Integración de la Gestión del Riesgo de Desastres en el Análisis Riesgo País por el Economist Intelligence Unit
Tal vez recuerden que en el último trimestre del 2015 tuve la oportunidad de mencionar un estudio de Standard & Poor’s que indicaba que el riesgo de desastres podía tener un impacto serio en la calificación de riesgo país de numerosos países. Es la primera vez que una clasificadora internacional lo decía tan claramente, aunque también venía anunciando este estudio desde antes. Además, tal como en otros estudios anteriores, que también comenté, se observaba que una mayor penetración de los seguros era un buen mitigante de dicho riesgo de impacto macro en la economía y de deterioro de la nota país. Pues bien, el Economist Intelligence Unit, en coordinación con la UNISDR, la unidad especializada en gestión del riesgo de desastres de la NNUU, publicó a fines de Noviembre 2016 el primer estudio que integra plenamente la exposición al riesgo de desastres y su gestión integral en el análisis del riesgo país.
Lo que el EIU ha construido en el 2015 y los primeros meses del 2016, es una herramienta de scoring (DRIOR por sus iniciales) destinada a evaluar la exposición al riesgo de desastres de un país y la capacidad de dicho país de gestionar dicho riesgo para reducir su vulnerabilidad. Es una herramienta destinada a informar sobre todo a los inversionistas para que sus inversiones tomen en cuenta dicho riesgo, pero si uno la mira bien, también puede servir para otros stakeholders como prestamistas extranjeros y para el mismo país examinado, para identificar mejor sus vulnerabilidades. Al mismo tiempo sirve para que las empresas mismas sean más conscientes de la necesidad de gestionar bien el riesgo de desastres en sus propias operaciones, pues no es algo que, en su gran mayoría estén acostumbradas a integrar en su planeamiento estratégico y en la gestión de sus negocios No hay que olvidar que la gran mayoría de la inversión es privada, y que si esta no es resiliente, estamos en problemas. Además es algo que ayuda a integrar más el riesgo operacional (que incluye al de continuidad) en los negocios internacionales de las empresas. De ahí la fuerte presencia de la Iniciativa ARISE (que ya mencioné en varios posts) en este estudio. Y el EIU aplicado esta herramienta de evaluación a 20 países, incluyendo al Perú.
Yo añadiría que sirve tanto más para los gobiernos, que muy pocos tienen el reflejo de gestionar su propio riesgo país tomando en cuenta su exposición al riesgo de desastres; algunos toman en cuenta felizmente la dimensión financiera, pero la dimensión de resiliencia operativa, la ignoran completamente o la subestiman, sin darse cuenta de su estrecha relación con la resiliencia financiera. Para que tengan una idea, un ejemplo; cuando Haitì tuvo su terrible terremoto del 2010, su equivalente del MEF debía recibir fondos gracias a un seguro paramétrico; pero dicho Ministerio, con el local muy dañado y muchos muertos y heridos, no podía funcionar para recibirlos. Luego el Gobierno de Nepal mostró también una gran dificultad en volver a funcionar con el terremoto de Kathmandu del 2015. Y si las dificultades operativas afectan al gobierno, eso puede impactar en la nota país, y más aún si afectan a la infraestructura crítica y al sector privado, por la agravación del impacto macroeconómico (efectos en cascada, que también pueden existir al nivel de gobernabilidad de un país si la administración pública se desintegra).
La herramienta, que consta de 23 indicadores, y más de 80 sub-indicadores, tiene 5 pilares principales de evaluación:
. el marco institucional, tanto global, como específico para la GRD (gestión de riesgo de desastres) mirando también su efectividad operacional real
. las políticas de reducción del riesgo de desastres, de preparación y de respuesta, incluyendo aspectos tanto presupuestales como operacionales, como de capacidades sub-nacionales (y no solo del gobierno central)
. la resiliencia económica (la capacidad de absorber los shocks ligados a desastres), que incluye la resiliencia global macro, el nivel de probreza, la diversificación de la economía, así como aspectos más específicos de la GRD, como la penetración de los seguros
. la resiliencia de la sociedad, que incluye aspectos como la capacidad de mantener el orden público, de proveer servicios públicos básicos, incluyendo la salud y el agua, y seguridad alimentaria, así como la cohesión social y el empoderamiento de las mujeres
. la resiliencia del “entorno físico”, que tiene que ver con la resiliencia de las edificaciones y de las infraestructuras y la calidad de la gestión ambiental y territorial (ejemplo: mucha construcción informal en zonas de riesgo es un pésimo indicador).
Entre las principales conclusiones del estudio están: la importancia del liderazgo político para una GRD eficaz, el aumento de los presupuestos dedicados a la reducción del riesgo sin que sea algo sistemático, el impacto agravante de la coincidencia de altos niveles de pobreza con exposición al riesgo, y la importancia de la resiliencia “física” como determinante para la capacidad de un país para responder y recuperarse.
Lo interesante es que las apreciaciones sobre cada país aparecen con cierto nivel de detalle. Pero no hay que olvidar que se trata de un “piloto” por el momento, que el EIU piensa ir mejorando. Por ejemplo, se usa cálculos de pérdidas anuales esperadas promedio (lo que los aseguradores conocen como “prima pura”) para medir el grado de exposición al riesgo de desastres, pero ¿quid de países amenazados por mega-eventos bastante probables de alto impacto que todavía no se han producido? Por otro lado, hay marcos institucionales teóricamente buenos pero que en la práctica no están funcionando bien, y eso a la luz de los recientes eventos que nos afectan, lo sabemos bien. Por ejemplo, para medir mejor la calidad de un marco institucional, se puede analizar también cómo los otros poderes del Estado y las entidades de control contribuyen o no la gestión de riesgo de desastres, efectuando aportes positivos, o por el contrario criticando sin hacer nada concreto, o hasta obstaculizando o destruyendo de facto los esfuerzos de los que hacen algo.
Entonces, no debemos dejarnos adormecer por las “notas relativamente buenas” que sacamos en este estudio piloto, que menciona además ciertas debilidades que son críticas, en cuanto a la parte de “resiliencia física” y la disponibilidad de personal calificado suficiente, por ejemplo. Tomemos este estudio del EIU, que también muestra el grado de progreso alcanzado, que debe ser reconocido, aunque tenga una cierta fragilidad, más bien como una seria “campanada de alerta” adicional, además de otras que ya tenemos y he mencionado en diversos posts.
Un Capìtulo peruano de ARISE muy fuerte es urgentemente necesario, así como lo es un mayor activismo del sector público, incluyendo a los reguladores/supervisores en la materia.
Para los que no temen leer un estudio bastante largo en inglés (pero entre el resumen ejecutivo y la parte Perú, si quieren limitarse a eso, no lo es tanto), ahí va el link directo:
http://www.preventionweb.net/files/51068_eiutowardsdisasterrisksensitiveinve.pdf
Así como el link a otros posts en este blog, donde ya mencionaba el tema desde varios ángulos y que aconsejo releer como complemento (riesgo país, importancia de la continuidad del negocio y del sector público, así como de los seguros, la relación con la estabilidad financiera). Indirectamente dan pistas sobre las mejoras que el EIU podría efectuar a esta primera versión del “modelo DRIOR”, que es una iniciativa absolutamente notable, y que merece ser mucho mejor conocida. Y que va en la misma línea que la TCFD del Financial Stability Board que mencioné en el post anterior.
https://blogs.gestion.pe/riesgosfinancieros/2015/11/riesgo-pais-desastres-naturales-y-seguros.html