¿Es el Financiamiento en base a Facturas sin Riesgo?
Entre las diferentes técnicas crediticias, una que está cada vez más difundida, es la otorgar a un cliente un financiamiento basado en el descuento, cobrando intereses y comisiones, de las facturas que emite como proveedor de otras empresas. La palabra más usada para esa técnica es la de factoring (hay países donde se dice “factoraje”). Se suele pensar, puesto que es muy usado para financiar a Pymes que tienen a clientes que son empresas más grandes que con ese financiamiento se toma un menor riesgo puesto que se tiene el riesgo crediticio del proveedor, en vez del riesgo del que cede las facturas. Pero la realidad no es tan simple como parece.
En efecto, para empezar, le factoring puede ser sin recurso contra el cedente de las facturas, es decir que se toma de manera definitiva el riesgo del deudor comercial del cliente, pero también puede ser con recurso contra el cedente, es decir que si el deudor final no paga, la entidad financiera puede cobrarse contra el cedente, como lo hace en el marco del más antiguo descuento de letras de cambio y de pagarés; este último caso tiene la ventaja de tener en cierta forma la garantía del cedente…aunque en la práctica muchas veces, si el deudor de éste no paga, el cedente tampoco está en medida de reembolsarle el monto prestado a la entidad financiera.
Entonces, como ya estamos viendo, no es porque se ha financiado contra facturas, que no se tienen ningún riesgo crediticio: se tiene el del deudor “cedido” de todas maneras, y si es con recurso, se sigue teniendo el del “cedente”, aunque en teoría sea una protección adicional. El riesgo crediticio clásico no desaparece por la magia de la existencia de las facturas. Aunque por supuesto es menor que en los préstamos de corto plazo completamente “en blanco”.
Pero se pueden presentar riesgos adicionales, lo que vamos a ilustrar con dos ejemplos.
El caso Oceanografía – Banamex (México)
En febrero del 2014, Banamex, la filial mejicana del grupo Citibank, anunció que había perdido USD 400 millones en un caso de fraude externo.
Lo que había pasado era lo siguiente:
. la firma mejicana de servicios petroleros Oceanografía había pedido a Banamex financiamiento en base a facturas emitidas sobre el gigante petrolero Pemex por un monto que llegó a alcanzar USD 585 millones; para los funcionarios de Banamex, la operación fue vista principalmente como una toma de riesgo crediticio Pemex, considerado como muy seguro al ser la gran petrolera estatal.
. pero una auditoría estatal tuvo como resultado que se suspendiera la relación comercial de Pemex con Oceanografía; alertados por ello, los funcionarios de Banamex verificaron todas las facturas cedidas….y descubrieron que la mayoría eran falsas, por un total de USD 400 millones
. luego las investigaciones penales llevaron al arresto del principal dirigente de Oceanografía, así como al de varios funcionarios de Banamex; además se sospechó complicidades (fraude interno) en el banco, lo que se comprobó en fin de cuentas con un solo empleado.
En conclusión, quedó demostrado que el banco había sido imprudente en prestar un monto tan elevado a una empresa mediana, por creer que el riesgo era Pemex, y que había olvidado que los cedentes pueden engañarlo a uno con facturas falsas, lo que puede ser reforzado por la complicidad interna de uno o más empleados.
Lo sorprendente es que en la historia de la banca era ya un riesgo muy conocido. Lo que nos lleva al segundo ejemplo.
El “financiamiento Dailly” en Francia
Este también es conocido bajo el nombre de “cesiones de acreencias Dailly”. Daily era el apellido del senador francés que creo es producto a principios de los años 80, que se volvió muy popular durante la década, sobre todo a partir de su flexibilización en 1984, y lo sigue siendo. Es una herramienta muy usada para financiar a las Pymes.
El principio está basado en el descuento por el banco de acreencias listadas en un documento de cesión, con ciertas informaciones obligatorias que incluyen el número de las facturas. Es como un factoring con recurso, puesto que en caso de falta de pago por el deudor se cobra el monto al cedente.
