El “Infra-Reporting” y el Riesgo Operacional
En noviembre del año pasado le dediqué un post al riesgo operacional que puede generar el “sobre-reporting”, tanto para instituciones estatales como para las empresas financieras y no financieras. En uno de sus párrafos mencionaba rápidamente que también podía haber casos de “no-reporting voluntario”, promovido por los que en general prefieren no saber algo o poder decir que no sabían nada. Esta es una modalidad de lo que vamos a llamar el “infra-reporting”, y no necesariamente es algo voluntario, es más, en la gran mayoría de los casos es involuntario: “no se tuvo algo en el mapa” por desconocimiento, por subestimación del riesgo, o por falta de medios técnicos o financieros. El riesgo operacional generado puede ser grave por sus consecuencias, que pueden ir hasta las crisis financieras.
Lo ilustraremos con varios ejemplos, sin buscar ser exhaustivos, y sin entrar en el debate de si dichos casos fueron involuntarios o voluntarios, ni en el de su causa exacta; algunos de ellos son harto conocidos para que muchos lectores puedan tener su propia opinión. Incluso pueden haberse vuelto a producir más recientemente en otros países.
. Inicio de la Crisis Asiática en 1997: el Baht tailandés se hunde frente al Dólar; resulta que Tailandia no tenía todas las reservas cambiarias que reportaba; en realidad las tenía en gran parte comprometidas en operaciones de derivados cambiarios conocidas por muy pocos en las que el banco central “apostaba” desesperadamente a que el tipo de cambio no subiría.
. Continuación de la Crisis Asiática en 1997 en Indonesia: la deuda externa de dicho país se suponía relativamente sostenible, y la deuda privada, aunque en aumento por los créditos sindicados en Dólares de los años anteriores, parecía bajo control; pues no: esta última era muchísimo más elevada de lo que se creía por las estadísticas oficiales, emitida por las empresas no directamente, sino bajo forma de “notas a tasa flotante” a través de vehículos off-shore sobre todo holandeses por razones mayormente tributarias.
. Diferentes crisis financieras: las exposiciones a papeles de deuda privada o soberana, o incluso de deuda estructurada (como los famosos CDOs) aparecían en los reportings de los bancos por un monto mínimo calculado según diferentes modelos, o no aparecían en absoluto. Porque se suponía que estaban destinados a ser “traded”, es decir negociados, entonces para qué reportarlos, salvo quizás con algún cálculo minimalista de un riesgo de muy corto plazo. Y por eso estaban en el “hiding book” (del verbo “to hide“: esconder en inglés) … perdón, quise decir el trading book, es decir la cartera de negociación
. Reporting del riesgo país que resultaba inexacto, incluso muy subestimado, a la luz de alguna crisis, porque se había decidido, en ciertos bancos o hasta a nivel del regulador/supervisor que las acreencias de una duración inferior a un año no representaban realmente riesgo país, y menos aún si eran sobre bancos o soberanos; añádanle ahora las acreencias mayores a un año, pero alojadas en el trading book…para obtener el coctel perfecto un infra-reporting masivo; caso extremo en Europa: los papeles de países de la Eurozona eran tratados como “domésticos” (o sea, ya no existía el riesgo país griego, para dar un ejemplo)
. La exposición sobre papeles soberanos domésticos en moneda local: “pero si no existe, el país puede emitir su propia moneda como quiere…”; cierto, pero pregúntenle por ejemplo a un bonista argentino (2002) o ruso (1998), sea un particular como una empresa o un banco, cuanto le pagó el Estado cuando su país entró en crisis financiera: el 100 % del monto del bono, con todos sus intereses? Hay como para un buen debate sobre la “ponderación cero”, ¿no? Problema: muchos bancos en numerosos países están obligados a tener esos bonos, declarados como “intrínsecamente líquidos” para poder ser financiados por el banco central en caso de necesidad (dándolos en garantía), u obligados porque al Gobierno le da la gana obligar a los bancos a financiarlo, simplemente. Y hasta los pensionistas pueden verse obligados a ello. Hay países que por la manera confiscatoria como tratan a sus ciudadanos o por la manera cómo los aplastan por razones ideológicas o persiguen por cualquier diferencia de opinión, donde uno sólo puede comprender que pongan parte de su dinero afuera o ahorren en divisas extranjeras fuera del sistema apenas pueden. El recuerdo de la conversión forzada de ahorros en dólares en hiperdevaluados Intis todavía lacera a muchos peruanos (no todos los taxistas muy mayores son ex víctimas del CLAE). ¿Y no tenemos en nuestro continente el ejemplo de un país, donde el Gobierno expropia a cambio de nada en cualquier momento cuando le da la gana, sobre todo si se es visto como opositor político?
. La parte no utilizada de las líneas de crédito de consumo por tarjetas: “pero si se pueden recortar en cualquier momento prácticamente sin pre-aviso, entonces esa exposición no existe o sino, sólo lo es de manera insignificante”; mejor pregúntenles a muchos bancos en cuanto aumentó en promedio la línea utilizada por un cliente que terminó en impago durante el año anterior a éste (o mejor, cuánto de esa línea no utilizada fue utilizada antes de que el banco se diera cuenta de algo y la recortara); ¿alguien habló de factor de conversión crediticia? En muchos países esa estadística no se tiene, en otros sí…y donde se la tiene, a veces se prefiere ignorarla.
