"Desastres Naturales": ¿Son Naturales?
Hasta hace relativamente poco tiempo se solía utilizar siempre la expresión “desastres naturales” cuando se hablaba de sismos de gran magnitud, de lluvias intensas, de inundaciones, de erupciones volcánicas, de huracanes, ciclones y tifones, etc. Pero se ha producido en este tema una evolución interesante, que pueden haber percibido los que hayan leído los posts del 21 de abril y del 20 de mayo últimos.
Una primera noción : la distinción entre desastres de origen natural y los desastres inducidos por el hombre
Las definiciones de la palabra “desastre” varían según los autores y los países pero presentan similitudes. En el Perú tenemos una definición “oficial”, que es la del Decreto Supremo Nº 048-2011-PCM, que aprueba el Reglamento de la Ley Nº 29664, la cual en febrero del 2011, creó el llamado “Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres” (SINAGERD).
Esa definición señala que un desastre es un “conjunto de daños y pérdidas, en la salud, fuentes de sustento, hábitat físico, infraestructura, actividad económica y medio ambiente, que ocurre a consecuencia del impacto de un peligro o amenaza cuya intensidad genera graves alteraciones en el funcionamiento de las unidades sociales, sobrepasando la capacidad de respuesta local para atender eficazmente sus consecuencias, pudiendo ser de origen natural o inducido por la acción humana“.
Esta distinción es útil, pues efectivamente se tiende a olvidar a veces que gran número de desastres son causados por diferentes tipos de acciones humanas: los accidentes industriales (como la explosión de una fábrica de productos químicos) y los ligados a actividades extractivas (como los grandes derrames de petróleo) son un ejemplo típico. También se podría decir que los hay causados ya no por accidentes, sino igualmente por acciones deliberadas, como el terrorismo y las acciones de guerra.
Y están los descritos en la introducción, que son de origen natural. Los especialistas van más allá, utilizan la expresión “desastres asociados a fenómenos naturales“. La idea que está implícita en definiciones de este tipo es que primero está el fenómeno natural, y que éste produce un desastre, pero no necesariamente.
Es decir, que el desastre es en fin de cuentas un riesgo, que puede materializarse o no materializarse, y si se materializa, tal vez lo haga de manera reducida.
Algunas reflexiones sobre esta distinción:
. hay que tener cuidado en no ser demasiado simplistas: un fenómeno natural puede a su vez causar por ejemplo varios accidentes industriales; entonces, podemos tener un desastre que tiene una combinación de causas naturales e inducidas por el hombre. Y ¿cómo se califica el hecho de que un sismo cause un desastre por el gran número de viviendas mal construidas? Se podría decir que el origen es doble, la combinación de un fenómeno natural con la acción humana de construir mal.
. se dice “inducido por la acción humana” ; también se podría introducir como causal de desastres, la inacción humana; un ejemplo típico puede ser el saber perfectamente que una gran cantidad de construcciones es muy vulnerable, por su mala calidad de construcción o por su calamitosa ubicación (riberas de un río que se desborda a menudo, faldas de un volcán no extinguido, colinas de suelo poco sólido), y no tomar ninguna medida al respecto, o saber que un conjunto de plataformas petroleras ya está muy viejo y no hacer nada. Uno podría preguntarse si el desastre posterior no se deberá más bien a la falta de voluntad para organizar grandes acciones de reubicación o a la falta de voluntad para cerrar ciertas plataformas petroleras o ciertas fábricas que no están siendo mantenidas por sus dueños indolentes o faltos de medios financieros, y/o que ya cumplieron su ciclo (acá se pueden combinar el miedo a la impopularidad de unos y la angurria de otros).
La inacción puede venir tanto de las entidades privadas y de la sociedad civil como de los poderes públicos.
Una segunda noción clave: el riesgo de desastre asociado a un fenómeno natural se puede reducir o gestionar
Como lo indicamos más arriba, el riesgo de desastre no se materializa necesariamente.
El fenómeno natural no puede evitarse, el desastre sí, o por lo menos, si la magnitud del fenómeno natural es muy intensa, se puede reducir la magnitud del desastre.
Por eso se ha desarrollado el campo de la “Reducción del Riesgo de Desastres” o de la “Gestión del Riesgo de Desastres” (por el inglés, se verán a menudo las iniciales DRR y DRM). Pues hay que ser realistas, ante un fenómeno natural de gran magnitud, el desastre es en realidad muy difícil de evitar: lo que se debe tratar de hacer es reducir las vulnerabilidades para reducir los impactos. De esa manera, ante un fenómeno natural de mediana magnitud, se puede incluso lograr que los impactos sean mínimos.
Para tener más elementos sobre esa gestión, les recomendaría leer o releer los posts del 21 de abril y del 20 de mayo ya mencionados.
También recomiendo conocer mejor la Ley 29664, que creó el SINAGERD y su mencionado Reglamento. Si se imaginan que es sólo un tema de las entidades del Estado se equivocan: el SINAGERD también incluye a las entidades privadas, incluso identifica a algunas que tienen responsabilidades aún mayores, y a la sociedad civil, es decir todos nosotros. Todos somos responsables.
Hablando de iniciativas privadas, el ex-presidente de CAPECO (la Cámara Peruana de la Construcción), Walter Piazza de la Jara, escribió un interesante artículo en abril último donde aparte de insistir en el tema de la prevención, anuncia una página web que seguramente será de gran interés: apruebadesismos.com.
Los grandes organismos internacionales han desarrollado grandes áreas de DRR o DRM, como la ONU con la UNISDR, pero también el Banco Mundial y el BID, que vienen prestando asistencia técnica y financiera a muchos países, incluyendo al Perú, y más recientemente la CAF. Todas estas entidades producen y difunden interesante documentación al respecto.
La cooperación bilateral de muchos países se efectúa de manera cada vez más frecuente en ese campo.
La cooperación internacional apoya así al Programa Ciudades Sostenibles, desarrollado por el INDECI con ayuda de la PNUD, premiado en el 2012, y cuya figura visible es el Ingeniero Julio Kuroiwa, quien recientemente presentó el informe Ciudades Sostenibles en el Perú (1998-2013). Los riesgos, es decir los peligros y vulnerabilidades, han sido así identificados en numerosas zonas urbanas del Perú. Pero el mismo Ing. Kuroiwa señala que falta mucho por hacer. Y ¿cómo estamos al nivel de la acción? No podemos quedarnos en el nivel de los estudios.
Conclusión
A falta de gestión del riesgo de desastres, hasta un fenómeno natural de mediana intensidad puede provocar un gran desastre. Una vez escuché a alguien decir: “los desastrosos somos nosotros, más que los sismos”. El título del mencionado artículo de Walter Piazza lo expresa igualmente.
¿Cuántas veces la expresión anglosajona : “a disaster waiting to happen” (un desastre que sólo está esperando suceder) se ha justificado plenamente?
Este no es un tema donde se deban permitir las dudas, la indecisión, la lentitud, la actitud rutinaria, las trabas burocráticas: todas ellas nacen muchas veces de una terrible subestimación del riesgo, del auto-engaño (hasta la inconsciencia) frente a la realidad, de prioridades individualistas y de varias formas de flojera, tanto física como intelectual.