Corrupción, Debilidad Institucional y Riesgo País: ¿Seguiremos igual?
En octubre del 2015 escribía un post sobre la debilidad institucional y el riesgo país, alertando sobre cómo el factor de debilidad institucional, que incluye a la corrupción sistémica, ya nos cuesta mucho en términos de mucho menor inversión extranjera de la que podríamos tener, ya impide que tengamos una mejor nota país aún a pesar de la fuerza de nuestros indicadores macroeconómicos y fiscales (lo que impide que la rebaja en el costo de nuestra deuda sea mayor), y que un día u otro terminará por costarnos hasta nuestro grado de inversión o por lo menos una baja de nuestra nota país, a través de una brusca exacerbación de la incertidumbre política, a pesar de que nuestros indicadores macroeconómicos y fiscales sigan favorables.
Desde entonces seguimos cuesta abajo en ese campo, y por otro lado, con muchísima suerte……hasta ahora.
Transparency International acaba de publicar su Índice de Percepción de Corrupción 2019 (CPI 2019 en inglés). El Perú se encuentra entre los peores países, en el puesto 101, y por su “rating” sigue en la “zona roja” del índice, a pesar de que en el reciente Barómetro de la Corrupción 2019, publicado por la misma organización, el Ejecutivo aparece ahora con un desempeño correcto en cuanto a su acción al respecto, justamente por el apoyo a los esfuerzos en las investigaciones Lava Jato y Cuellos Blancos, y por la disolución del Congreso (no abundaré sobre el tema, ya muchos analistas externos lo hacen dándolo como uno de los factores clave de la ausencia de una explosión social en el país, comparado con varios vecinos). Pero se sigue pensando que la corrupción aumenta en el país y es el problema número 1. En resumen: situación contrastada y extremadamente frágil, basta observar los hechos del último año y en particular los de las últimas semanas para darse cuenta de que las mejoras registradas pueden ser sólo temporales, para terminar hundiéndonos aún más.
Vale la pena recordar también cómo estamos en el ranking (o índice) internacional de competitividad del World Economic Forum en la parte institucional: es la que nos jala hacia abajo, con puestos a veces cercanos a los de estados fallidos, o dictatoriales con corrupción absoluta. Tengo a la mano el de 2017/2018:
. puesto 116 de 137 en la nota global de esa sección
. independencia judicial: 106 de 137, esa independencia incluye aquella respecto de ciertos intereses personales (que puede significar el de ciertos políticos) y privados, que es de lejos nuestro principal problema (contrariamente a otros, como Venezuela, donde el problema es la sumisión total a una dictadura ultra-corrupta)
. crimen organizado: 129 de 137; y 122 para el costo del crimen y de la violencia para las empresas; ya sabemos que ello se debe en gran parte a la gran ayuda que recibe a menudo en órganos judiciales, lo que anula los esfuerzos policiales, que terminan mucho peor notados de lo que deberían (130)
. eficiencia del marco legal para resolver disputas privadas: 129; terrible, se considera que los tribunales no sirven (obviamente, porque la gente piensa que no son confiables, entre otras razones por la corrupción)
. desvío de fondos públicos: 118; igualmente terrible, recordando que es sobre 137
. derechos de propiedad: 109; obvio, sabiendo cuántas veces invasores y traficantes de terreno se salen con la suya, a menudo con ayuda judicial, siendo el caso más notorio el de Orellana, y al más alto nivel
. confianza en los políticos: 126; no piensen que es obvio, es sobre 137, recuerden, es decir estamos hasta muy por debajo de países a los que muchos peruanos suelen mirar con cierto sentimiento de superioridad; esto es muchísimo más grave de lo que se imaginan
. comportamiento ético de las empresas: 121; esto es desastroso, gravísimo, y era antes de las revelaciones del Club de la Construcción y la de los masivos aportes en efectivo a una política que ya se sabe cómo es percibida por la gran mayoría de la población ahora. No me atrevo ni a imaginarme cuál sería ese ranking o el puntaje ahora si se hubiera mantenido ese indicador para el informe 2019.
El del 2019 nos hace aparecer algo mejor en ese rubro con el puesto 94 de 141; hay sin embargo ciertos cambios en los indicadores y en el sistema de puntaje, lo que no facilita la comparación, pero algo que queda claro, es que hemos mejorado el ranking porque otros empeoraron más, porque en el global de ese rubro se indica que, en realidad, seguimos bajando, y sobre todo las instituciones judiciales que empeoran tanto su ranking (122 de 141) como su puntaje; el “efecto Cuellos Blancos” sin duda alguna, a pesar de los notables esfuerzos realizados (aunque con ciertos excesos que es necesario corregir para no debilitar lo esencial, y para evitar causar daños graves a gente inocente).
La suerte, cuando se sigue haciendo las mismas estupideces con la misma obstinación, no es eterna. Esas teorías de que no nos puede pasar lo mismo que a otros países de la región tienen mucho de auto-engaño. En realidad, para expresarlo de manera figurada, como país, seguimos jugando con fuego, a pesar de estar cubiertos de quemaduras.
Cabe preguntarse lo que puede pasar, y con más violencia aún que en otros países de la región, si no se produce rápidamente la limpieza radical esperada del sistema judicial con el nombramiento de la nueva JNJ, si las empresas culpables y los gremios empresariales no toman medidas radicales para demostrar, en poquísimo tiempo, que han aprendido la lección, y si en las próximas elecciones congresales los que se la han pasado blindando a las mafias en el sistema judicial y bloqueando o entorpeciendo las indispensables reformas política, electoral y judicial, llegan a tener un número suficiente de congresistas para seguir bloqueándolas (para eso no se necesita ni siquiera una mayoría, basta tener suficientes curules para impedir las mayorías calificadas necesarias), y volvamos a tener elecciones desastrosas en el 2021.
Ya tuve la oportunidad de decirlo antes; la actitud de demasiada gente en el Perú es totalmente contradictoria. Se quejan de la corrupción, se dicen indignados por ella, pero siguen aceptando el estilo “roba pero hace obra” y votando por los mismos que dicen no querer ver más, o ayudándolos con votos blancos y viciados. Eso ya es masoquismo y ser en gran parte responsable de que esta situación perdure y de que los logros puedan ser destruidos. Esas quejas terminan sonando bien falsas, como si en realidad a muchos les gustara o hasta les conviniera la corrupción. ¿Será diferente esta vez? En un post reciente, había expresado que sí lo veía posible, que se podía tener un buen Congreso este año. Por lo visto estas últimas semanas, ahora estoy menos optimista, como con la limpieza del sistema judicial; espero equivocarme.