¿Malas Noticias sobre los Bancos “Too Big to Fail”?
Hace unos días en un medio anglosajón se comentaba el hecho de que los grandes bancos norteamericanos que se habían distinguido por su imprudencia y malas prácticas que llevaron a la crisis del 2007-2008 se estaban “saliendo con la suya”, al punto de obtener modificaciones legislativas a su favor, directamente o en temas que favorecen su capacidad de hacer lobby. Incluso el título en castellano era bastante provocador, mencionaba la “venganza de Wall Street”; y uno de los comentarios era que estos bancos, que habían sido criticados por ser “demasiado grandes para quebrar” (Too Big to Fail en inglés, o TBTF), no dejando otra opción que su salvataje por el Estado, ahora eran incluso más grandes.
Una de las discusiones que aparece de manera recurrente es si los reguladores deberían permitir la existencia de bancos tan gigantescos. A nivel mundial en todo caso, el problema está siendo tratado a través del Financial Stability Board, creado en el 2009 a causa de la crisis, que además de desarrollar la noción de “instituciones financieras sistémicamente importantes” (o SIFIs por la sigla en inglés), ha publicado una lista de 30 bancos globales sistémicamente importantes o G-SIBs, que se ven ahora obligados a incrementar el nivel de su capital, así como a ser objeto de coordinaciones reforzadas entre supervisores y a cumplir con estándares más exigentes en cuanto a gobierno corporativo y a calidad de la gestión de riesgos.
Lo que se busca es hacer todo lo posible para que no se tenga que rescatarlos en el futuro, y que si quiebran se haga de manera ordenada sin crear pánicos financieros.
Este esquema mundial parece estar basado en la premisa de que todas maneras es prácticamente inevitable tener bancos gigantescos, por la misma dinámica del mercado, que incluye las fusiones y adquisiciones. Pero no debería olvidarse que el problema del tamaño, por más reglas de capital adicional y estándares más duros que se impongan, acarrea también un riesgo operacional mucho mayor: por eso es que algunos analistas hablaban más bien de que el problema era que esos bancos eran demasiado grandes para ser realmente manejados (Too Big to Manage, o TBTM); y efectivamente, eventos recientes siguen mostrando que les es muy difícil tener a todas sus divisiones y filiales realmente bajo control, lo que los expone a eventos de riesgo operacional que les generan enormes pérdidas unitarias. Es decir, pueden incluso tener muy buenos estándares de gestión de riesgo operacional, con todas las reglas del arte, igual se les siguen saliendo de control muchas situaciones. Y les ha pasado recientemente a bancos conocidos por haber logrado sortear hasta ahora con bastante éxito la crisis, y considerados como referentes en materia de gestión de riesgos. Uno puede preguntarse si a pesar de todas las precauciones que se están tomando a nivel mundial, no podrían producirse accidentes financieros muy serios a causa de este riesgo operacional exacerbado.
O sea que el gigantismo de las entidades financieras sí es un problema en sí. Ahora bien si uno traslada el examen a los mercados nacionales, y empieza a decir automáticamente que, el que un mercado nacional tenga un fuerte nivel de concentración dominado por unas cuantas entidades es un gigantesco riesgo para el país en cuestión, y que es necesario hacer aparecer mucho más entidades financieras para que haya más competencia, lo más probable es que esté exagerando o que incluso esté planteando soluciones contraproducentes:
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Primero, porque podría tratarse de bancos con una cultura de gestión de riesgos prudente y/o muy bien supervisados. El caso más flagrante es el mercado canadiense dominado por unos 4 bancos, que no tuvieron ningún problema con la crisis.
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Segundo porque esos bancos podrían estar también muy bien capitalizados y menos expuestos al contagio financiero internacional por la naturaleza de sus operaciones y de su financiamiento, es decir con una fuerte capacidad de resiliencia
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Tercero, porque al operar en mercados más chicos, el riesgo operacional exacerbado que mencionaba no existe; no son bancos TBTM; están en mayor capacidad de tener bajo control su riesgo operacional
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Cuarto, porque la historia financiera de numerosos mercados emergentes muestra que al buscar a como dé lugar que haya mucho más bancos y otras instituciones financieras, en aras de una mayor competencia, lo único que se obtuvo fue un deterioro cada vez mayor de las prácticas crediticias, la aparición de bancos medianos o pequeños plagados por créditos a vinculados…y todos los ingredientes para una gran crisis financiera local, que empeoraba las consecuencias de una crisis regional o mundial; los casos más significativos son Indonesia y Tailandia en la Crisis Asiática, pero eso también se vio en Rusia, y en cierta medida en el Perú (aunque se logró manejar de manera que no nos afectase tanto como en otros países).
