muchos otros, se ha sacado a los que conocían el trabajo y colocado a gente sin calificaciones o cuya misión parece ser la destrucción del Estado desde adentro en favor de ciertos intereses particulares o partidarios (incluyendo al de diversas mafias como las del transporte y la minería ilegal; parecería que a algunos “malos empresarios” se les quiere mucho en este Ejecutivo); no creo que se haya logrado mapear aún a todas las instituciones en estado de deterioro acelerado o paulatino
. se busca destruir Políticas de Estado que se habían mantenido por años, como la reforma magisterial y la reforma de la educación superior, la reforma de los sistemas de transporte, la reforma SERVIR, y hasta cabe preguntarse si no está sucediendo también en la práctica con la institucionalidad ambiental. Esto sucede además en alianza con varios sectores del Congreso, incluso supuestamente opositores; es el futuro del Perú lo que se está destruyendo (dicho sea de paso, me he quedado anonadado por un reciente artículo de Irma del Aguila sobre la PUN en el sector Educación: ¿semejante porcentaje de maestros sin capacidades mínimas de razonamiento? Pero ¿qué pueden aprender los alumnos en ese caso? Eso es riesgo operacional estatal sistémico EXTREMO)
. de manera general, una inestabilidad ministerial sin precedentes. Un tema sobre el que ya he tenido la oportunidad de comentar desde el punto de vista del riesgo operacional. Pero además se sigue viendo demasiado caos al interior del Ejecutivo; hasta algunas cosas que parecen sonar bien (aunque con slogans algo exagerados) podrían quedar sin efecto real por la falta de técnicos capaces de implementarlas
. una incertidumbre total en lo que respecta a la capacidad de entender realmente que la capacidad de atraer y generar inversión privada es algo frágil, y que basta con frases altisonantes o acciones súbitas desconcertantes para generar desconfianza (cuidado que en la prensa económica y financiera internacional más influyente ya se habla cada vez más del Perú como no digno de confianza para invertir); imposible saber por el momento si ese daño podrá repararse o no, aunque parezca haber deseo de rectificación
. desde el Congreso se sigue buscando atacar a instituciones autónomas clave (incluso parte de la institucionalidad económico-financiera) favoreciendo a diferentes mafias, y es de temer, por diferentes signos, que el Ejecutivo se una a dichas iniciativas para tener satisfechos a ciertos partidos de oposición o tenerlos de aliados de facto
. movimientos ultra-violentistas de extrema derecha (fenómeno relativamente nuevo muy preocupante) y de extrema izquierda (ese no es novedad, lo nuevo es que parece ser alentado desde sectores del Ejecutivo y del “partido de Gobierno”) parecen actuar con una gran impunidad desde hace tiempo, y aumentando sus niveles de violencia, sin verdadera reacción del aparato judicial y del aparato de orden público. Esto puede empeorar a niveles insospechados.
Esta lista no es exhaustiva, por supuesto. El hecho es que se sigue en líneas generales cuesta abajo desde el punto de vista del riesgo operacional y con impactos sobre el riesgo país y el futuro del país. Y que la advertencia en el post del 2018 no parece haber servido de mucho, desgraciadamente.
Como dije, felizmente hay ciertas islas que se mantienen o sectores que parecen poder recuperarse, y hasta se producen hechos positivos que parecen milagrosos en las actuales circunstancias (como el nuevo Directorio del BCR, que parece incluso mejor que el anterior). Un BCR sin el cual el Dólar se hubiera ido por las nubes (y que tuvo que quemar una enorme cantidad de reservas internacionales durante el primer gabinete para evitarlo). Y por lo menos sí se tuvo en gran parte el “efecto rebote económico” respecto de la mega-crisis del 2020.
Tal vez se logre detener esta espiral negativa en cuanto al riesgo operacional estatal sistémico, pero eso queda por verse. Uno de los riesgos que se pueden avizorar también es que se produzca cierta estabilización o mejora en la gestión pública, pero a costa del abandono de Políticas de Estado claves para el futuro del país y/o a costa de la seguridad nacional y soberanía nacional y de la confianza de los inversionistas de largo plazo internacionales. Ya tuve la oportunidad de advertir sobre esos aspectos antes y después del resultado de las Elecciones.
Cuidado que no terminemos con nuevos downgrades. No olvidemos que estamos con un entorno internacional aún adverso: inflación internacional en componentes clave de la canasta básica, una nueva variante del Covid-19 que amenaza con revertir la recuperación económica mundial, incluyendo la de los precios de los metales, entre otros factores. Y que desastres ligados a fenómenos naturales mucho mayores que el reciente sismo en la Selva pueden producirse en cualquier momento.