Conflictos de Interés: Reflexiones sobre un Factor de Riesgo Subestimado
Muchos hemos tenido la oportunidad de leer estos días acerca del juicio que le han entablado las autoridades norteamericanas a la clasificadora S & P’s por un monto de 5 mil millones de dólares. La acusan en resumen de haber clasificado de manera engañosamente favorable a los bonos basados en hipotecas subprime, y de haber generado así pérdidas enormes al Estado. Una de las razones por las que la clasificadora es acusada y se encuentra en este lío es porque no habría sido objetiva en su trabajo por su interés en desarrollar estas operaciones lucrativas con los bancos que estructuraban esos bonos. No es la primera vez que se discute de este problema.
Ejemplos de conflictos de interés caracterizados en el mundo corporativo y financiero
En el caso de las clasificadoras y su rol en la crisis actual, se las ha acusado efectivamente de haber perdido toda objetividad engañado deliberadamente a los inversionistas, pues gracias a sus notas favorables, en un contexto de competencia, obtenían más operaciones de clasificación por parte de los estructuradores y emisores. En ese juicio se menciona emails internos de S & P’s que probarían que sus empleados sabían que no podían ser objetivos, que no era lo que sus jefes esperaban de ellos. Aunque esto queda por probarse, y aunque ya se conoce el rol innegable de los modelos subestimatorios del riesgo, es un hecho que la combinación del modelo de pago (por los emisores) con la tremenda diferencia entre las notas y la realidad del riesgo deja planear las dudas. Fitch y Moody’s también están bajo amenaza de juicios similares. Y las tres grandes clasificadoras podrían sufrir una ola de juicios de otros Estados y de inversionistas.
La misma discusión afectó a las corredoras de bolsa, cuyos analistas, en el caso de la crisis de los valores tecnológicos alrededor del 2000, fueron acusados de emitir opiniones favorables fraudulentas (se produjeron emails que mostraban opiniones contrarias ocultas a los inversionistas), pues trabajaban para grupos y empresas que al mismo tiempo se ocupaban justamente de estructurar las emisiones de acciones y deuda de estas empresas analizadas. De ninguna manera iban a ser objetivos en sus opiniones pues de su “indulgencia” dependía que otras partes de la empresa o del grupo obtuvieran el jugoso negocio de los IPOs (lanzamientos en bolsa). Pero esto no era un fenómeno nuevo o desconocido: desde antes de esa crisis, en los bancos muchos tomaban con pinzas estos análisis en cuanto a sus conclusiones, aunque los usaran como documentos de trabajo para sus análisis de riesgo por la riqueza de información que contenían.
Al hablar del caso HP-Autonomy en el post anterior mencioné que el auditor externo británico de Autonomy podía verse acusado de conflicto de interés, por tener también negocios de consultoría con éste. Recordarán que esto fue lo que hundió a la gran empresa auditora Arthur Andersen en el marco del escándalo Enron: se le acusó de perder toda objetividad en el análisis de las cuentas porque Enron terminó por ser una fuente importante de sus ingresos por consultorías. Esto llevó a restringir ciertos tipos de negocios a los auditores externos. Es uno de los riesgos más complicados de gestionar para los auditores externos, pues en muchos casos, se trata de grupos con líneas de negocio diversificadas, con servicios de alto valor agregado y personal muy calificado, algo muy buscado por los clientes. Para gestionar bien este riesgo intrínseco del modelo de negocio, la ingeniería organizacional fina y el rol del liderazgo son claves.
Otra figura es la de “operaciones con vinculados“: éstas son en general restringidas por diferentes regulaciones, que además obligan a que sean escrupulosamente reportadas junto con los estados financieros. No es solamente por un tema de riesgo crediticio que podría ser mayor en esos casos. Es para limitar los “conflictos de interés” que vendrían de operaciones con otras empresas de los accionistas o de los directores, que conllevan riesgos de sobre o sub-facturación, por ejemplo. También se han producido escándalos por ocultamiento de operaciones con vinculados a través de entidades-pantalla (como pasó con el grupo indonesio Sinar Mas en el 2001); en el mundo muchos grupos usan desgraciadamente expertos legales y financieros para hacer operaciones de este tipo sin tener que reportarlas, lindando con la ilegalidad; cuidado con lo que la expresión “ingeniería financiera” puede significar a veces. Además las definiciones generalmente restrictivas de “vinculados” permiten muchas operaciones con reales conflictos de interés, a través de amigos, de alianzas familiares cruzadas, de redes políticas o de otra naturaleza. Muchos no se dan cuenta de ese riesgo hasta que les cae encima la tormenta mediática o una gran cuenta impaga.
