Riesgos Empresariales Ligados a "Desastres Naturales": una Visión Integral
En uno de los posts del mes de diciembre 2012 habíamos ensayado una visión integral de la problemática de los riesgos que afectan al tema de la vivienda, tanto desde el punto de vista micro como a nivel macro. Esta vez haremos lo mismo para los riesgos que pueden afectar a las empresas de todo tamaño en razón de los diferentes desastres derivados de fenómenos naturales que pueden afectarlas. Será una buena manera de ver cómo se podría mitigarlos.
La problemática al nivel micro y su gestión
Un fenómeno natural de gran magnitud, tal como un gran terremoto, lluvias intensas e inundaciones (producidas o no por el Fenómeno del Niño), puede siempre causar un desastre. Pero la magnitud del desastre para una empresa puede variar en función del grado de preparación de ésta.
Un desastre ligado a un fenómeno natural puede causar diferentes tipos de daños a una empresa: destruir o dañar severamente su local o sus locales de actividad, así como los equipos y servicios internos y externos necesarios a su trabajo, causar heridas y muertes entre el personal (sea en su lugar de trabajo o en sus domicilios). El resultado será la interrupción total o parcial de su actividad, con la resultante pérdida de ingresos, lo que en general puede llevar a la quiebra o desaparición de la empresa.
Obviamente, esto afectaría aún más a las Mypes e incluso a las medianas empresas, que suelen depender con mayor frecuencia casi completamente de un local. Entre las grandes empresas y las corporaciones es más habitual que dispongan de diferentes locales y hasta de numerosas agencias; pero aún éstas pueden verse seriamente afectadas, si además gran parte de sus proveedores y clientes lo han sido.
Una primera manera de reducir el riesgo de sufrir serios daños es el de la prevención y preparación. Esto se logra de diferentes maneras:
. primero que todo, asegurándose de que el local de producción o de comercialización esté bien ubicado en la medida de lo posible (no en riesgo de fácil inundación, por ejemplo), y bien construido; y si hay dudas sobre la calidad de la construcción, ver cómo reforzarla. ¿Cuántas empresas han efectuado estudios estructurales de sus edificaciones o evaluado el riesgo posible de su ubicación? Cuando más vamos bajando en cuanto al tamaño, menos veremos de esos estudios; y recordemos, como lo dije en el post ya mencionado, que en las Mypes se puede dar mucho el fenómeno de la construcción de uso mixto (habitación y local comercial), que muchas veces será de naturaleza informal. Una entidad financiera que presta a una Mype puede ser un buen vehículo para “concientizarla” sobre la necesidad de prevenir mejor este riesgo, diciéndole que ello puede incidir en la visión de la calidad de su riesgo crediticio
. por otro lado, tomando en serio las recomendaciones de organismos como el Indeci en cuanto a la organización de un buen plan de evacuación que permita limitar los daños personales; es decir, la organización física del lugar para que la evacuación no se vea dificultada, y para que se disponga del material necesario (extintores) para sofocar inicios de incendio que pueden ser causados por un terremoto o lluvias ( caída de material inflamable, corto-circuitos, etc.), así como el debido entrenamiento del personal, sin limitarse a los simulacros de sismo. Esto vale para empresas de todo tamaño también. ¿Y cuántas lo hacen? Muchos habrán notado galerías comerciales que parecen organizadas para maximizar el número de víctimas, tanto de trabajadores como de clientes, y no sólo en caso de desastres naturales.
