¿Por Qué es Urgente Integrar a la Gestión de Riesgo de Desastres en la Supervisión Macroprudencial?
Para los que me han estado leyendo de manera constante estos años, habrán notado que a través de varios posts, como el último del 2016, he estado mencionando la importancia del impacto que podían tener los desastres en la estabilidad financiera y cómo la gestión de riesgo de desastres, en todo sus aspectos, que incluyen temas como la penetración de los seguros, la continuidad del negocio y la del sector público, la capacidad del Estado, de las empresas y la sociedad a hacer frente a los desastres, formaba naturalmente parte de la supervisión y regulación macroprudencial. Sin embargo, esta idea no parece ser algo que venga espontáneamente a la mente de los reguladores y supervisores a nivel mundial. Tal vez porque el cómo lidiar con las lecciones de la crisis financiera de 2007-2008, y los tremendos debates a los que todavía da lugar, monopolizan las mentes.
Incluso, en el Cuaderno de Investigación sobre la Supervisión y Regulación Macroprudencial de Noviembre del 2011 publicado por el Instituto del Perú de la USMP, yo mismo, vistas las prioridades del momento, con una crisis que se agravaba en Europa, y la impresión de que en nuestra región no se estaban sacando todas las lecciones de lo que sucedía en los países más desarrollados, preferí no tocar dicho tema al mismo tiempo, a pesar de la fuerte impresión que me había producido lo sucedido en Turquía con el terremoto del Mar de Mármara en el 1999, que me recordaba mucho el impacto que el Niño del 1982/1983 y el del 1998 en nuestro país había tenido sobre las carteras crediticias, como factor agravante de crisis financieras: la misma combinación letal en ambos países. Y cuando hubo el terremoto de Pisco en el 2007, que golpeó en cierta medida a las carteras crediticias de la región Ica, se me quedó una pregunta obsesiva: ¿y si hubiera sucedido en Lima con esa fuerza? Y decidí investigar más sobre el tema. Y a principios del 2012, en una corta columna en Gestión, mencioné entre los “riesgos estratégicos a nivel país”, el riesgo de estrés hídrico, que deriva muchas veces de sequías, y la falta de una gestión estratégica de los riesgos que podían “descarrilarnos” (un primer ”globo de ensayo”, sin hablar todavía de los desastres de manera explícita, pero sí de factores de riesgo geopolítico interno). No pareció suscitar mucho interés.
Y en diciembre del 2012, empecé a exponer más en detalle el tema, como un nuevo “globo de ensayo” a través del “riesgo operacional” de las viviendas, donde incluía entre otros el tema del infra-seguro, en la segunda parte, usando la expresión “riesgo sistémico catastrófico”, post que dicho sea de paso contiene en su primera parte una reflexión sobre el “riesgo macro social” y su impacto geopolítico interno…
https://blogs.gestion.pe/riesgosfinancieros/2012/12/riesgos-ligados-a-la-vivienda.html
Pero cuando veía los documentos que venían del “Comité de Basilea”, no encontraba nada al respecto. Todo lo que uno quiera sobre cómo arreglar los problemas provocados por las fallas de los bancos y de los supervisores en la gran crisis financiera, que en realidad ni siquiera ha terminado realmente, pues sigue produciendo ondas de choque estilo “cámara lenta” o de “efecto retardado”, como el incremento del riesgo geopolítico interno de numerosos países desarrollados, que ya empieza a pintar como un riesgo geopolítico mundial, pero nada sobre el tema del riesgo de desastres y su gestión y su relación con la estabilidad financiera.
¿Y saben qué? Sigue siendo igual. Para los preocupados por el tema, busquen una mención al riesgo de desastres en el interesantísimo documento publicado en agosto del 2016 por el Financial Stability Board, el BIS y el FMI sobre la experiencia internacional en materia de regulación y supervisión macroprudencial, “Elements of Effective Macroprudential Policies”; la palabra “disaster” no aparece por ningún lado, ni siquiera como uno de los factores que puede ser fuente de- o contribuir al- riesgo sistémico, en la definición que se da de éste al comienzo; sólo parecen existir los shocks económicos o financieros puros. Igual en el Occasional Paper de Octubre del 2016 del Financial Stability Institute, “Supervisory Priorities in non-Basel Committee Jurisdictions” (en simple, las prioridades supervisoras en países emergentes como el nuestro), una excelente y muy detallada encuesta; basta ver los cuadros sobre las respuestas a la pregunta sobre los desafíos para la estabilidad financiera, el tema de los desastres naturales, ni siquiera bajo forma de cambio climático, no está en el cuadro desagregado de “otros” en la página 5; la pregunta que uno puede hacerse es si algún país los mencionó en la pequeña sección del “pie chart” (o gráfico en forma de queso Camembert), que se refiere a “otros desafíos mencionados sólo una vez”.
