El Riesgo Operacional y “los Tres Motivos del Oidor”
Este título les parecerá tal vez curioso, porque obviamente uno puede preguntarse qué tiene que ver el riesgo operacional con una obra literaria poco conocida por generaciones más jóvenes que la mía, que nos viene de Ricardo Palma, como parte de su Tradiciones Peruanas. Veamos entonces a través de una pequeña lista de situaciones en las que se puede ver cómo un factor único puede generar la materialización de eventos de riesgo operacional.
Se trata de un factor que se presenta aún más en grandes organizaciones, y hasta de manera sistémica en un país. No será una lista larga, pero espero que bastante ilustrativa:
. en un banco o gran empresa trabaja un alto ejecutivo al que prácticamente todos temen porque se piensa que tiene mucho poder, pero sobre todo por sus características personales: tiene una capacidad “excepcional” para inventar y hacer correr rumores sobre la vida personal de otros, a partir de información que obtiene gracias a su extraordinaria capacidad para resistir al alcohol y de hacer hablar a los demás, aprovechando reuniones en bares after-office; aparte de ello es un especialista en todo tipo de trucos sucios para mejorar su posición a costa de otros, y en maltratar a colegas y subordinados, sobre todo mujeres, provocando numerosas renuncias. Al mismo tiempo todos saben que en otra empresa ya había tenido líos por abusos con la tarjeta corporativa para uso personal, que le encanta una vida de grandes lujos y de mucho aparentar, y en los medios más informados hay fuertes sospechas de que estaría cobrando dinero adicional a costa de la empresa aprovechando los altos pagos a ciertos consultores externos traídos por él. Pero nadie se atreve a decir nada, “es peligroso pelearse con él” y dicho ejecutivo sigue ascendiendo. Hasta que un día, dicho banco o empresa se ve envuelto en un gran escándalo y en juicios y grandes multas a causa de un esquema fraudulento montado por él con la complicidad de un abogado interno al que tenía chantajeado.
. son momentos de gran cambio en una gran empresa: llega un nuevo gerente general; todos están ocupados en tratar de “aparecer bien” frente a él, se está en pleno “beauty contest”; y en no pocos casos, buscando al mismo tiempo hacer quedar mal a otros, o tratar de ocultar o minimizar, sus méritos, para posicionarse mejor aún. Hay una serie de cosas que suceden en la empresa que más le valdría al nuevo gerente general saber, para atenderlas con rapidez por el riesgo que encarnan para su futura gestión. Pero todos quieren quedar bien, nadie le dice nada y/o se asegura de que los que quieran decir algo no puedan hacerlo. Un año más tarde se produce un gran evento de riesgo operacional con víctimas mortales y con gran impacto mediático generado por un factor que muchos conocían muy bien, pero que el nuevo gerente general ignoraba; éste último termina despedido por el Directorio, con su reputación por los suelos, y hasta le caen juicios a la empresa y a él de parte de las familias de las víctimas.
. la máxima autoridad política busca inaugurar una obra emblemática para cierta fecha a como dé lugar; digamos que se trata de un túnel; todo el mundo debe trabajar a marchas forzadas; en la empresa constructora, que depende enormemente de los contratos públicos, algunos saben que no se puede llegar a la fecha-objetivo en buenas condiciones de seguridad y lo dicen a sus gerentes; estos, algo asustados, se lo dicen a un par de funcionarios del ministerio relevante. Pero estos no quieren avisar a sus superiores, de ninguna manera le van a dar a sus jefes la idea de que más valdría postergar la inauguración, no quieren “dar la mala noticia”. Los gerentes de la empresa prefieren también callarse y hacen sufrir una presión aún mayor a los sub-contratistas. Y todo continúa, a marchas forzadas. El túnel es inaugurado sin problema aparente… y a los pocos días se produce un hundimiento que produce numerosas víctimas.
. en una administración pública, algunos altos funcionarios acosan sexualmente a varias empleadas; estas tratan de buscar ayuda dentro de la entidad, pero nadie está dispuesto a dársela, no quieren tener problemas con dichos funcionarios; se les dice incluso a ellas que no deberían vestirse como lo hacen, que en cierta forma se lo buscaron. Los abusos continúan, hay empleadas que renuncian, otras que se enferman, en medio de un silencio sepulcral, pero todo el mundo sabe. Hasta que un día, una de las víctimas se rebela y hace una denuncia. Y todo sale a la luz, en medio de una avalancha de denuncias de otras víctimas que se animan por fin a hablar. El titular de la entidad se ve obligado a renunciar ante el escándalo mediático de lo sucedido bajo su mando.
