Las Ventajas y Riesgos del Préstamo de Acciones
Hace pocos días se ha anunciado una normativa que permitirá a las AFP prestar las acciones que tengan en otras empresas a otros jugadores del mercado. Esta norma forma parte de los dispositivos destinados a darle más liquidez a nuestra Bolsa de Valores, que está amenazada por una reclasificación por la proveedora de índices MSCI a la categoría de “mercado frontera”, en vez de la categoría actual de “mercado emergente”
Seamos claros: el inversionista que pide acciones de una empresa prestadas, lo hace porque piensa que estas acciones están demasiado altas y que van a bajar; lo que espera es poder venderlas a ese precio alto y luego recomprarlas más barato y devolverlas a la AFP con una ganancia muy superior a los intereses que tendrá que pagarle a la AFP por ese préstamo. Es una operación que se hace para especular a la baja contra una acciòn, o “vender en corto”.
Las ventajas:
. el prestamista de acciones, en ese caso la AFP, pero en otros países puede ser cualquier inversionista institucional, gana algo más por las acciones que tiene (lo que siempre puede ser bueno para la cartera global y para el afiliado)
. eso puede ayudar a evitar que las “burbujas” sean excesivas, pues siempre hay inversionistas dispuestos a “jugar a la baja” cuando los demás están jugando al alza indefinida
. y efectivamente, es un sistema que contribuye a dar liquidez a los mercados de acciones, pues se transan mayores volúmenes; en los mercados desarrollados es una actividad habitual
Los inconvenientes y riesgos:
. existe el riesgo de que la apuesta a la baja salga mal, y de que el comprador no tenga la capacidad financiera de comprar aún más caro, es decir con pérdida, las acciones que tiene que devolver (riesgo de contraparte)
. en una situación de pánico financiero, el sistema se convierte en una terrible maquinaria para hundir completamente a un mercado de acciones, sobre todo con los sistemas automatizados que existen ahora; por ello una de las medidas más habituales de los reguladores/supervisores para frenar la hemorragia es prohibir temporalmente las operaciones “en corto”
. y como pude explicarlo en un post de marzo del 2012, también ha mostrado ser una herramienta, para ciertos fondos agresivamente especulativos, para atacar a un mercado emergente en particular con consecuencias catastróficas para el país “atacado”.
Lo último ha sido una de las razones por las cuales, en el contexto de mercados emergentes estrechos y vulnerables como el nuestro, donde especulando con montos relativamente pequeños se puede desencadenar una verdadera hecatombe, he tenido siempre una posición escéptica respecto de los préstamos de valores.
Pero el problema actual más urgente es el del riesgo de una reclasificación desfavorable de nuestra Bolsa de Valores, en gran parte por su insuficiente liquidez. Y al mismo tiempo hay que examinar lo que se hace en los otros países de la Alianza del Pacífico: la voluntad de integración financiera es el nuevo factor a tomar en cuenta en la ecuación.
Entonces, en las circunstancias actuales, más vale disponer de esa herramienta habitual en los mercados más desarrollados.
Por supuesto, ello supone que el riesgo de contraparte esté muy bien controlado, con un alto coeficiente de sobre-cobertura del préstamo por el valor de las acciones, por ejemplo (es decir se presta con un margen de garantía adicional) y con un verdadero análisis del riesgo de contraparte que representa el comprador (cuidado con algunos inversionistas algo “aventureros” con insuficientes espaldas financieras…).
Y ello supone también que, tal como se ha visto en países que lograron hacer frente con éxito a ofensivas muy agresivas de ciertos fondos, las autoridades, tanto el regulador/supervisor, como el banco central y como el ministerio de economía y finanzas, en vez de ser pasivos y dejarse sorprender, tengan muy claro qué hacer frente a situaciones de este tipo, teniendo todo un arsenal de “armas de contraofensiva” bien preparado pero no divulgado, sin dejar de lado la capacidad de ser creativos en el momento mismo, sin ningún tipo de prejuicio ideológico.
La guerra financiera existe. Pregúntenles al Reino Unido, a Tailandia, a Malasia y a Hong Kong, por dar algunos ejemplos. Y también a los EE.UU. : ¿recuerdan ese número inhabitual de operaciones en corto contra la bolsa de New York justo antes de los atentados del 11 de setiembre del 2001? Se comentó entonces que Al Qaeda y sus financistas árabes ganaron mucho dinero con los atentados, teniendo información privilegiada muy particular. Otros, lo que hacen es lanzar un rumor grave, a través de terceros cómplices, contra una empresa (por ejemplo que hay un defecto grave en su producto estrella) o incluso contra las finanzas públicas o la situación financiera de un país (como dar a entender que podría no poder pagar un vencimiento de intereses y/o de capital, o hacer decir por pequeñas clasificadoras “amigas” que en realidad está en default sobre ciertos pagos) habiendo tomado posiciones “en corto” poco antes; a veces puede tratarse de algo cierto pero desencadenado por ellos mismos pues estaban al tanto por adelantado de lo que iban a hacer directamente o a través de terceros “amigos” (anunciar un downgrade al mercado o lograr que salga oportunamente una denuncia periodística o un juicio iniciado por un cliente de la “empresa objetivo”); muchos reguladores financieros (a través de otras autoridades) penan ese tipo de prácticas incluso con la cárcel; es lo justo: se trata de comportamientos totalmente inmorales, además de tratarse de “delincuencia de cuello blanco”.