Gestión del Riesgo de Corrupción: Ejemplo de la Industria Farmacéutica
Para los acostumbrados a la lectura de diferentes medios de comunicación internacionales especializados en finanzas, no es inhabitual ver noticias de escándalos de corrupción en los que se ven envueltos grandes empresas globales del sector farmacéutico, con investigaciones y multas en diferentes países, y por supuesto las que también impone la SEC, el regulador bursátil norteamericano por actos de corrupción en el exterior. Es que esta industria, la cual en el caso de países menos desarrollados como el nuestro, incluye no sólo a fabricantes sino también a grandes importadores, tiene desafíos estructurales. Quizás es por ello que es una de las que más ha estado desarrollando diferentes técnicas para luchar contra el riesgo de prácticas corruptas, lo que podré ilustrar con un par de ejemplos.
Razones estructurales del riesgo de corrupción en la industria farmacéutica
Ejemplos de casos de corrupción no faltan: investigaciones y multas en diferentes países en numerosas regiones del mundo, a gigantes como Novartis, AstraZeneca o GSK (GlaxoSmithKline). Uno de los casos más famosos es que el estalló en China en el 2013, y terminó con un juicio penal a directivos y una multa de casi 500 Millones de Dólares y aquejó al gigante GSK: se habían pagado coimas (a menudo bajo forma de regalos, como viajes, con la complicidad de agencias de viajes) a numerosos médicos y directores de clínicas y hospitales para que promuevan la venta de sus productos. Ello se hizo falsificando las cuentas para que las coimas aparezcan bajo rubros de “gastos normales”; además se vio que una de las maneras de pagar esas coimas era mediante “participación en seminarios” y “conferencias” pagadas en otros países.
Una primera razón estructural es, como lo mencionó la revista Forbes en un artículo del 2016, la situación algo particular de ese mercado en la mayoría de los países: el médico y/o el hospital es a la vez el “creador de demanda” a través de su diagnóstico y del tratamiento que va a recetar, y el “proveedor” al indicar de manera más precisa el medicamento exacto (de tal marca, por ejemplo) y al ser ése el que se vende en el local del hospital o clínica. Ello da un incentivo perverso a muchas empresas para buscar “controlar ese punto de entrada clave” e inflar así sus ventas en detrimento de la competencia y hasta del bolsillo de los pacientes.
Una segunda razón estructural es el mismo Estado por la manera cómo organiza el otorgamiento de licencias de producción y comercialización, así como de importación, a través de un organismo único o unos dos o tres. El incentivo en países donde el grado de corrupción estatal es muy alto, para lograr mediante coimas que se autoricen productos que han sido prohibidos en otros países por haberse detectado serios efectos secundarios adversos, o que se obstaculice con pretextos diversos la llegada de productos competidores más baratos (en especial de medicamentos genéricos), es muy fuerte.
Una tercera razón estructural es la misma estructura multinacional de muchos grandes grupos farmacéuticos. Lograr controlar lo que hacen todas las filiales y distribuidoras locales es a menudo muy difícil, incluso el envío de dirigentes de la casa matriz no asegura nada, pues muchas veces no hablan el idioma local o lo hablan poco; “sorprenderlos” puede ser a menudo bastante fácil. En el caso de GSK, tuvo que despedir a nada menos que 110 personas en su filial china (aparte de reincorporar, en un gesto importante al “whistleblower” interno que denunció la trama). Al mismo tiempo la independencia frente a “malas prácticas locales” que se tiene gracias a cuadros globales basados en la sede es clave.
Ejemplos de Gestión del Riesgo de Corrupción en la industria farmacéutica
El caso de GSK es bastante notorio y se pueden encontrar detalles en su página web en inglés.
. para empezar, ha tomado medidas concretas como los despidos masivos en China y el reintegrar al colaborador que denunció el negociado; eso por sí solo ya son mensajes importantes para los colaboradores de la empresa
. el grupo ha desarrollado un programa anticorrupción (y anti-coimas), con unos lineamientos conocidos internamente como ABAC, disponibles en numerosos idiomas, y también lineamientos específicos para terceras partes con las que tiene que interactuar, tales como proveedores y distribuidores
. ha reforzado de manera notable los equipos a cargo de detectar e investigar posibles prácticas corruptas; en el departamento Global Ethics & Compliance de GSK, hay un equipo que se encarga de la gestión de riesgos, el “Global Risk Office, que se compone de grupos de especialistas sobre los riesgos identificados como los más álgidos para la empresa, entre ellos el de corrupción; para este último hay 30 especialistas en la sede central, incluyendo a 5 especialistas regionales. Y el programa anticorrupción debe ser implementado por los Compliance Officers de los niveles regionales y locales. Los especialistas de la sede ya han tenido la oportunidad de investigar casos en otros países.
Conozco también el de un laboratorio de Europa Continental mucho más chico (digamos, mediano) pero con nichos de alto impacto y alta rentabilidad, cuyo equipo de Compliance y Etica tiene unas 15 personas. Cuando la responsable de una auditoría en una filial europea descubrió prácticas dudosas en ésta, fue objeto de ataques diversos de índole personal, incluyendo respecto de su relativa juventud, pero recibió todo el apoyo de su alta dirección. Ello muestra cómo empresas medianas también se compran el pleito de la lucha contra la corrupción interna, dando además un mensaje muy claro a todos los colaboradores del grupo.
Como podrán ver, el involucramiento y voluntad de la alta dirección son claves, tanto por los medios que dedica a estas tareas, pero sobre todo por las medidas efectivas de apoyo a quienes luchan contra las prácticas corruptas en la empresa, incluyendo la protección a los “denunciantes” legítimos (whistleblowers, en inglés), que es algo muy diferente de los que hacen denuncias falsas con afán calumniador (uno de los grandes desafíos es lograr detectar esas denuncias calumniosas, una verdadera plaga en nuestro país, donde la difusión del rumor calumnioso parece ser un deporte nacional). El despido inmediato de los culpables de actos de corrupción es otro mensaje sin ambigüedad, de tipo “tolerancia cero”. Sin esas medidas concretas, hasta los mejores lineamientos y manuales y la cantidad de personal dedicado, pueden no servir de mucho: estas valen mucho más que cualquier certificación, que puede obtenerse a veces por tener cosas que se quedan en la teoría.
Conclusión: el sector farmacéutico está muy lejos de ser el único en tener riesgos estructurales elevados de prácticas corruptas. Pienso que lo aquí expuesto puede servir a la gran mayoría de los sectores e industrias. Les deseo un Feliz Año 2018, con menos corrupción: todos podemos hacer algo.