Algunas Técnicas de Gestión del Riesgo País
Cuando se toma en cuenta principios básicos de gestión del riesgo país, como los mencionados en el post anterior, y más particularmente el de tener una estrategia y políticas de riesgo país muy claras, es más fácil utilizar de manera óptima las herramientas o técnicas de gestión del riesgo país. La utilidad de éstas varía según que se sea inversionista de corto o mediano plazo, o exportador, o prestamista, o incluso cuando se es importador. Las hay para todo tipo de situaciones y adaptadas al mayor o menor grado de aversión al riesgo país.
La solución más simple de todas, es tratar de evitarlo a como dé lugar. Aunque se puede entender como “no exporto ni importo, no invierto ni presto nunca afuera”, eso no significa necesariamente que no se haga ninguna operación con el exterior. Por ejemplo: se pide al comprador extranjero de un país que tiene problemas de reservas de divisas que pague el precio por adelantado, no sólo para cubrir el caso de que no pueda pagar sino el de que no pueda por alguna razón ligada a dificultades en su país tomar la mercancía: se cubre así el riesgo de haber fabricado el bien para nada.
Una manera ya no de evitar, sino de reducir el riesgo de no pago de una contraparte de un país donde el riesgo de no-transferencia es elevado, es obligar a dicha contraparte a hacer los pagos a partir de cuentas que pudiera tener off-shore (fuera de su país), con confirmación del banco del exterior de que están alimentadas, sea de manera habitual, sea que estas cuentas se abran especialmente. Una variante de esto último es lo que se ha usado en muchas financiaciones de proyectos exportadores en países difíciles: que los ingresos del proyecto pasen por cuentas especiales off-shore, con un saldo mínimo permanente que represente “X cuotas de pago”; es lo que se llama “proyectos off-shorizados”, algo que se ha visto sobretodo en temas de petróleo y gas, así como en proyectos mineros.
En el comercio exterior hay diferentes técnicas más específicas para reducir el riesgo país, cuando se es exportador o constructor en el exterior:
. exigir una garantía de un banco de primer orden del país del importador, directa o en los pagarés que materializan el pago del importador; eso reduce el riesgo en la medida en que los gobiernos con dificultades de reservas de divisas tratan a menudo de que sus bancos no queden sin fuentes de financiamiento externo para el comercio de corto plazo, entonces el riesgo de materialización del riesgo país es menor; pero ojo: no inexistente, ya se ha visto obligaciones de comercio exterior de los bancos ser refinanciadas
. vender con un descuento la acreencia a una empresa de “forfaiting” internacional; esta ya se encarga de asegurarse de la cobranza; es una forma de factoring con transferencia del riesgo país. Pero cabe anotar que para países difíciles estas empresas exigen que haya además una garantía bancaria con la acreencia, con la misma lógica explicada en el punto anterior
. tomar seguros a la exportación contra el riesgo no sólo de no-pago por razones comerciales, sino el ligado a razones de riesgo político. Estos seguros pueden ser privados, pero también ligados a esquemas públicos o semi-públicos de apoyo de los gobiernos a sus exportadores. Pueden cubrir no sólo el riesgo de no-pago post-embarque sino también el riesgo de fabricación ya mencionado (o pre-embarque), o cubrir sólo este último. En los países miembros del OECD estos esquemas están muy desarrollados, no es nuestro caso, aunque existe el mecanismo llamado Sepymex para las Pymes, administrado por COFIDE. En este tema tenemos mucho por hacer, el mercado de seguros privados para la exportación es aún muy poco desarrollado.
. lo que sí se usa mucho es el mecanismo de la carta de crédito, o crédito documentario, que aunque pensado a primera vista para protegerse del riesgo comercial frente a contrapartes que no se conoce, también ayuda a protegerse del riesgo país, pues el exportador termina teniendo al frente a un banco del país del importador (lo que mitiga el riesgo país si el banco es sólido) y mejor aún si ese crédito documentario es “confirmado” por un banco del país del exportador, que toma así completamente el riesgo de ese país (se le transfiere ese riesgo y él lo gestiona). Pero cabe anotar que eso también protege al importador, pues sólo pagará cuando tenga la evidencia documentaria, verificada por su banco, de que la mercancía haya sido realmente embarcada.