Tanto más sorprendente, que con el tiempo, y sobre todo a partir del 2015, empecé a descubrir estudios, que ya mencioné en posts anteriores, como uno efectuado para el BIS en Diciembre del 2012 por Sebastian von Dahlen, Goetz von Peter y Sweta Saxena. Que empieza con “Unmitigated Disasters?” y ya menciona la importancia de los seguros para reducir el riesgo macro derivado de los desastres, y sobretodo un estudio de Standard & Poor’s de Setiembre 2015 sobre el impacto de los desastres en las notas de los países, y que también ponía a los seguros como factor mitigante del riesgo de baja de la nota país.
¿Alguna vez han sido leídos por los supervisores financieros y los bancos centrales? Y acabo de descubrir un documento preparado por el importante think-tank británico CEBR para la reaseguradora Lloyd’s, llamado “Lloyd’s Global Underinsurance Report”, donde incluso se analiza el tema tomando en cuenta el impacto en las finanzas pùblicas de los desastres; lo descubrí al leer el estudio del think-tank The Geneva Association sobre el “Global Insurance Protection Gap”, publicado en el 2014.
Pero además, en la escena internacional se estaban produciendo cambios importantes de pensamiento sobre la relación de los desastres con la estabilidad financiera.
Primero a nivel de países, con la importante iniciativa de Filipinas en el 2015 de introducir la temática de la gestión financiera del riesgo de desastres como parte de la “resiliencia financiera” en el llamado Cebu Action Plan del Proceso de Ministros de Finanzas de APEC. Con el tiempo me enteré de que el año anterior Filipinas y Japòn, también en Cebu, habían mencionado en una reunión del grupo regional consultivo para Asia del Financial Stability Board la importancia de los planes de contingencia del sector financiero frente a grandes desastres (a la luz del gran terremoto de Tohoku y del mega-tifón Haiyan).
Y a fines de setiembre de ese año, el jefe del Financial Stability Board, Mark Carney, también gobernador del Banco de Inglaterra, pronunciò un notable discurso sobre el probable impacto del cambio climático en la estabilidad financiera, como uno de los grandes desafíos para la industria de seguros y reaseguros. También lo mencioné en un post. Es bueno recordar que se debe ser lúcidos, esta industria no puede cubrirlo todo, a menos que se quiera arriesgar su quiebra, y ésta a su vez provocaría la de muchos bancos. De ahí la enorme importancia de la reducción física del riesgo de desastres por los sectores público y privado, lo que incluye a la inversión pública y privada resiliente y a la gestión de la continuidad del negocio, y de las estrategias públicas de protección financiera. Y de ese interés del FSB nació la iniciativa sobre la comunicación financiera sobre la sensibilidad de las inversiones al cambio climático, que mencioné hace pocas semanas (la TCFD).
¿Y a nadie le ha llamado la atención que el Insurance Development Forum, que ya he tenido la oportunidad de explicar en un post, tenga a bordo, no sólo a la Naciones Unidas y al Banco Mundial, sino también al….Financial Stability Board?
Y ahora tenemos al Economist Intelligence Unit, con la ayuda de la UNISDR, que se encarga del seguimiento de la implementación del Marco de Sendai para la reducción del riesgo de desastres, integrando al riesgo de desastres y a su gestión en su análisis de riesgo país.
¿Y alguno se ha interesado en las recomendaciones que hizo la OECD en el 2014 sobre el manejo de los riesgos críticos a nivel país? (¿podría también decirse riesgos estratégicos?) ¿y en los informes del World Economic Forum que consistentemente citan al riesgo de desastres, al cambio climático, y al del estrés hídrico, que hasta ahora muchos no logran “conectar” en cuanto a la gestión del riesgo país, cuando están en realidad muy interrelacionados? ¿Recuerdan lo que dije sobre Lima hace ya un buen tiempo?
Ya basta de pretextos, por más que todavía sigan las fuertes discrepancias sobre ciertas reglas de requerimientos de capital en el marco de Basilea 3, este tema debe ser atendido sin esperar. Demasiados países emergentes, como el nuestro, tienen un riesgo sistémico potencial demasiado fuerte ligado al impacto de los desastres naturales, que pueden amenazar su estabilidad financiera. Para ellos, esto es urgente. ¿O es que sólo importarían los países del G-20 o los que son sedes de los bancos globalmente más sistémicos? Parece olvidarse a veces en las instancias globales, a pesar de los encuentros regionales organizados por el FSB, que el tema de la estabilidad financiera y de la supervisión macro-prudencial también tiene que verse en cada país, no solo a nivel global. En los últimos años hemos visto como el patrón de lluvias se ha vuelto cada vez más impredecible, y lo estamos sufriendo ahora, cómo hay cada vez más sequías largas y extendidas, además tenemos el problema de nuestros glaciares que se están derritiendo, más la fuerte amenaza sísmica en Lima-Callao y en el Sur del país (una falla compartida con el norte de Chile), más otra probable aunque tal vez menos fuerte, en el Norte, alrededor de Lambayeque. Somos uno de los países más expuestos, en realidad, aunque nuestras pérdidas anuales promedio de los últimos años estén aún relativamente bajas.