Otra manera de mitigar el riesgo es el llamado Plan de Continuidad de Negocios. Simplificando, se trata de hacer que la empresa siga funcionando lo mejor posible, con el menor tiempo y grado de interrupción posible; esto no tiene que ver solamente con desastres naturales (pues hay otros tipos de evento de interrupción como incendios, cortes de electricidad, de telecomunicaciones y de sistemas informáticos), pero son los fenómenos naturales de gran magnitud los que suelen presentar los mayores desafíos, pues además incrementan los daños al personal y a su capacidad de retomar el trabajo (caos generalizado, interrupción de vías y medios de comunicación, síndrome traumático…). En resumen, estos planes incluyen:
. la existencia de un centro o sede alterna desde el cual operar con un mínimo de personas, que serían una suerte de equipo de “emergencia”; para una pequeña empresa puede ser la casa de su propietario, por ejemplo. Por supuesto esto es mucho más difícil para empresas industriales (por lo que para éstas la calidad de la construcción es absolutamente clave), pero se puede pensar en tener diferentes lugares para almacenar insumos indispensables, por ejemplo. Existen empresas especializadas en alquilar locales con este fin
. la conservación/replicaciòn de los datos y de los aplicativos clave de la empresa en otro lugar, suficientemente alejado; hay grandes empresas que no sólo hacen en otra región, sino incluso en otro país; existen también empresas especializadas en alquilar este tipo de “centros de respaldo o contingencia”, y/o que ofrecen soluciones de almacenamiento “en la Nube” (cloud computing en inglés); a escala más pequeña se puede tratar de tener los datos puestos al día regularmente y almacenados en CDs/DVDs/discos duros externos/USBs que se guardan en otros lugares
. dispositivos muy organizados de “gatillaje” y funcionamiento del Plan, con un comité de crisis, roles claramente asignados por adelantado, definición fina del número de personas necesarias a partir de la identificación de los procesos claves de la empresa, previsión de back-ups sucesivos en caso de indisponibilidad de las personas previstas, etc.; esto incluye el recurso al entrenamiento frecuente, y en la sede alterna, de haberla.
Y otra es el recurso adecuado a los seguros, que son tan necesarios para las empresas como para las personas y sus viviendas. Si el local es destruido, por lo menos se puede recuperar el dinero necesario para reiniciar operaciones, comprando equipos que se puede usar en otro lugar (más fácil para pequeñas organizaciones flexibles). Aunque haya una demora en recibir los pagos, sobretodo en caso de catástrofes, la existencia de un seguro puede ayudar a conseguir más fácilmente créditos para reiniciar/continuar la actividad
. se debe poder asegurar tanto los locales como los equipos, así como las existencias de insumos y bienes producidos y disponibles para la venta. El problema en nuestro país es que muchas veces el local, por su carácter informal o de débil calidad constructiva, no se puede asegurar. Se podría tal vez tratar de asegurar por lo menos el resto; es mejor que nada.
. existen formas más perfeccionadas de seguro del lucro cesante, es decir que se asegura las pérdidas en términos de ingresos que la empresa puede sufrir a causa de la interrupción de su actividad por un determinado período de tiempo; es algo que hacen las empresas mineras, por ejemplo; pero no tiene por qué ser reservado a empresas grandes.
Como habrán notado seguramente, todo lo anterior son técnicas de gestión del riesgo operacional, que no se limitan a la gestión del riesgo ligado a los desastres naturales (siendo esta última a su vez un tema que no se limita a la del riesgo operacional, pues tiene muchas más aristas por su carácter más macro, tanto socio-económicas como políticas).
Estas técnicas permiten que el desastre para la empresa no se produzca o esté relativamente bajo control, a pesar de la magnitud del fenómeno natural.
El “riesgo operacional” de las empresas – del “riesgo micro” al “riesgo macro”
Para un país, una mala gestión generalizada del riesgo operacional de las empresas, puede transformar un fenómeno natural en un desastre aún mayor, en una verdadera catástrofe nacional, mermando su capacidad de levantarse tanto como lo haría una guerra prolongada en su territorio. Sobre todo si el fenómeno afecta a una ciudad o grupo de ciudades que pesa enormemente en su PBI. Nuestro país presenta este tipo de concentración, en la costa Norte para la actividad agrícola y agro industrial, y sobre todo en Lima/Callao para el PBI general. Es el caso también de países como Turquía y en menor medida de Colombia.
