Reflexiones en Torno a París, el Riesgo de Inundaciones y sus Impactos
En París se acaba de tomar medidas de precaución en razón de la rápida subida del nivel del río Sena, causada por las fuertes lluvias de las últimas 24 horas, tales como el cierre del acceso a vías ribereñas. En los días anteriores dicha ciudad, junto con su región, fue además golpeada por una súbita tormenta con una lluvia torrencial, que causó varios heridos por la caída de un rayo en un parque. Las autoridades vigilan la situación de cerca porque si sigue lloviendo así en los próximos días, hay un riesgo real de inundaciones severas en la ciudad y su región, a pesar del impresionante dispositivo de barreras fluviales defensivas existente, para evitar eventos como el especialmente traumático de 1910 (con más de 8.5 m de nivel de las aguas, 6 más de lo normal).
Fuertes inundaciones en París y su región tendrían un impacto económico considerable por la importancia del “tejido industrial” de la región, con impactos en la cadena de suministro para empresas de otras regiones y países. Los dispositivos de continuidad operativa de las empresas y del Estado serían fuertemente puestos a prueba. Otro riesgo es que muchas empresas terminen prefiriendo instalarse en otras regiones. Según la red Maîtrise des Crises, especializada entre otros en temas de gestión de crisis y de continuidad del negocio, las empresas sólo dispondrán de 2 a 4 días para tomar medidas reactivas y de evacuación/adaptación; dicha institución ya está ofreciendo a sus miembros un seminario especial de preparación por si el evento se produce.
Esta situación se da justo cuando París acaba de ser la sede, a mediados de este mes de mayo, de una notable conferencia internacional organizada por la OCDE sobre el manejo financiero del riesgo de inundaciones.
Dicho evento fue la oportunidad de recordar cómo, sin necesidad de huracanes como los de los EE.UU, América Central, o Filipinas, de monzones como en la India y sus vecinos, las inundaciones afectan de manera recurrente a los países de Europa, y algunas con impactos económicos gigantescos como las que afectaron a Europa Central en el 2002 y en el 2013 en las cuencas del Elba y del Danubio, estando entre los más afectados, Alemania, Austria, Hungría, Polonia y la República Checa. También le pasó al Reino Unido en el 2007, siendo las peores desde 1947. Más recientemente, Serbia fue muy severamente golpeada por las inundaciones de abril 2014, que la han llevado a construir todo un sistema de gestión de riesgo de desastres que no existía.
Y también se pudo recordar cómo el país que se lleva el récord de afectación respecto del PBI y en cuanto a impactos para otros países es Tailandia con las catastróficas lluvias del 2011 que afectaron a numerosos parques industriales, y por ende a la cadena de suministros de numerosos fabricantes automotrices y electrónicos globales; dicho país había tenido una política muy atractiva para convertirse en un hub industrial para dichos sectores.
¿Tiene todo esto que ver con nuestro país? Mucho, a decir verdad:
. porque ya sabemos cómo las lluvias del Niño pueden afectarnos gravemente como pasó en el 1983 y en 1998. Este año, el Niño no llegó a ser extraordinario, pero no debe olvidarse que el impacto relativamente bajo, a pesar de episodios de lluvia tan intensos como en el 1998, se debió en gran parte a una mayor inversión en reducción del riesgo, un logro innegable; a pesar de ciertas dificultades de ejecución, hubo una notable proactividad. No fue solo suerte.
. porque además nos puede golpear la Niña, como la del 2010-2011, algo que la región Cusco recuerda muy bien por la interrupción de varios meses en el flujo turístico que ello significó; y el Gobierno ya está disponiendo la preparación para la que se viene, que se prevé se manifieste con heladas en las zonas más altas, pero no se debe olvidar las lluvias torrenciales súbitas y/o continuas con inundaciones que también se pueden producir por dicho fenómeno; algo que afectó aún más a Colombia esos años, y de manera especialmente severa.
. porque de manera general, seguimos teniendo una penetración extremadamente baja de los seguros que cubran eventos naturales (que son los mismos que suelen cubrir los incendios); en la mencionada Conferencia se volvió a mostrar la diferencia que da una buena penetración de los seguros en términos de impacto final macroeconómico y fiscal.
Y las lecciones aprendidas de otros países nos deben llevar no sólo a saber prepararnos mejor, lo que incluye a la promoción del aseguramiento y de la continuidad del negocio por parte de los gremios empresariales y de las autoridades, y a intensificar nuestros esfuerzos de inversión en reducción del riesgo (que incluyen también el tener “el chip del mantenimiento”; limpiar los cauces de los ríos no debería ser algo que se hace de vez en cuando o cuando asoma una amenaza), sino también a ser más reflexivos en cuanto a los lugares que se escogen para desarrollar centros urbanos y ciertas actividades económicas, algo que también forma parte del ordenamiento territorial y que abarca no sólo a la reducción del riesgo sino de manera más amplia a la adaptación. A pesar de las numerosas voces internacionales que dicen que los fenómenos hidrometeorológicos serán inevitablemente peores a causa del cambio climático, de nosotros depende que los impactos sean relativamente limitados.