Debilidad Institucional y Riesgo País: Y se Siguió Empeorando
Cuando veo lo sucedido en los últimos años, incluyendo a los últimos procesos electorales, y no sólo al último, no puedo evitar recordar el post que escribí en Octubre del 2015 llamado “Debilidad Institucional y Riesgo País: Toma de Conciencia Urgente”. Visiblemente no hubo ninguna toma de conciencia, y salvo una que otra mejora puntual se fue más bien empeorando.
Mencionaba temas como la corrupción y su impacto en la gobernabilidad, la calidad del funcionamiento del sistema judicial en general (jueces y fiscales), la penetración del crimen organizado en la política y en las instituciones, la solidez del sistema político y de partidos, incluyendo el “sentimiento de representatividad” que despiertan en la población.
En post posteriores he tenido varias veces la oportunidad de alertar además sobre los riesgos de desintegración y balkanización del país que entrañaban el diseño y la implementación de una “descentralización” mal concebida.
Mírese lo que tuvimos después; resumiendo es más fácil darse cuenta de la situación:
. no se lograron reformas políticas sustanciales, y tuvimos unas elecciones surrealistas y difíciles de considerar plenamente justas en el 2016, con dos candidatos importantes sacados de carrera de manera muy poco convincente, por decir lo menos, y uno de ellos con su partido entero sacado de la carrera al Congreso, lo que facilitó una super-mayoría congresal opositora totalmente artificial respecto de los resultados electorales reales, y que además de perpetrar el trabajo de demolición institucional ampliamente conocido fue una aliada incondicional de la peor mafia judicial que se haya logrado identificar hasta ahora, aunque en realidad era una re-adaptación de una mafia pre-existente que nunca desapareció, más bien se reconstituyó; también tuvimos el descubrimiento de cómo en el campo de la ética empresarial no se había aprendido nada de las humillantes lecciones de los 90
. las elecciones congresales del 2020 fueron una tremenda decepción; se pensó que no se podía caer más bajo que en el 2016; pues sí se pudo, incluyendo al bajo grado de representatividad. Para colmo se dejó entrar a la política nacional a una mafia de estafa universitaria sobre la cual ya se conocía el proceso fraudulento de inscripción, y a un partido servir impunemente de vientre de alquiler a un movimiento subversivo violentista con líder encarcelado; entretanto, se había dejado a un “movimiento regional” con ideario abiertamente antidemocrático (como el Movadef) y muy estrechamente ligado a dos dictaduras extranjeras convertirse en partido nacional (y cuya cúpula ha resultado tan mafiosa como dichos regímenes); ya para entonces en un par de posts me preguntaba cuál podría ser el próximo paso surrealista: dejar participar de facto bajo cualquier membrete al mismísimo Movadef o simpatizantes suyos; pues, terminó sucediendo;
. y para coronarlo todo, una segunda vuelta de un surrealismo inédito, con dos candidatos de bajísima representatividad acumulada, que en un sistema político y electoral mínimamente normal no hubieran podido participar ni en primera vuelta: una procesada por lavado de activos y obstrucción a la justicia y un invitado a una plancha que sólo estaba ahí porque el verdadero candidato estaba condenado por hechos de corrupción (con un estándar legal así, privilegiando formalismos sobre la sustancia, cualquier condenado por corrupción arma una plancha con testaferros y termina gobernando de facto; ¿la próxima vez tendremos la “plancha Vladimiro Montesinos” postulando como si nada, con el poder electoral sacando quizás a uno de los tres por alguna condena pero manteniendo a la plancha en carrera?). Colmo de la ironía: ambos candidatos habían sido aliados en la demolición del gobierno anterior. Y la post segunda vuelta sacó lo peor de muchísima gente, incluyendo la adopción abierta de estandartes coloniales (¡en el Año del Bicentenario!), y auto-amnesias selectivas y beatificaciones impensables por ambos lados. Incluyendo a gente que se suponía tenía algo de sentido crítico. Y también se ha terminado con gente muy cuestionable en el Congreso, y menor representatividad aún.
Hay que ser consciente de que sólo hemos llegado a esta acumulación de situaciones absurdas como fruto de nuestras debilidades institucionales; en la inmensa mayoría de los países, el sistema político no se ha desarmado de manera tan radical a causa de la crisis del Covid 19; el nuestro ya lo estaba antes.
Al día de hoy, lo único que tenemos son rumores y discursos contradictorios. No se tiene ninguna certidumbre sobre el rumbo que se va a tomar. Ni si el mismo ganador lo sabe.
Sólo nos queda la esperanza de que el ganador sea en realidad mejor persona de lo que ha mostrado hasta ahora (especialmente en el 2017), que tenga capacidades inesperadas para escuchar de verdad y escoger bien a su equipo de gobierno sin imposiciones de quien no debería tener ningún rol, ni siquiera en la sombra (con la dupla Fujimori-Montesinos ya tuvimos suficiente…), y que su último discurso apaciguador sea sincero y no para esconder mejor una nueva dupla. Ser maestro rural y campesino no constituyen una debilidad per se (no entiendo los prejuicios al respecto), la cuestión es si las ventajas prácticas que ello pueda representar están siempre ahí o si ya fueron destruidas por la ideología o no. De eso dependerá de que se pueda llegar a un mínimo de acuerdos de gobernabilidad suficientemente amplios, y de que se tenga algo que funcione razonablemente bien en los años venideros, a pesar de la génesis totalmente surrealista que he descrito más arriba.
Pronto lo sabremos. Y como he tenido la oportunidad de decirlo, para darse cuenta de hacia donde se nos quiere llevar realmente (sabiendo que ha postulado con un partido cuya vocación es el poder ad vitam aeternam), no hay que focalizarse únicamente en el importantísimo tema macroeconómico, hay otros ministerios e instituciones que vigilar de muy cerca, pues son clave para la sobrevivencia de la democracia (¿o se han olvidado las lecciones de los 90?); se puede dar la apariencia de ser razonable en lo macroeconómico, o en lo constitucional, mientras se va destruyendo la democracia por otros canales…
Entretanto: a situaciones excepcionales, soluciones excepcionales. La transferencia ultra-corta no es una fatalidad. Recomendaría, para evitar disrupciones operativas peligrosísimas en el contexto actual, un proceso de transferencia que vaya en la práctica más allá del 28 de Julio. El Presidente Sagasti y sus colaboradores tienen la grandeza suficiente para ello; tengo entendido que el actual titular del MEF ha propuesto algo en ese sentido.