¿Saben lo que es el “riesgo catastrófico”?
Esta es una expresión de uso bastante reciente y relativamente poco conocida salvo por los profesionales de las empresas de seguros y reaseguros. Con sólo decirles esto, ya les estoy dando una idea de lo que puede incluir. Pero en realidad la noción es más amplia de lo que parece cuando uno piensa en los seguros. Para empezar, digamos que es el riesgo de que se produzca una catástrofe. ¿Pero cómo podemos definir esa palabra? Ello es muy importante al momento de pensar en medidas para gestionar este riesgo, y además uno tiene que pensarlo no sólo a nivel individual o de empresa, sino a nivel de país o incluso de grupos de países.
Primero que todo, una definición bastante aceptada es que en general se trata de un evento de baja probabilidad y de muy alto impacto, que tiene la posibilidad de producir un nivel muy significativo de pérdidas humanas, económicas y financieras.
Se trata además de un evento que provoca un verdadero shock a nivel socio-económico, y a veces hasta ambiental.
En general se piensa en un evento súbito, como puede serlo un sismo, pero es una visión algo estrecha del tema: puede tratarse también de un encadenamiento de eventos no necesariamente muy grandes, pero que es muy poco frecuente, cuyos impactos se van produciendo de manera cumulativa en un tiempo que puede ser no muy corto, y que luego se reconoce como una catástrofe por la magnitud de los daños e impactos producidos.
Estableciendo una lista de catástrofes podemos ilustrar mejor esta variedad:
1) Tenemos primero a los tantas veces mencionados desastres naturales de gran magnitud;
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Los sismos de alta intensidad (con o sin tsunami) así como las erupciones volcánicas.
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Los huracanes, ciclones, tifones (lo mismo según donde se produzcan) así como los tornados y otros fenómenos de fuertísimos vientos sin lluvia, las tempestades tropicales de gran intensidad
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Los grandes deslizamientos de tierras (aludes, huaycos, etc.) y las inundaciones, muchas veces asociados a lluvias
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Los incendios forestales (aunque a veces puedan tener origen criminal)
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Las sequías y grandes olas de frío (que solemos llamar “friajes”).
A veces sucede, como dijimos, que no se trate de eventos súbitos, sino de una larga sucesión de eventos, cuya acumulación constituye la catástrofe; por ejemplo lluvias casi ininterrumpidas durante varios meses y que van provocando además inundaciones y deslizamientos de tierra (como pasó en Colombia con la Niña del 2010 y el 2011). Además si los fenómenos naturales se vuelven catástrofes, es muchas veces por el grado de vulnerabilidad de las poblaciones y del país. Un mismo tipo de evento puede tener poco impacto a pesar de tener el potencial de causar grandes daños.
2) Luego tenemos los desastres causados por el hombre:
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Las guerras de alto impacto destructivo, tanto externas como civiles; a veces eso incluye conflictos internos de larga duración de “baja intensidad relativa” que a la larga tienen impactos catastróficos, como lo sabemos muy bien en Perú y Colombia; y también los genocidios que se cometen aprovechando esos contextos
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Los grandes atentados terroristas u oleadas de atentados terroristas
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El crimen organizado desbocado y fuera de control; su efecto puede ser equivalente al de oleadas terroristas y al de una guerra civil de “baja intensidad”
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Los grandes eventos (accidentes) de contaminación industrial, lo que incluye la nuclear; pensemos en Bhopal en la India o Tchernobyl en la ex URSS
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Las disrupciones graves de telecomunicaciones y tecnológicas: por ejemplo cortes de internet prolongados por la ruptura de un cable esencial, o la guerra cibernética; o lo que se temió con el “bug del año 2000”
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Las grandes pandemias, como la Gripe Española en 1918 o el SARS
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Las grandes hambrunas: se ha olvidado que estas todavía se producen en algunos países de África; pero también las hubieron provocadas como la que asoló a Ucrania por órdenes de Stalin.
3) Y tenemos también a un tipo de catástrofes que no se solía reconocer como tales: las grandes crisis económico- financieras, que pueden afectar a un país, a varias países e incluso a casi todo el mundo, como la gran crisis de 1929 y los años siguientes. Este tipo de catástrofe, aunque la pongamos aparte, forma parte en realidad de las causadas por el hombre y son del tipo de las que se van desarrollando progresivamente en oleadas sucesivas de impactos que se van potenciando mutuamente. A veces pueden haber sido causadas o agravadas por algunos de los tipos de desastres citados anteriormente como se ha visto con grandes sismos o con guerras externas o civiles. O hay casos en el que el factor clave causante es la llegada al poder de un gobierno particularmente catastrófico por su pésimo manejo macroeconómico y/o por la polarización interna extrema que provoca (que puede llevar a la guerra civil), o por su política de agresión a los países vecinos (los efectos no siempre se ven inmediatamente, pueden ser retrasados o escondidos mediante diferentes trucos): los daños a largo plazo pueden llegar a ser peores que los de un mega-desastre natural.
4) Finalmente tenemos un tipo de catástrofe que se desarrolla como “en cámara lenta”, tomando muchos años en producir sus efectos negativos, y que según el último estado de la investigación científica tiene tanto de “desastre natural” como de “desastre causado por el hombre”: el cambio climático. Aunque no se le suele ver como tal, individualizando más bien a los desastres que contribuye a agravar. En términos de gestión de riesgos, más vale verlo de manera global, y es lo que se está haciendo de manera creciente estos últimos años, a pesar de no pocas oposiciones e indecisiones.
Pues bien, todos estos riesgos se pueden gestionar de diferentes maneras, tanto a nivel micro (personas, empresas y otras organizaciones) como a nivel macro, con intervenciones colectivas de empresas (y sus gremios), y acciones estatales: porque los Gobiernos no deben olvidar que una de sus grandes responsabilidades es la gestión eficaz y eficiente del riesgo catastrófico, algo que debería hacerse con verdaderas políticas de Estado, en vez de negarse a ver la realidad o actuar de manera burocrática y rutinaria y/o no darle importancia al tema si no brinda réditos políticos inmediatos, y/o preferir no hacer nada si obliga a tomar medidas impopulares o criticadas por algunos grupos o medios por razones interesadas o ideológicas.
Lo veremos en el siguiente post.