Ahora bien, el marco previó dos modalidades: la “cesión notificada” (en la cual el banco notifica al deudor y le dice que le pague directamente en vez de pagar al cedente; en una sub-modalidad , el cedido debe no sólo confirmar que recibió la notificación sino aceptar formalmente que pagará al banco, sino esa acreencia no es tomada), y la “cesión no notificada”, donde simplemente no se escribe a los deudores cedidos (aunque el banco se reserva el derecho de hacer notificaciones como una forma de “sondeo” del carácter genuino de las facturas). En la práctica, por el juego de la competencia por los clientes Pymes y porque la “cesión notificada” era bastante costosa administrativamente, fueron las cesiones no notificadas las que tuvieron de lejos la mayor popularidad.
Me tocó vivir en 1990 un caso muy ilustrativo de lo que puede pasar: una Pyme de servicios gráficos de la región parisina con una cartera de clientes prestigiosa se financiaba de esa manera, y bajo el mando del hijo del fundador, ya jubilado, empezó a crecer, y a buscar más bancos (puesto que los bancos querían quedarse en límites prudentes) y luego a pedir aumento de sus líneas, mostrando la tendencia creciente de sus ventas. Hasta que un día el banco histórico de esta Pyme familiar nos convocó a una reunión urgente y nos anunció la bomba: no éramos 4 bancos como el cliente nos decía, y aparecía en sus últimos estados financieros, sino 8 bancos; además el banco histórico había notificado cesiones y descubierto que no había facturas falsas…pero que cada factura había sido cedida entre 2 y 4 veces, (lo que se confirmó con una acción de notificación global concertada entre todos los bancos), con el cliente haciendo “carrusel” de un banco a otro para que todo pareciera normal. Luego resultó por añadidura que el hijo se había vuelto adicto a una vida de lujos y que “bombeaba” de la empresa un sueldo mucho mayor que su padre, y que el contador externo, también pagado de manera exagerada, había “masajeado” las cuentas para que el sobrefinanciamiento no apareciera. Fue necesaria una restructuración de unos 10 años para salvar la empresa y permitir el lento reembolso de lo sobrefinanciado, además de una “quita” parcial que variaba en función de quiénes habían tomado primero las acreencias.
Muchos casos similares se produjeron en esos años de crisis en el sector Pymes, que afectó a Europa entre 1990 y 1993 (fueron también los años de explosión de una burbuja inmobiliaria y de la salida de dos grandes países del Sistema Monetario Europeo, el antecedente del Euro). A pesar de ello, la cantidad de fraudes no ha sido tal que las entidades financieras de ese país se hayan desanimado de seguir usando el mecanismo. Además sacaron las lecciones de ese período para usar más la “notificación de sondeo” con fines disuasivos, y contaron con el desarrollo del seguro por riesgo crediticio, que tomaban los mismos clientes, para exigir la cesión en garantía de la póliza de seguro. Ello volvió al producto menos arriesgado.
Conclusión
Lo que es una lástima, y algo que se nota con frecuencia, es que en Banamex, como en la mayoría de los bancos, no parece haberse estudiado mucho la historia financiera internacional, que siempre le da a uno un mayor conocimiento de los riesgos que puede enfrentar. Muchas veces, existe también la manía de querer aparecer como el que presenta un producto novedoso, cuando ya existió o existe en otros países con otros nombres; y al hacer la transposición local se olvida los riesgos que mostraron tener.
El factoring tiene un enorme futuro en países como el nuestro. Para que ese desarrollo sea exitoso, por parte de los que financian, hay que ser conscientes de los riesgos y de las lecciones aprendidas por otros. Una ventaja que tenemos en nuestro país, es el desarrollo de la factura electrónica que impulsa la Sunat, lo que debería reducir el riesgo de las facturas falsas. Pero como ven, ese no es el único riesgo. Y el desarrollo del seguro de riesgo de crédito, que es otro factor muy importante para ordenar y consolidar el mercado, todavía es muy incipiente, desgraciadamente. Pero tenemos otro punto fuerte que también ayuda mucho a reducir el riesgo: la existencia de una “central de riesgos positiva”, que permite evitar sorpresas como la descrita sobre el número de acreedores y el monto de la deuda total.
Y por supuesto, el tipo de riesgo mencionado desaparece cuando el factoring es organizado por el deudor mismo respecto de sus proveedores, lo que se llama el “reverse factoring”, que practican varias grandes empresas que les ofrecen a sus proveedores un pago al contado financiado por un banco o fondo especializado (contra facturas de plazos relativamente largos); aunque eso sí, el financiador tiene que estar muy seguro del riesgo crediticio de esa gran empresa, porque no se tratará de montos acumulados pequeños.