Supervisión y Regulación Financiera: ¿Rentabilidad de las Entidades vs. Protección del Consumidor?
De vez en cuando y sobre todo en épocas electorales se ven aparecer amargas críticas contras las entidades supervisadas, trátese del sistema financiero, del de seguros o del de administradoras de fondo de pensiones. Se dice que éstas están “ganando demasiado dinero” a expensas de sus clientes, y se proponen diversas medidas para recortarles a como de lugar las ganancias. Es decir, se supone con ello que el hecho de que tengan altas ganancias es intrínsecamente “malo” para el consumidor. Se trata en realidad de un razonamiento excesivamente simplista, que incluso puede volverse peligroso para los mismos clientes, además de poder serlo para las finanzas públicas y para la economía en general. Veamos por qué.
Dejo aquí de lado el espinoso tema de las AFPs, que en realidad es parte de un problema mucho más amplio (el pensionario en general) y que ya está demasiado politizado. Me voy a concentrar en el tema de los bancos y otras entidades financieras así como en las empresas de seguros.
Como algunos lo recuerdan, la SBS, como todo regulador/supervisor financiero, debe velar por los intereses de los depositantes y de los asegurados. Cuando se lee eso, lo primero que viene a la mente, cuando se conoce poco del tema, son medidas tales como impedir cobros abusivos y engaños respecto de lo publicitado, y asegurarse de que los clientes estén bien informados y de que los contratos sean relativamente simples de leer. Es decir, clásicas medidas de protección del consumidor de servicios financieros. Todo eso está muy bien. Pero en realidad no basta, se está ignorando una dimensión que es también clave para proteger a los depositantes y a los asegurados….y de paso al erario público y a la solidez económica del país, es decir a toda la población, que incluye a los depositantes y asegurados.
Trate de imaginarse de que usted es un depositante particular, o empresarial, en una entidad financiera, y esta quiebra; claro, si está por debajo de cierto monto, lo cubrirá el fondo de seguro de depósitos y terminará recuperando su dinero; pero todo lo que esté por encima estará perdido completamente o deberá esperar años a recibir un pequeño porcentaje producto de la liquidación de la entidad.
Del mismo modo, trate de imaginarse que en caso de un siniestro considerable, que podría ser un sismo de gran magnitud, usted se esté esperando a recibir una indemnización de la empresa de seguros…pero desgraciadamente, ante la avalancha de pedidos de indemnización, esta no puede hacer frente y quiebra; y usted no recibe nada, salvo mucho más tarde una pequeña porción producto de la liquidación de la empresa.
Es necesario saber que una de las principales razones por las que puede quebrar una entidad financiera o una empresa de seguros es porque no tiene una solvencia suficiente. Y la solvencia viene de un capital propio suficiente (o patrimonio efectivo suficiente) para poder hacer frente a parte de sus obligaciones, sobre todo frente a “pérdidas inesperadas”. En general se expresa en un porcentaje respecto del total del balance o de las obligaciones, que se llama ratio de solvencia a largo plazo. Los reguladores/supervisores financieros tienen en general reglas muy estrictas sobre el nivel mínimo necesario, pero también lo vigilan con mucho cuidado los inversionistas, y en el caso de las entidades financieras, los grandes depositantes. Si ese ratio no es suficientemente alto, el riesgo de quiebra es mayor.
Bueno, para estar lo que se llama “sólidamente capitalizado”, no hay milagros:
. se debe disponer de una sólida base de capital gracias a los inversionistas que han invertido en la empresa y que van invirtiendo en ella conforme esta crece (crecer en el largo plazo sin aumentar el capital es “suicida”)
. y se la debe reforzar gracias a la capitalización de las utilidades anuales que genera el negocio; es decir que no todo debe distribuirse en dividendos.
¡Ajá!, dirán algunos: ¡entonces, que ganen menos, y tengan menores utilidades, pero que capitalicen todo, nada para los accionistas! El problema con un razonamiento así es que una empresa que nunca distribuye dividendos, o que distribuye muy pocos dividendos tendrá enormes problemas para encontrar gente dispuesta a invertir en ella. Y en la economía hay ciclos, o a veces hay “guerras de precios”, y en ciertos años puede haber o utilidades muy bajas o pérdidas y si una empresa no distribuía dividendos antes, hace tiempo que dejó de atraer a nuevos inversionistas (o de convencer a los existentes) que le permitan reforzar su capital propio. Al no distribuir dividendos, una empresa puede estar cavando su propia tumba a largo plazo. Y para poder tener capacidad de distribución de dividendos, hay que tener utilidades relativamente elevadas.
Si hay algo que puede reducir artificialmente las utilidades de una entidad financiera o empresa de seguros, es obligarla a no cobrar por servicios que tienen un costo, o a rebajar márgenes a niveles que podrían no ser sostenibles en el largo plazo (frente a los riesgos que se corren realmente), o a imponerle cálculos artificiales para que “gane menos” (en el caso de las empresas de seguros) que tarde o temprano la dejarán fragilizada e incapaz de hacer frente a sus obligaciones (pagar indemnizaciones o rentas vitalicias).
Y como ya hemos visto, una entidad/empresa insuficientemente rentable es un riesgo elevado para sus propios depositantes o asegurados. Un regulador/supervisor sensato no pierde nunca eso de vista: no puede estar diciendo por un lado “!oye, cuidado con tu ratio de capital, ay de tí si baja de cierto nivel!, y por el otro (por sí mismo o forzado por alguna Ley), “te prohíbo cobrar tal cosa y tal otra aunque te cueste plata, y te ordeno bajar tus márgenes”.
Peor aún: en caso de crisis económica o de un desastre natural de gran magnitud, si muchas entidades/empresas están insuficientemente capitalizadas, se concreta lo que se llama el riesgo financiero sistémico: quiebran varias al mismo tiempo, no hay fondo de seguro de depósitos que baste, y el Estado tiene que salir a rescatar a entidades antes de que toda la economía se encuentre afectada, con ruptura de cadena de pagos, y multiplicación de quiebras de empresas del sector no financiero. Con eso evita quizás la catástrofe económica absoluta (depresión) pero las sumas a inyectar pueden ser tan grandes respecto del PBI que el Estado ve crecer su endeudamiento de manera exponencial, a niveles que dejarán presionadas sus finanzas públicas (y capacidad de invertir en salud, educación, infraestructura, seguridad, etc.) por mucho tiempo, con un prolongado período de bajo crecimiento (o de recesión).
Conclusión
Antes de andar propugnando a rajatabla medidas para que entidades/empresas del sector financiero sean menos rentables, más vale pensar un poco en lo que se está diciendo. A menos que lo que se esté deseando sea un modelo donde los bancos y empresas de seguros deben trabajar a pérdida y estar en manos del Estado, sobreviviendo con ingentes subsidios que contribuyen a profundizar el déficit fiscal.