Conglomerados Mixtos: ¿Intrínsecamente Arriesgados?
Se suele llamar conglomerados mixtos a aquellos grupos industriales y comerciales, que además de tener varias divisiones de este tipo, tienen también brazos financieros, en general bancos y financieras, a los que a veces se añaden empresas de seguros, de bolsa y de administración de fondos. Es una figura frecuente en los países emergentes, aunque también existan, por supuesto, conglomerados que son sólo industriales y/o comerciales/inmobiliarios y otros que son solamente financieros. Es esencialmente en épocas de crisis que aparecen las críticas a este tipo de conglomerados. Veamos por qué.
La problemática en términos generales
De manera general, los reguladores financieros suelen tener, aunque no siempre fue así, una actitud de cautela frente a este tipo de conglomerados por el problema de las “operaciones con vinculados”, que mencionaba en el post anterior como un tema ligado también al de conflictos de interés:
. el banco del grupo puede prestar excesivamente a empresas del grupo al que pertenece, cuyo riesgo crediticio puede no ser necesariamente bueno; incluso los préstamos pueden estar dirigidos en mayor parte a las empresas con menor accesos a otras fuentes de financiamiento, es decir las más débiles y/o con características de “start-up”
. el banco puede depender excesivamente de los depósitos de las principales empresas industriales y comerciales del grupo, lo que puede volverlo vulnerable si estas empiezan a retirarlos a causa de dificultades financieras imprevistas.
. la maraña de relaciones entre las empresas del grupo y su banco puede volverse muy compleja, muchas veces en detrimento de los otros depositantes.
No en vano prácticamente todos los reguladores financieros limitan de manera bastante estricta las operaciones de los bancos con partes vinculadas, con topes calculados respecto del patrimonio del banco. Esto se extiende a las financieras en ciertos países, donde en vez de limitarse a créditos de consumo, también tienen operaciones de financiamiento inmobiliario y de leasing empresarial.
Lo que es menos conocido es que a veces, el tener una o varias entidades financieras es lo que puede crearle dificultades a la parte no financiera del conglomerado, hasta provocar su hundimiento y/o hacerlo cambiar de manos en totalidad o en parte. Y esto no es algo que supervisen directamente los reguladores financieros, a pesar de posibles efectos de retroalimentación negativa. Puede ser un factor de riesgo para aquellos (bancos, inversionistas) que presten a empresas de estos conglomerados, aunque no tiene por qué ser necesariamente así.
Reflexión a partir del caso de Indonesia
En la Indonesia de los años 90, casi todos los grandes grupos tenían un banco y a veces también una financiera. Varios de esos bancos eran los líderes del sector bancario privado, en primer lugar BCA, del primer conglomerado del país, el grupo Salim (con posiciones de liderazgo en el sector agroalimentario y en el de cementeras), acompañado por el BII, del grupo Sinar Mas (líder en la industria papelera y el aceite de palma), y el BDNI del grupo Nursalim-Gadjah Tunggal (líder para las llantas, y posiciones fuertes en la petroquímica y la industria langostinera). Destacaban también los bancos medianos del grupo Ometraco (uno de los líderes de la industria avícola) y del grupo Modern (líder de la fotografía y socio de Fuji). Todos estaban más o menos involucrados en el pujante sector inmobiliario y en trading comercial internacional.
Por supuesto, todos estos bancos contaban con importantes préstamos y depósitos con vinculados, a primera vista dentro de los límites regulatorios.
La crisis asiática de 1997-1998 tuvo el efecto de un verdadero vendaval para estos grupos.
Cuando las autoridades indonesias cerraron a unos 15 bancos especialmente débiles, en octubre 1997 empezaron rápidamente a circular rumores de que los bancos medianos serían los siguientes en la lista. Y entre los que empezaron a conocer corridas de depósitos, estuvieron los de los grupos Ometraco y Modern, cuyas empresas no financieras entraron rápidamente en dificultades de pagos: es que ni siquiera pudieron retirar los depósitos que tenían en sus bancos.
Conforme la crisis indonesia fue agudizándose, los depósitos de terceros fueron retirándose progresivamente de los bancos más grandes, y poco a poco, se vio a las empresas de los mayores conglomerados pedir mayores plazos de pago a sus acreedores extranjeros y nacionales, pues sus reservas de liquidez estaban entrampadas en sus propios bancos. Con la explosión de la crisis política en los primeros meses de 1998, todos estos grandes bancos tuvieron que ser rescatados con préstamos de emergencia del banco central. Y al crearse ese año la agencia de restructuración bancaria IBRA, que tomó las “carteras malas” a cambio de nuevos bonos soberanos, esta agencia lo hizo con condiciones draconianas.