. Los montos de los derivados financieros: muchos todavía defienden que sólo se reporten según modelos matemáticos o según el valor de mercado en un día D, ponen mil argumentos para decir que no vale la pena reportar también los montos nominales (o nocionales); bueno, suficientes crisis financieras han demostrado de manera flagrante lo erróneo de ese enfoque, por lo que más vale investigar por qué insisten tanto con ese tema…
. Las obligaciones financieras del Estado; durante mucho tiempo se creía que sólo se trataba de la deuda pública stricto sensu; bueno, con las diferentes crisis, y el aumento no previsto de déficits fiscales, primero se “descubrió” que el Estado, cuando daba su garantía para deuda de empresas públicas o de gobiernos sub-nacionales, tenía que honrarla; luego que en realidad él era el que financiaba el déficit creciente de los sistemas de pensiones públicos vueltos insostenibles por razones demográficas (algo muy complicado de cifrar: involucra cálculos actuariales); y bueno, que también podía en ciertas situaciones, generadas por ejemplo por juicios o por contratos de concesiones, tener que pagar montos no previstos en el presupuesto (obligaciones contingentes); el reporte de esas obligaciones está mejorando mucho en numerosos países, como el nuestro
. Las estadísticas de la inflación: en muchos países se ha visto cosas como publicar varias tasas, diciendo que una de ellas, calculada de manera muy misteriosa, era la “verdadera”, o quitar un montón de productos clave, los más “diarios” para la mayoría de la gente, del cálculo, o sencillamente dar una tasa oficial, sin decir cómo se calculaba, y prohibir con penas severas publicar otros números calculados de manera independiente (no confundir esto con los conocidos cálculos de inflación a dos niveles, que son herramientas de vigilancia muy útiles para diferentes fines; por ejemplo entre precios mayoristas y minoristas, o aislando ciertos elementos como alimentos o energía)
. Las estadísticas ligadas a los actos delictivos basadas únicamente en denuncias: en ciertos países, como bien lo sabemos, la confianza en ciertas instituciones es tan baja que la gran mayoría prefiere no denunciar; con eso se puede decir que la criminalidad es baja y no hacer gran cosa para combatirla; eso puede ser peor en el caso de las diferentes agresiones contra las mujeres, la diferencia entre lo denunciado y lo que sucede en realidad puede ser abismal: en ciertos países, se supone que a ellas nunca les sucede nada, cuando en realidad la cantidad de víctimas de violencia es monstruosa, y ¡ay de ellas si lo denuncian!, pueden terminar en la cárcel (en países así, oficialmente casi no hay violencia criminal, por si acaso). Por actividades pasadas pude descubrir que numerosas mujeres microempresarias eran maltratadas y hasta robadas por sus cónyuges o convivientes; una anécdota ilustrativa que conocí de manera directa: una mujer vio sus ahorros guardados bajo el colchón robados en la habitación que alquilaba porque había dejado el domicilio familiar a causa del maltrato físico por su marido; le pregunté por qué no los había puesto en un banco; la respuesta: mi marido tiene plata como para pagar coimas, meterme una denuncia inventada, y hacerme embargar lo poco que tengo; sin comentarios …. ¿pero cuántos casos así habrá?
. El reporting a las autoridades competentes de operaciones sospechosas de lavado de activos y de financiamiento de terrorismo (LAFT); en numerosos países, donde además se trata muchas operaciones de montos grandes en efectivo, el infra-reporting es tan grande que son verdaderos paraísos para el crimen organizado y para la entrada de éste en los partidos políticos a través del financiamiento; ¿cuántos notarios, abogados y otras profesiones saben perfectamente o intuyen que los clientes que vienen son en realidad delincuentes con dinero mal habido? ¿Lo reportan siempre? ¿no estarán siendo amenazados? ¿Cuántas empresas son puras fachadas? Desgraciadamente es el caso de nuestro país a pesar de los denodados esfuerzos de la UIF y de los meritorios esfuerzos de muchas entidades financieras, con tanto dinero informal y tanta transacción grande en efectivo, somos muy probablemente uno de los mayores casos de infra-reporting de lavado de activos del continente, con riesgos muy elevados para el futuro institucional del país y para el del control del crecimiento del crimen organizado y de la inseguridad ciudadana.
A modo de conclusión:
Mi post de noviembre último podría haber alegrado a muchos que preferirían que no se reporte ciertas cosas. Lamento decirles que todavía hay campos donde no se reporta suficiente información, con riesgos operacionales, no sólo para las empresas, sino sistémicos para los países, sea económico-financieros, sea institucionales, con deterioro del riesgo-país y de la sostenibilidad de la capacidad de atraer inversionistas (de los verdaderos, no especuladores o bandas criminales). En realidad, entre el sobre-reporting y el infra-reporting hay que encontrar un buen equilibrio, en función de lo que está en juego, en cada empresa, en cada entidad estatal, y sobre todo para el país; hay que tratar de no equivocarse en las prioridades. Y a veces no puedo dejar de pensar que para que haya menos dinero informal en un país, es también indispensable que la gente crea en las instituciones, que no va a ser esquilmada o perseguida en cualquier momento. Todavía se reportan de manera puntual demasiados casos de gente inocente acosada judicialmente y hasta en la cárcel (otra estadística que falta conocer mejor, como la de cantidad de delincuentes que sale libre de manera indebida o la de corruptos que se salen con la suya), como si fuésemos una dictadura. Es paradójico, porque, como escribí en otro post sobre el riesgo de las grandes sumas en efectivo, en el Perú, el dinero en una entidad financiera regulada está mucho más seguro que bajo el colchón; por lo menos, tener al sistema financiero sólido y bien supervisado, a un banco central de primer nivel y finanzas públicas responsables ya es un enorme paso. Pero no es suficiente, faltan más reformas institucionales profundas…y buenos reportings, que inspiren confianza; y estos, en algunos temas, son muy difíciles de lograr con tanta informalidad; esta misma se convierte en una fuente muy significativa de infra-reporting. Para las reformas institucionales, la OCDE puede ser de gran ayuda.