Si no se hace a nivel de estándares de regulación y supervisión financiera a nivel global, por lo menos hagámoslo aquí, “a la peruana”, así como hemos sabido ser pioneros en temas de microfinanzas. Demos el ejemplo. Hay muchas cosas que se pueden hacer, doy algunas ideas para reflexión, de las cuales ya mencioné unas cuantas “de pasada” en otros posts:
. escenarios de estrés de carteras crediticias en las entidades financieras, simulando un gran sismo en Lima y Callao
. incorporación en los ratings y scorings de las entidades financieras de las buenas o malas prácticas de gestión del riesgo de desastres de los clientes, incluyendo gestión de continuidad y aseguramiento
. incorporación en el análisis del riesgo país (esto para los bancos expuestos al riesgo de otros países) de su exposición al riesgo de desastres y su calidad de gestión, como lo hace el EIU.
. reforzamiento de los estándares de regulación y supervisión de la gestión de la continuidad del negocio de las entidades: más práctica, más ensayos, más incorporación de toda la organización, y menos planes teóricos con menos “tramitomanía”
. mayor importancia de la venta de micro-seguros entre los estándares crediticios relativos a las micro-finanzas
. mayor rol, como parte de los estándares de gestión del riesgo crediticio, de consejo de las entidades financieras, sobre mejores prácticas de gestión de riesgos de desastres, de continuidad y de aseguramiento; como ya lo hacen para el riesgo de sobreendeudamiento; las entidades financieras pueden tener un “rol educador” enorme
. mayores criterios de exigencia para que los seguros sobre los bienes financiados sean elegibles como “reductores de la tasa de provisiones”; no pueden limitarse a cubrir el monto financiado e ir bajando con éste, eso es una pésima práctica; “logro recuperar mi crédito pero igual mi cliente quiebra y/o se queda desamparado si hay un desastre?” Desastroso a nivel macro para la recuperación económica del país en caso de gran desastre, y para el riesgo geopolítico interno. Debe entenderse que el seguro vale por sí mismo.
. métricas sobre la evolución de la cobertura de seguros no-vida, sobretodo incendio y líneas aliadas, entre los hogares y las empresas dentro de una nueva sección del Reporte semestral de Estabilidad Financiera del Banco Central.
. la SMV podría, además de los temas de continuidad del negocio para sus supervisados, aportar en temas de comunicación financiera, inspirándose en los temas desarrollados por la TCFD, pero ampliándolo al riesgo sísmico, no sólo climático.
Cabe recordar además que la SBS, quien además ya busca mejorar las reservas catastróficas de las empresas de seguros, lo que ya es una acción macro-prudencial, ya juega un rol importantísimo en iniciativas público-privadas para desarrollar la penetración de los seguros, notablemente los agrícolas, y para desarrollar la gestión de la continuidad del negocio coordinada con sus supervisados frente a un gran desastre (habiendo asociado al BCR y al MEF en dicho esfuerzo). No es supervisión macro-prudencial propiamente dicha, pero como que ello contribuye a introducir la gestión del riesgo de desastres en ella. La SBS, como el BCR, que tiene un informe de estabilidad financiera muy completo en lo macroprudencial, “ya tiene el chip”. Y dentro de Latinoamérica, la SBS ya tiene una fuerte tradición pionera, o como mínimo, de estar entre los primeros en materia macroprudencial: regulación y supervisión preventiva del riesgo de sobreendeudamiento minorista, lo mismo para el riesgo cambiario crediticio, creación de una superintendencia adjunta de riesgos con una lógica de “cuatro ojos”, provisiones crediticias dinámicas, participación en el steering committee de la Smart Campaign (microfinanzas), liderazgo de diálogos público-privados, etc. Recuerda mucho el rol pionero que juega Filipinas también, con su supervisión que ya era de calidad superior para enfrentar a la crisis asiática del 1997-98, el Plan de Acción de Cebu, la integración proactiva de la agravación del riesgo climático en sus políticas públicas, lo cual contribuye a la visión macroprudencial…
Y para completarlo, se debería llegar por fin a tener un Consejo de Estabilidad Financiera formal…que incorporaría al riesgo de desastres y su gestión entre sus temáticas de trabajo regular. Y un Capítulo Peruano de ARISE muchísimo más fuerte para “federar” los esfuerzos privados y reforzar el diálogo con el sector público; como ya lo decía en el 2011, cuando los gremios y líderes del sector privado también tienen una fuerte visión macroprudencial (ahora también se habla de resiliencia del país), el conjunto es más sólido y sostenible en el tiempo.