. también, cuando se quiere participar en licitaciones de obras en un país extranjero, se suele hacer emitir cartas-fianza por un banco, con muchas veces intervención de dos bancos, uno en su país, y otro en el de la obra (mediante contra-garantía entre bancos). Pero a veces el gobierno del país donde se hace la obra puede invocar esas garantías de manera abusiva y exigir su pago, lo que es una forma de riesgo político. Pasó con Irak e Irán a principios de los 80 como consecuencia de la revolución iraní y la guerra entre los dos países poco después. Hay países de grandes constructoras que han desarrollado seguros contra ese riesgo.
Un desafío particular: las exportaciones de grandes bienes de capital y en el marco de grandes proyectos.
Los grandes países exportadores se encontraban muchas veces con el problema de que en los países en vías de desarrollo no había ni capacidad de pagar al contado ni fuentes locales suficientes de financiamiento de mediano y largo plazo.
Sus exportadores y constructores tenían así que otorgar “créditos-proveedor” de varios años, tomando un riesgo país elevado. Sus gobiernos empezaron a apoyar estas exportaciones arriesgadas que muchos preferían evitar, con mecanismos de garantía o de seguro no sólo del riesgo comercial sino del riesgo político. Estos fueron desarrollados por las llamadas “agencias de créditos a la exportación”, o export credit agencies (ECAs) Pero aun así, era poco práctico para el exportador que tenía que soportar grandes acreencias en su balance y hacerles un buen seguimiento para no perder la cobertura.
Por ello en los años 60, empezó a desarrollarse una técnica de financiamiento de las grandes exportaciones y proyectos llamada el “crédito-comprador”, donde un banco o un pool de bancos del país exportador prestan directamente al comprador de los bienes de capital o beneficiario del proyecto de construcción “llave en mano”, con desembolsos basados en evidencias documentarias que recuerdan en parte a los créditos documentarios. Para poner orden en la dura competencia que se desarrolló entre países exportadores, se tuvieron que fijar reglas uniformes de intervención, en el llamado “Consenso OECD”; por eso se suelen ver coberturas de las ECAs a los bancos de 90 a 95 % por el riesgo político, o de 50 a 85 % por el riesgo comercial. Esos préstamos que muchas veces tienen garantías del soberano importador son por ello renegociados en el marco del “Club de París” en caso de dificultades de pago o de programas de reembolso anticipado. A veces son acompañados por créditos financieros no cubiertos que se renegocian en el marco del Club de Londres. El Perú, como muchos países emergentes, ha sido destinatario de este tipo de préstamos por lo que la renegociación de nuestra deuda externa en los 90as tuvo que pasar también por estas instancias.
Un grado de complejidad adicional existe cuando hay exportadores de varios países involucrados en un gran proyecto. Ello da lugar a negociaciones entre ECAs para esquemas de co-aseguros, o de reaseguros, o de seguros separados, pero ligados por acuerdos específicos para evitar ventajas indebidas para una. Las sindicaciones y negociaciones de estos créditos a la exportación “multi-fuentes” son especialmente arduas, como lo he podido experimentar durante varios años de experiencia en el tema. Y aún más cuando se añade la intervención en paralelo de organismos multilaterales.
Estas explicaciones quizás les permitan entender mejor cómo razonan los grandes exportadores y constructores y sus bancos cuando tienen que financiar grandes exportaciones y grandes proyectos en nuestro país y otros países en vías de desarrollo. Aun cuando nuestras opciones de financiamiento se han enriquecido mucho últimamente, con mayor acceso a fondos de multilaterales regionales como el BID y la CAF así como a emisiones de bonos en el exterior y en el país, las ECAs siguen vigentes y seguramente lo estarán aún más con las limitaciones que las nuevas reglas de Basilea III generan en los financiamientos de largo plazo, como el Project Finance.
Por supuesto, nuestro país, que apenas tiene un limitado esquema para apoyar las pequeñas exportaciones, no ofrece este tipo de soluciones a sus bancos. Y cabe anotar que en ciertos períodos las ECAs han sufrido grandes pérdidas por estas coberturas.
El caso particular del “paraguas contra el riesgo político” brindado por una entidad multilateral
Muy rápidamente, al lado de las ECAs se vio desarrollarse la intervención de las entidades multilaterales de financiamiento, no sólo por su propia cuenta pero como “lenders of record” (o prestamistas faciales) de fondos aportados por un sindicato de bancos internacionales. La primera en desarrollarlos fue la International Finance Corporation (IFC), brazo del Banco Mundial para préstamos a privados, muchas veces joint ventures público-privadas en realidad. Son los famosos B-loans, que tienen la gran ventaja para los bancos participantes de que el riesgo país se reduce mucho, pues los países en dificultades, lo que siempre tratan de salvar, es el acceso de sus empresas a estos financiamientos. Cuando nuestra reputación financiera a fines de los 80as cayó por los suelos, se comentaba que el gobierno de entonces permitía a las empresas peruanas seguir pagando este tipo de préstamos, y que eso era un ejemplo extremo de la eficacia de dicho “paraguas IFC”. Pude vivirlo en directo con la crisis venezolana de 1994: las restricciones cambiarias introducidas demoraron unas semanas los pagos de los deudores al IFC, pero el gobierno de entonces vio que era su interés no obstaculizarlos, y les dio prioridad.
