Cambio Climático: Relaciones entre Adaptación y Mitigación
En los textos sobre gestión del cambio climático, se suele hacer una diferencia muy clara entre Mitigación del Cambio Climático (estrategias y medidas que tienen por objetivo reducir y limitar las emisiones de gases de efecto invernadero) y Adaptación al Cambio Climático (estrategias y medidas que tienen por objetivo reducir la vulnerabilidad ante los efectos derivados del cambio climático; en realidad esencialmente una rama de la Reducción del Riesgo de Desastres). Pero como nos lo recuerdan trabajos recientes de la OCDE, así como la observación de la realidad, la relación entre ambos es mayor de lo que se cree, y de maneras a veces insospechadas pero que en otros continentes se conocen muy bien en la práctica. Veamos, sin olvidar que estamos en el campo de la gestión de riesgos.
Empecemos con el tipo de relación más difícil: la “conflictual” (no sólo con la adaptación al C.C., sino con la gestión del riesgo de desastres en el sentido amplio y hasta con la gestión de riesgos en general) que obliga a decisiones difíciles, y a efectuar ciertos arbitrajes.
. como estrategia de mitigación, se apuesta naturalmente por las llamadas energías renovables; y entre ellas la energía hidroeléctrica, prefiriéndose a menudo promover grandes centrales y los respectivos embalses. El problema con eso: en cada vez más países donde las capacidades hidroeléctricas tienen una fuerte relación con el agua que viene de los glaciares se están dando cuenta de que ese recurso va a faltar con la reducción acelerada de éstos (caso del Perú, por ejemplo; pero lo mismo está sucediendo con los glaciares del Asia Central), lo que terminaría generando centrales muy poco útiles en el largo plazo. Otro problema que se había olvidado y que ciertos accidentes recientes nos están recordando: los grandes embalses parecen tener una duración de vida útil limitada a unos cuantos decenios, o sea ya se están volviendo una fuente potencial de riesgos de desastres adicionales. Se está viendo también como una central y embalse en un país le genera problemas a otros países, sea peores inundaciones o episodios de estrés hídrico (como con el Mekong en el sudeste asiático) Además cada vez más se conoce mejor los riesgos ambientales que pueden generar ese tipo de grandes obras.
. se apuesta también cada vez más por los vehículos eléctricos. Muy bien para la mitigación del C.C. Pero, para esos vehículos se necesitan masivamente baterías. ¿No son éstas altamente contaminantes? ¿No terminaremos por ver un días desastres industriales causados por las plantas que los fabrican? ¿O desastres de tipo Nat-tech, es decir combinando causas naturales como lluvias y los consiguientes deslizamientos y la contaminación por represas de materiales peligrosos como pasó por lo menos 2 veces en Brasil?
Pero también existen muchas posibilidades de “sinergias positivas” entre estrategias y medidas en ambos campos:
. la reforestación de ciertas zonas que aparte de mejorar las posibilidades de “captura de carbono” puede reducir significativamente el riesgo de deslizamientos de terrenos consecutivos a lluvias, un problema que varias regiones del Perú conocen muy bien en zonas deforestadas, como en Huánuco
. la reconstitución de manglares en países donde habían sido destruidos (en América del Sur y del Norte, en Africa, donde varios países tienen un problema severo de erosión costera a causa del C.C.); se está haciendo no solamente para restablecer eco-sistemas, lo que contribuye a la mitigación del C.C., pero también para “reconstruir” antiguas protecciones contra las inundaciones fluviales y marítimas (algo que se llama: “soluciones de reducción de riesgos basadas en la naturaleza”)
. extender las zonas de cobertura vegetal en las ciudades, para permitir una mejor absorción del agua en caso de lluvias, lo que permite reducir los daños causados por éstas y el riesgo de inundaciones; no sólo se trata de tener más parques; en Francia es conocido el esfuerzo por tener jardines y hasta cultivos en los techos. En Lima se hace todo lo contrario: ¿recuerdan ese proyecto de parque en las riberas del Rímac en una zona desfavorecida que fue cancelado para usar la plata en un by-pass innecesario que no solo no sirve sino que creó problemas adicionales?
Como pueden ver, hay que evitar “pensar en silos”; una solución correcta desde un punto de vista puede plantear problemas serios desde otro punto de vista. Y se puede maximizar los efectos positivos de muchas soluciones técnicas. Países como el Reino Unido tienen toda una doctrina al respecto. Pero se está viendo también en varios países africanos, afectados a la vez por inundaciones y sequías, y en pequeños países-islas especialmente vulnerables que han unificado o puesto en coherencia sus estrategias de reducción del riesgo de desastres y las relativas al cambio climático.
Y después de todo, de manera más global, ahora que se sabe que los gases de efecto invernadero están contribuyendo a la aceleración de la frecuencia e impacto de muchos desastres de tipo climático e hidro-meteorológico, el esfuerzo para reducirlos para disminuir el grado de calentamiento global acelerado que estamos conociendo, ¿no es también una forma indirecta de reducir el costo de las medidas de adaptación (reducción del riesgo) al tratar de reducir la frecuencia y la severidad de los desastres?
Espero que a nivel de nuestro Estado, se tenga mayor conciencia de ello para hacer coincidir de la mejor manera posible la mitigación del C.C. con la adaptación al C.C. (y la gestión del riesgo de desastres en general).
Recomiendo mucho leer este post del blog de la OCDE, “Environment Focus”. Al final del post encontrarán también lecturas adicionales sobre el tema:
Esta es también una buena oportunidad para comentar una noticia que me pareció absolutamente increíble por lo que revela en cuanto a la prioridad dada a intereses privados de algunos por encima del interés común, amén de ser un ejemplo más de cómo en el Perú se sigue insistiendo en hacer las cosas aumentando los riesgos, no reduciéndolos. La decisión de autorizar un cambio de zonificación del Valle del Lurín que permitiría prácticamente llenarlo de cemento. Y ello a pesar de todas las opiniones desfavorables de todos los organismos técnicos competentes y en particular del CENEPRED. Básicamente una decisión tomada ignorando los más elementales criterios de gestión de riesgos de desastres, sin contar el desprecio total hacia las consideraciones ambientales. Tomando en cuenta además los aspectos de seguridad alimentaria (Lima necesita conservar algunas zonas de producción alimentaria, sabiendo los bloqueos prolongados que puede conocer esa arteria vital que es la Carretera Central por diferentes factores) y el contexto de una ciudad con estrés hídrico creciente, un tema sobre el cual ya he tenido la oportunidad de escribir en este blog (posts de Julio 2016 y Marzo 2018). Es una decisión absolutamente incomprensible. Y en cierta forma muy sospechosa, visto el número de opiniones técnicas negativas deliberadamente ignoradas. Espero que la reciente suspensión de esa decisión absurda pre-anuncie su abandono definitivo.