. en un gran banco, un funcionario del área de riesgos emite, porque “algo no le cuadra” en los números de los estados financieros del cliente, una opinión desfavorable sobre una enorme operación que podría hacer ganar millones de dólares a la institución y jugosos bonos a varios. Su superior, presionado a su vez por la alta dirección comercial, le explica que no puede hacerle eso al banco, y luego de varios días de presiones, que incluyen amenazas sobre su futura carrera, logra obligarlo a cambiar su opinión a “favorable”; la operación es aprobada al más alto nivel en comité de créditos, se firma y desembolsa y varios funcionarios obtienen los bonos correspondientes al fin del año. Al año siguiente, el deudor quiebra, en medio de un gran escándalo de fraude contable, y el banco tiene grandes pérdidas. El único “castigado” al comienzo es el mencionado funcionario, se le echa la culpa de todo, puesto que él hubiera debido saber, pues hizo el “due diligence”. Pero una auditoría interna pedida por el Directorio permite descubrir que en el asunto también hubo colusión en el área comercial con el cliente y “reparto interno oculto” de los bonos; los responsables son despedidos y/o denunciados ante la justicia, incluyendo al superior que presionó para el cambio de opinión inicial
. en una entidad pública, un funcionario no quiere firmar o visar cosas que por función debería firmar, y se las arregla siempre para que otros firmen o visen en su lugar; un día, el órgano de control descubre indicios de posible corrupción en una operación y al mismo tiempo descubre ese patrón de conducta en dicho funcionario….y termina por sospechar de él y denunciarlo ante la justicia por corrupción. Además, al mismo tiempo, como la operación tenía que ver con inversión en el reforzamiento de la seguridad informática de la entidad, todo el proyecto se paraliza por los temores generados por la auditoría; y al poco tiempo la entidad es objeto de un ataque informático especialmente agresivo que borra sus bases de datos esenciales.
¿Qué tienen de común estas situaciones?
Pues que los que hicieron algo que no debían, o no hicieron lo que se debía hacer, o se callaron, lo hicieron principalmente por los mismos tres motivos que el oidor de esta pequeña tradición de Ricardo Palma, que sucede en 1544, y que deberían leer, si no la conocen: “por miedo, por miedo y por miedo”. El rol del terrible Don Francisco de Carbajal es jugado aquí, por los superiores jerárquicos, o por los órganos de control, o…. por uno mismo y sus propias ambiciones y fantasmas.
Este es uno de los grandes factores de riesgo operacional. Algo de eso había mencionado ya en un post de noviembre del 2013, sobre el “miedo a decirlo”, pero acá he querido ampliar el espectro de situaciones posibles, todas reales, a partir de ejemplos conocidos incluso mediáticamente o de otros que lo son menos.
Es también un factor de riesgo operacional sistémico a nivel país: es lo que facilita que se instale de a pocos o súbitamente una tiranía o un régimen totalitario en un país. Al punto que este puede terminar pareciéndose a un gigantesco asilo psiquiátrico, como lo dijo una vez el disidente Zinoviev acerca de la Unión Soviética.
Pero en las situaciones que he descrito más arriba, no se trata de casos en los que uno se haya estado jugando la vida, no son dilemas que se presentan frente a un verdadero peligro mortal, como al que alude de manera velada el poeta soviético Yevgueni Yevtuchenko, en su poema “Miedos”, puesto en música en el cuarto movimiento de la impresionante Sinfonía número 13 del gran compositor Dimitri Shostakovitch, “Babi Yar”, que logra reproducir una atmósfera asfixiante y amenazante, la de la época de Stalin.
Conclusión:
Para poner las cosas en perspectiva, rindo humildemente homenaje a los pocos europeos que escondieron y ayudaron a escapar a muchos judíos durante la 2da Guerra Mundial frente a los Nazis, a los numerosos funcionarios turcos y otros musulmanes que salvaron la vida a tantos armenios durante la 1era Guerra Mundial (mi abuelo materno se salvó gracias a uno de ellos) frente a los fanáticos del Comité Unión y Progreso, a los procuradores, fiscales y jueces que siguen luchando contra el crimen organizado y la corrupción a pesar de las amenazas, a las mujeres que se rebelan frente a sus torturadores que las golpean y/o violan repetidamente….