Si muchas empresas gestionan mal su riesgo operacional y están mal preparadas para los desastres naturales, el impacto macro-económico y social puede ser devastador: un gran número de empresas interrumpidas y hasta quebradas, con enormes pérdidas de capacidades de producción (que puede llevar a un mucho mayor recurso a importaciones y castigar su balanza de pagos) y de empleos (la creación posterior de empleos para la reconstrucción puede no bastar para recuperarlos); es decir, una brutal disminución del poder adquisitivo de la población, con retorno al estado de pobreza, sobre todo si se añade a ello la destrucción de las viviendas.
Por lo que vuelvo a las interrogantes sobre lo que nuestras empresas están haciendo para prevenir mejor los riesgos en términos físicos y de preparación, para desarrollar planes de continuación de negocios, para estar bien aseguradas. No basta con que el Estado, en sus diferentes niveles, vaya mejorando la prevención e invirtiendo más en ella, gracias por ejemplo al presupuesto por resultados (aunque quede aún mucho por mejorar, parece haber una mejor “concientización” de los poderes públicos; se ven por ejemplo trabajos de reforzamiento de cauces fluviales que no se veían antes; o el reforzamiento de laderas en Lima), o ayude a los agricultores de subsistencia a asegurarse, o multiplique las carreteras concesionadas que aseguran una intervención más rápida del operador privado para reparar daños. Las mismas empresas deben mejorar en estos aspectos, pues ellas son de lejos la principal fuente de empleo y de creación de riqueza del país.
Entre estas interrogantes, que a la vez son pistas sobre lo que se podría hacer para reducir este potencial riesgo sistémico, veo como las principales:
- el tema de la débil cultura de la prevención; resulta triste decirlo, pero todavía muchas empresas no parecen hacerle mucho caso al Indeci; además, ¿se están monitoreando todas las construcciones como se debería? (algo a tener en cuenta conforme vayamos desarrollando más parques industriales); ¿y la presión ejercida sobre los costos por los falsos sindicatos de la construcción, que puede llevar a “ahorrar” en los materiales?
- el poco conocimiento en general del tema de la gestión del riesgo operacional, y aún más del tema de los planes de continuidad de negocio; las entidades financieras están muy “concientizadas”, gracias a la regulación y supervisión por la SBS; ¿y los demás tipos de empresas, aparte de las más grandes?
- la débil cultura del aseguramiento, que parece no limitarse a las familias; en general las empresas grandes suelen pensar en este tema, aunque puedan haber sorpresas; ¿pero las demás? ¿No estaría siendo esto agravado por una falta de acceso suficiente de las Mypes a seguros empresariales adecuados, como una extensión del insuficiente acceso a los microseguros?
- una exagerada complacencia generada por tantos años de crecimiento económico continuo sin que se haya producido un gran Fenómeno del Niño, o sin que Lima y Callao hayan sufrido un gran sismo (¿y la advertencia de Pisco?); se termina por verlos como eventos cada vez más lejanos e improbables.
Todo esto debería ser tema de reflexión, y luego de acción, para la misma industria financiera y de seguros (que pueden de paso beneficiarse de una mejora del riesgo crediticio de sus carteras, de ventas cruzadas, y de mayores volúmenes de negocio), y para los mismos gremios empresariales, que también podrían ser vectores de educación y de toma de conciencia en estos temas.
Conclusiones
Como han podido observar, se puede pasar fácilmente de una mala gestión del riesgo operacional de las empresas (que incluye la impreparación para los desastres de origen natural), si esta es generalizada, a un verdadero desastre sistémico. No tiene que ser necesariamente así, los desastres son evitables, y acá los esfuerzos colectivos privados y con una óptica de asociación público/privada deberían poder jugar un rol esencial para inducir a mejores prácticas individuales generalizadas.