Entre las duras condiciones estuvo el que los propietarios de esos conglomerados dieran sus activos industriales, comerciales e inmobiliarios en garantía de los préstamos de liquidez que sus bancos habían recibido. De no reembolsarlos en cierto plazo, IBRA podría vender esos activos. Y así fue que varios de esos imperios perdieron, además de sus bancos, en los que en general sólo pudieron conservar propiedad minoritaria, secciones enteras de sus activos, que además eran objeto de reestructuraciones financieras en parte por el bloqueo de sus depósitos en esos bancos; uno de los casos más sonados fue la cesión del gigante Indocement, del grupo Salim, a un grupo europeo.
Entre las razones que llevaron a IBRA a poner condiciones tan duras estuvieron:
. el que en realidad en varios casos la regulación sobre operaciones con vinculados había sido violada; sea de manera abierta, sea de manera disimulada, con préstamos a empresas que parecían no ser vinculadas, pero lo eran de manera indirecta a través de un entramado de holdings y sub-holdings, y de accionistas familiares, hasta “amigos”.
. el que en algunos casos, se vieron hasta “vinculaciones cruzadas”, donde un banco podía estar cargado con operaciones de su propio grupo, pero además el de otro grupo, con relaciones de estrecha reciprocidad; el caso más famoso fue el de los grupos Ometraco y Gadjah Tunggal, cuyas empresas, ya golpeadas por la devaluación y por el hundimiento macroeconómico, perdieron la mayor parte de sus reservas de liquidez a causa de sus bancos respectivos; estos dos grupos tenían en realidad una alianza sellada mediante un matrimonio entre dos miembros de las familias.
En resumen, se puede decir que estos grandes conglomerados tuvieron dificultades o fueron hundidos en primer lugar o en gran parte a causa de sus bancos.
En comparación, el grupo Astra, líder de las industrias automotriz, de motocicletas y de equipos pesados (Komatsu), cuyas actividades financieras estaban concentradas en los préstamos a los clientes de sus negocios principales, resistió bien a la crisis.
Principales conclusiones
El caso indonesio también se produjo en otros países de Asia, en Rusia, en varios de América Latina, y en África (como en el 2009-2010 en Nigeria); dista de ser único.
Una de las principales conclusiones es que los supervisores financieros deberían ser especialmente cuidadosos al analizar estos grupos, esforzándose en conocer muy bien sus partes no financieras, el detalle de sus estructuras accionariales y de sus alianzas de todo tipo. Y también fijarse mucho en la concentración de su cartera, en términos de grupos económicos; dicho sea de paso, una de las consecuencias de la crisis asiática fue el reforzamiento de las regulaciones sobre la concentración en los “10 o 20 mayores riesgos”.
Pero además, que los prestamistas a empresas de esos grupos deberían analizar muy bien a sus bancos y financieras, especialmente su actitud respecto de operaciones con vinculados y el perfil de sus políticas de riesgo. La idea es asegurarse de que los bancos y financieras no sean un factor de riesgo elevado para las otras partes del grupo: es parte de un buen análisis del riesgo crediticio de un conglomerado.
Una actitud extremista, y a decir verdad, un sin-sentido comercial y económico, sería no prestarle a empresas de conglomerados mixtos, o prohibir que éstos existan.
Primero, porque en muchos países, es común que los principales grupos tengan divisiones de actividades financieras, la búsqueda de la diversificación es algo natural, lo que cuenta es hacerla bien (por ello muchas veces se hace con partners locales o extranjeros con mayor experiencia en el negocio).
Luego, porque todos esos grupos hacen negocios entre ellos, la reciprocidad, en el buen sentido de la palabra, es parte esencial de las buenas relaciones comerciales que contribuyen al crecimiento económico. Y los bancos de esos grupos deben poder trabajar aprovechando las oportunidades de préstamos de buena calidad crediticia que se presenten. Lo que pasó en el caso Ometraco-G.Tunggal era visiblemente un caso de dependencia mutua excesiva.
Lo que se podría recomendar más bien a los líderes de los conglomerados mixtos sería:
- No oponerse a los esfuerzos del supervisor financiero en regular bien el tema de las operaciones con vinculados, ni tratar de “sacarle la vuelta” sistemáticamente a esas regulaciones, que en fin de cuenta, también sirven indirectamente para proteger a las partes no financieras de estos grupos. Auto-limitarse en las operaciones intra-grupo más allá de los máximos regulatorios puede ser una buena idea.
- Buscar que sus divisiones financieras tengan políticas de riesgos marcadamente prudentes y conservadoras (lo que no impide la agresividad comercial), para que no se vuelvan vulnerables a las crisis económicas y financieras y no terminen así arrastrando al resto. Siempre es algo triste ver a un buen grupo industrial/comercial terminar desmantelado porque no supo tener bajo control a su banco o a su financiera.