Otros multilaterales desarrollaron mecanismos similares de tipo B-loan, como el BID, con su filial IIC. Ojo: el “paraguas” sólo vale para el riesgo político, el multilateral está expuesto al riesgo comercial como cualquier banco.
Un desafío muy intenso a este “paraguas” se produjo cuando cayó Argentina en el 2001. Varias empresas que nacieron con las grandes privatizaciones, aparte de los grupos industriales prestatarios, entraron en serias dificultades con la fuerte devaluación del Peso, y más aún cuando el Gobierno de entonces les prohibió aumentar las tarifas. Por supuesto, gran parte de esos créditos a contrapartes argentinas cayeron en incumplimiento. Y el debate que se dio entonces fue el saber si lo que se había materializado era el riesgo comercial o el riesgo político. Nunca fue zanjado de manera plenamente satisfactoria. Aun así, se considera el caso argentino como extremo, y que sigue siendo muy útil usar el famoso “paraguas”, pues la capacidad de negociación de los organismos multilaterales es vista como superior.
Algo a tener en cuenta si, con la internacionalización creciente de nuestras empresas, empezamos a ver proyectos de empresas peruanas en países menos bien calificados, y que se debe organizar financiaciones en los que subsidiarias off-shore de nuestros bancos podrían participar.
Además, es bueno saber que varias entidades financieras multilaterales brindan garantías parciales por el riesgo político en préstamos y deuda de largo plazo: esto es muy útil para grandes proyectos.
La protección de las inversiones de largo plazo
En algunos países las ECAs u organismos similares han desarrollado esquemas de aseguramiento o garantía contra el riesgo político para las inversiones de sus nacionales en el exterior. Fue el caso de la norteamericana OPIC, por ejemplo.
Pero el caso más conocido es el de la agencia especializada del Banco Mundial, la MIGA o Agencia Multilateral de Garantía de Inversiones por su sigla en inglés.
Para que tengan una idea de los riesgos que se pueden cubrir, este organismo tiene un menú de coberturas que se pueden combinar como se desea:
- Inconvertibilidad y restricciones a las transferencias de divisas
- Expropiación, incluso casos de expropiación progresiva o disimulada
- Guerra, terrorismo y “conmoción civil”
- No respeto de contratos por el soberano o empresa pública
- Impago de obligaciones financieras
Como ven, ese es un mecanismo que nuestras empresas que se internacionalizan también pueden usar.
La cobertura del riesgo país en las inversiones de portafolio y de corto plazo
Para éstas, por definición no puede haber intervenciones de ECAs o de entidades como el MIGA. Pues se trata de inversión que se hace en papeles de deuda soberana, en el marco de un portafolio de activos, esencialmente.
Y sin embargo es posible cubrirse del riesgo país que estos papeles contienen: tomando un credit default swap (CDS) para esos papeles; como recuerdan es como un seguro que uno paga con una tasa anual, transfiriendo el riesgo de impago a un banco o empresa de seguros que ofrece la protección.
En cambio si se trata de deuda de empresas privadas de otros países, un CDS contra el riesgo de impago de éstas nos cubre al mismo tiempo del riesgo país implícito; pero será más difícil encontrar una contraparte que los cotice (contrariamente a los papeles soberanos). Y si se trata de acciones de empresas extranjeras parte de un portafolio, y ya no de acciones de una inversión de largo plazo, difícil protegerse del riesgo país específicamente, que incluirá no sólo el riesgo de pérdida de valor por el deterioro del riesgo país, sino también el de no transferencia de los dividendos y del producto de la venta de esas acciones (y peor si a ello se suma una devaluación).
Conclusión:
Como ven, las técnicas de gestión y reducción del riesgo país son muy variadas. No todas están disponibles para nuestros exportadores/importadores, inversionistas de largo plazo y prestamistas. Pero es bueno conocer las experiencias de otros países, pensando en el futuro, además de entender mejor qué hacen contrapartes de países más desarrollados que el Perú para reducir su riesgo país cuando toman exposición respecto de nuestro país.