De manera interna, en entidades financieras, se puede uno topar con casos en los que responsables de Riesgos no efectuaron su labor de manera objetiva por tener relaciones demasiado cercanas con sus pares comerciales; en el caso de los CDOs “tóxicos” se mencionó a un banco norteamericano donde ambos responsables eran muy amigos, con placeres lujosos compartidos (por supuesto, no hubo contrapeso). También se ha visto casos de uno que debía mucho dinero o muchos favores anteriores a otro(s): si el que debe algo es el de Riesgos, puede haber un problema serio. Antes de nombrar a Responsables de Riesgos, a partir de cierto nivel, se debería examinar el orden de sus finanzas personales, su dependencia relativa de los lujos, y su historial reputacional…(como se haría al analizar el “riesgo dirigencial” como parte del riesgo crediticio MiPyme, por ejemplo).
El riesgo de conflictos de interés, que puede generar no sólo un riesgo reputacional descomunal, sino pérdidas enormes que pueden llevar a la quiebra, causadas por juicios y fuga masiva de clientes, es una variante de riesgo operacional muy ligada al gobierno corporativo. Ahora bien, ¿no podría tratarse también de riesgo estratégico, que puede ser fuente de riesgo operacional? Después de todo, las líneas de negocio que uno decide tener o la manera de lidiar con los conflictos de interés potenciales son decisiones estratégicas. Lo dejo para su reflexión.
El conflicto de interés también puede afectar a los supervisores financieros y ser fuente de riesgo sistémico financiero
Esto es a primera vista un poco sorprendente de leer, pero algunos recordarán que en el caso de la estafa piramidal de Madoff, uno de los factores de detección tardía por el supervisor bursátil, la SEC, fue la cercanía sentimental entre un funcionario del supervisor y una funcionaria del grupo Madoff. Ciertamente novelesco, pero no tanto: es un factor que puede generar hasta amenazas para la seguridad nacional.
Aquí tienen otros ejemplos de cómo funcionarios de regulación y supervisión pueden perder toda objetividad en su labor, al tener conflictos de interés en general bien ocultos:
- uno de los más conocidos es el esperar una contratación futura por algún grupo financiero importante; algunos piensan poder congraciarse con ellos siendo muy indulgentes, lo que puede ir hasta hacer todo para que no se les aplique ciertas sanciones o medidas y siempre estar de acuerdo con sus puntos de vista. Es más común de lo que se cree y fue mencionado como uno de los factores en juego en la “ceguera” de ciertos supervisores durante la génesis de la crisis actual; esto es frecuente aunque grupos de perfil conservador en cuanto a gestión de riesgos tiendan a desconfiar de personas con estas características, y a preferir incluso a ex supervisores que vieron como “duros”
- una variante de lo anterior, pero más sofisticada, consiste en buscar ser “bien visto” por grupos financieros que gozan de excelentes relaciones con el poder político del momento; el objetivo no es necesariamente una contratación privada futura sino, el ser “bien visto” por el poder político en cuestión, “haciendo méritos” para favorecer la propia carrera pública usando razones ajenas al interés nacional. Esto sucede en todas partes, pero se mencionó también en el caso norteamericano y como un factor que contribuyó a la crisis, por las relaciones demasiado cercanas entre ciertos grandes bancos y el poder político en Washington; se ha escrito bastante al respecto.
Este tipo de conflictos de interés ocultos, que también pueden verse en otras industrias reguladas, sin que se trate de corrupción directa (aunque puedan combinarse con ésta), puede llevar a decisiones fatales para el futuro de un país, y como hemos visto, contribuir a crisis financieras sistémicas;se pueden incluso ver situaciones de supervisores defendiendo a ciertos supervisados contra la acción diligente de otros reguladores/supervisores, sobre todo cuando existen rivalidades entre ellos (se mencionó esta figura en el caso Washington Mutual). Es decir, cuando se presentan a nivel estatal, pueden causar hasta el deterioro de la calidad del propio riesgo país.
Conclusión: el riesgo de conflictos de interés es otro buen ejemplo de riesgo mal conocido que merece ser analizado de manera integral y del que todas las empresas pueden sufrir. Como pueden ver, su materialización puede incluso llevar a consecuencias macroeconómicas. Es un buen tema de estudio para la supervisión macroprudencial, que debería incluir a la vigilancia del gobierno corporativo no sólo de los supervisados y el de sus grandes clientes y partners, sino al de los propios reguladores y supervisores.