Tasas de Interés Bajas y Riesgo Crediticio
En el último post del 2015 explicaba cómo las tasas de interés muy elevadas eran un factor agravante del riesgo crediticio. Esto es relativamente obvio, aún más si se pasa de una situación de tasas de interés bajas a tasas de interés mucho más elevadas, como se ha podido ver en numerosas crisis financieras. Lo que es menos conocido es que las tasas de interés muy bajas también pueden ser un factor de deterioro del riesgo crediticio. Veamos por qué.
La razón es en realidad bastante sencilla, y cualquiera que haya tenido una larga experiencia en la banca y/o en la supervisión bancaria lo sabe de primera mano. Antes de desarrollarla, es necesario recordar que “tasas de interés bajas” incluye para fines prácticos, en la historia financiera de los países emergentes, también a aquellas que se obtienen al endeudarse en moneda extranjera a tasas muy interiores a las que se obtendrían respecto de deudas en moneda local.
Lo que siempre se ha podido observar cuando las tasas de interés bajan mucho y de manera prolongada comparado al nivel anterior al cual los agentes económicos estaban acostumbrados (y/o cuando el crédito y deuda en moneda extranjera menos caros a través de entidades locales o bancos/inversionistas extranjeros se vuelven muy fácilmente disponibles) es lo siguiente: muchas empresas aprovechan para lanzarse en inversiones cada vez más grandes y apalancadas, porque las tasas más bajas las hacen más rentables, muchos hogares se endeudan más porque piensan que se ha vuelto barato y seguirá siendo así; y con el tiempo, es una especie de espiral de optimismo generalizado tanto de los bancos y de los inversionistas como de los prestatarios, los estándares crediticios se van relajando cada vez más y se llega a préstamos donde sólo se paga intereses (y eso, a veces hasta estos se capitalizan y se pagan más tarde), y al financiamiento a bajo costo de operaciones cada vez más especulativas.
Como ya se sabe esos booms crediticios terminan invariablemente muy mal, con miles de quiebras y activos que valen mucho menos de lo que costaron, cuando la situación se revierte, sencillamente porque los ciclos económicos existen y porque siempre hay un momento en que las tasas de interés vuelven a subir (o el tipo de cambio evoluciona desfavorablemente para un país o grupo de países determinado). Economistas muy notables como Nouriel Roubini supieron alertar sobre ello antes de la crisis del 2008, sin ser escuchados. Se redescubrió a los olvidados Kindleberger y Minsky, que escribieron sobre cómo la inmoderada expansión del crédito llevaba a crisis financieras.
Cuando explotó la Crisis del 2008, se consideró a la FED, el banco central norteamericano, como uno de los principales responsables por haber mantenido a las tasas de interés muy bajas durante demasiado tiempo.
Y la observación de la génesis de muchas crisis financieras confirma cómo en fin de cuentas, tasas de interés muy bajas (o más bajas de lo acostumbrado en un país, lo que es lo mismo), llevan a que la calidad del riesgo crediticio se vaya deteriorando progresivamente porque los agentes económicos se vuelven menos prudentes en sus proyecciones y expectativas, llegando incluso a altos grados de imprudencia.
Algo que me llamó poderosamente la atención en esa época fue que nadie mencionaba a dos economistas que ya habían escrito sobre este problema de la exacerbación de los ciclos económicos por los ciclos crediticios mucho antes: Von Mises y Hayek; el segundo en especial había previsto lo que se venía en 1929 (lo que le valió el premio Nobel de Economía varias décadas después), y el primero acuñó una expresión que traduce la pésima asignación de recursos en épocas de crédito fácil: malinvestment. Ellos son considerados como los máximos representantes de la llamada Escuela Austríaca. Y menos aún se dijo que representantes de dicha escuela como los economistas Jim Walker y Chris Wood de los boletines Asianomics y Greed & Fear respectivamente, quienes trabajaron en la corredora de bolsa CLSA Emerging Markets, basada en Hong Kong, y ambos conocidísimos en Asia, habían previsto con bastante anticipación la crisis Asiática del 1997-1998 y también la del 2007/2008. Era como si fuera un tabú nombrar a esta Escuela económica. En especial a Hayek, que por diferentes razones, especialmente políticas (se le asocia al extremismo neoliberal y hasta a ciertas formas de ultraderecha) ha sido históricamente muy mal visto en la mayoría de círculos políticos e intelectuales. Bueno, los de mi generación y un poco más recordarán además que Hayek era el economista preferido de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Y a pesar de mi admiración desde adolescente por el New Deal de Roosevelt y por el Plan Marshall, así como por el Général de Gaulle y el par Adenauer/L.Erhardt, que se mantuvo intacta, Hayek y Von Mises fueron los economistas preferidos de mis años de estudiante. Y Asianomics y Greed & Fear acompañaron varios años de mi vida profesional.