En fin de cuentas, como lo dije en el Cuaderno de Investigación sobre Supervisión y Regulación Macroprudencial (Instituto del Perú, abril 2012; y pre-resumido en junio 2011), lo que cuenta más es
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que esos bancos dominantes en el mercado local no sólo estén muy bien capitalizados y provisionados, es decir muy por encima de los mínimos regulatorios, sino que además se porten de manera especialmente responsable en lo que respecta a sus políticas y prácticas de gestión de riesgos, sin dejarse llevar por uno que otro “irresponsable” (que siempre los hay en el mercado). Por ello hablaba en dicho Cuaderno de bancos TBTBI, o Too Big to Behave Irresponsibly (demasiado grandes para portarse de manera irresponsable)
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que en esos mercados, las autoridades y los reguladores/supervisores actúen con la firmeza necesaria para que las malas prácticas en cuanto a gestión de riesgos y a gobierno corporativo sean prohibidas y/o fuertemente desincentivadas en términos financieros (entre multas o sobre-castigos en provisiones), de manera a que aquellos que actúen de manera irresponsable no se vean recompensados fácilmente con mayores cuotas de mercado respecto de los que mantienen políticas y prácticas prudentes. Es un tema de calidad de regulación y supervisión; eso incluye asegurarse de que no se pueda entrar tan fácilmente al negocio crediticio, lo que debería incluir una actitud mucho más firme, y reglas mucho más duras frente a prestadores paralelos (como se hace para la captación de ahorros, sólo las entidades supervisadas deberían poder prestar, y si hay entidades que lo hacen para sus empleados, esa información debería ser registrada en las centrales de riesgo globales; las cadenas de tiendas y emisoras de tarjetas que dan crédito sin ser supervisadas por el supervisor financiero son también un problema muy serio como se vio en Chile).
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que ciertas formas de “banca en la sombra”, deseables en términos de desarrollo del mercado de capitales, estén muy bien controladas por el supervisor financiero y por el banco central (cuando no es supervisor); pienso por ejemplo en carteras crediticias en las que puedan invertir empresas de seguros, o fondos mutuos u otros fondos de inversión o AFPs; como dije en otro post, las titulizaciones, cuando se hacen bien, son una herramienta positiva para la economía. Lo que importa es no perder el control macro de estas actividades y el de la calidad de su gestión, al contrario de lo que pasó masivamente en los EE.UU. y en los otros países desarrollados en menor medida.
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que de manera general, el regulador/supervisor y el banco central sean muy vigilantes con el grado de apalancamiento en la economía, buscando evitar que haya sobreendeudamiento de los hogares y de las empresas, y que el mercado se llene de productos apalancados que no representan ninguna realidad económica (como los castillos de naipes de derivados “en cascada” que se vieron en esta crisis).
Ahora bien, lo que preocupa con los bancos gigantescos que existen en otros países, es que, si bien sí se les está obligando a tener más capital y a tener mejores estándares de gestión de riesgos, es:
. si se es plenamente consciente del desafío operacional que constituye manejarlos; casos recientes parecerían confirmar lo que se sospechaba: que es muy difícil evitar grandes “accidentes”, aún menos si todavía se toleran ciertos comportamientos y prácticas dudosos cuando son rentables; de nada sirve tener matrices de riesgo operacional muy sofisticadas y detalladas si es para cerrar los ojos ante los riesgos más obvios (ejemplo típico de energías y horas-hombre malgastadas)
. si se es consciente de que son antes que todo Too Big to Behave Irresponsibly, lo que significa para las autoridades políticas, y no sólo las especializadas, ser mucho más intolerantes con ciertos comportamientos que puedan tener; y el artículo mencionado al comienzo parece indicar que no es el caso, que basta que la situación mejore para que todo empiece de nuevo, a pesar de las reglas más “precautorias”. Y en realidad, acciones y reglas muy simples pero firmes valen mucho más que reglas complejas y micro-sobrerregulación de centenares de páginas.
El aspecto ético es mucho más importante de lo que se cree; si los bancos que fueron cómplices de los “trucos financieros” de Enron hubieran sido mucho más sancionados (entre penas de prisión efectiva y reducción radical de su tamaño, o hasta pérdida de licencia y “venta por departamentos”), quizás muchos hubieran dudado entrar en la gigantesca orgía de malas prácticas que se vio hace unos años y la crisis hubiera sido menos grave. E incluso últimamente, que vemos “mega-multas negociadas” por los hechos más recientes de la Crisis, uno se queda con la impresión de que no falta mucho para que los mismos “vuelvan a las andadas”, porque sólo lo habrán vivido como “baches en su rentabilidad”. En este campo, como en otros, la potencia efectiva de los incentivos y desincentivos es clave. La “memoria financiera” sólo entra con los golpes verdaderamente traumáticos, propios o sufridos por pares, puesto que las grandes pérdidas financieras cíclicas o sancionatorias parecen olvidarse muy rápido, salvo entre una minoría de banqueros, supervisores y bancos centrales…con memoria de elefante y que felizmente existen.