Como en la época de esta gran crisis que empezó en 2007 mi hija de 15 años se encontraba estudiando Ciencias Económicas y Sociales y justamente era uno de sus cursos preferidos, especialmente Economía, no pude aguantarme las ganas de preguntarle cuáles economistas mencionaba su profesor: destacaban por supuesto, entre muchos otros, Adam Smith, Ricardo y Keynes. ¿Y Hayek? Nada, nunca. ¿Escuela Austríaca? Nada, ¿qué es eso?
Procedí a explicarle de manera resumida dicha Escuela, sus postulados y cómo habían previsto la crisis que se vivía, la de 1929, la Asiática. Por supuesto, también le conté sobre la “incorrección política” de Hayek, sobre cómo una rama de dicha escuela, que me parece extremista, está incluso en contra de la existencia de los bancos centrales y hasta va mucho más lejos criticando conceptualmente a la banca tal como la conocemos (consideran ilegal que se preste a partir de los depósitos; leer al español Huerta de Soto, por ejemplo). Y que para la salida de la Gran Depresión que siguió a la crisis de 1929, las ideas de Keynes habían resultado ser mucho mejores, y que eso era una realidad innegable.
Para mi hija todo un descubrimiento; y siendo una típica adolescente de la “generación Harry Potter”, me dijo con voz y sonrisa tenebrosas: “en fin de cuentas, Hayek es algo así como el “you-know-who” (ya sabes quién), el Innombrable, el Voldemort de la Economía…”. Muy bien visto, ¿no?
Casualmente por esos tiempos, The Economist terminó sacando un corto artículo sobre el hecho que no se mencionaba a esa Escuela a pesar del antecedente de 1929. Detalle divertido: Chris Wood trabajó 10 años en The Economist antes de pasar a la banca de inversión en diferentes firmas, terminando en CLSA Emerging Markets donde ya estaba Jim Walker desde varios años.
Ahora bien, cuando se ven todos esos debates feroces sobre si las tasas de interés no se están quedando demasiado bajas demasiado tiempo y si la FED no debería subirlas, subyacen en realidad en gran parte ideas “austríacas”, muy influyentes en ciertos círculos del Partido Republicano, de parte de los que dicen que se están generando nuevas burbujas, coincidiendo con otros que parten de otra perspectiva, digamos “Minskyana”.
Es decir, para algunos, vamos de frente a un nuevo deterioro generalizado del riesgo crediticio, a causa de esas tasas prolongadamente bajas. Tal vez sea cierto, y sí se ven burbujas crediticias y bursátiles localizadas; y ya se sabe que ha sido el caso en China, donde las autoridades tratan de resolver la situación con mucho pragmatismo. Pero también vale la pena preguntarse si elevar de nuevo las tasas rápidamente no va justamente a provocar una gran crisis en el contexto actual, como ya se vio en el pasado. Además, en muchos países no se puede decir que se haya reactivado mucho el crédito, que digamos, sigue bastante anémico, en especial para las MiPymes. Tremendo dilema para la FED y para muchos otros bancos centrales. Más vale no ser “ideológico” con estos temas…
Por mi parte, aunque viendo la historia financiera, es obvio que las tasas de interés prolongadamente bajas tienden a generar un deterioro de las carteras crediticias, pienso que ello no es inevitable: toda la reflexión sobre herramientas de regulación y supervisión macroprudencial y de resolución de crisis bancarias que se ha generado estos años muestra que hay muchas maneras de mitigar ese riesgo y de enfrentarlo cuando algo sale mal, que el problema no es únicamente de tasas de interés; acá no hay soluciones perfectas, muchas veces se está en el terreno de “¿cuál es la menos mala? Tengo 50 % de chances de equivocarme”. Mejor ser lúcido y aceptar esa realidad tratando, eso sí, de no repetir errores ya cometidos, que hayan mostrado serlo demasiadas veces. Y mandar al diablo a los “generales después de la batalla”.
Y, aunque suene a herejía para muchos economistas y políticos, estilo adorar a la vez a Dios y al Diablo, dirían algunos, desde el estricto punto de vista de la gestión del riesgo financiero sistémico y de la supervisión macroprudencial, me siento a gusto diciendo que prefiero a la Escuela Austríaca para algunas cosas, y que prefiero a Keynes y a los post-keynesianos para otras; de paso, me encanta Krugman, que encuentro muy acertado, a pesar de su franco y honesto sesgo político. Si mal no recuerdo, hace un par de años, un conocido economista peruano dijo algo parecido en una columna, desde la perspectiva de la teoría económica. ¿Y no fue Hayek un gran admirador de Keynes a pesar de los feroces debates entre ambos? Si no han leído el libro “Keynes Hayek” de Nicholas Wapshott, se lo recomiendo.