La Gestión del Riesgo de Commodities (I)
Luego de haber visto lo que es el riesgo de commodities en el post anterior, veremos cómo este riesgo puede ser gestionado: no hay razón para quedarse pasivos. Aunque a veces, las mismas técnicas de gestión de este riesgo pueden a su vez crear otros problemas.
Podemos decir, para las empresas que por su naturaleza deben comprar y/o vender commodities, que no pueden evitar este riesgo, sólo les queda tratar de reducirlo o mitigarlo.
En cambio, las entidades del sector financiero podrían sencillamente evitarlo y escoger no hacer operaciones que tengan que ver con commodities, pero muchas no razonan así: muchas, como los hedge funds, buscan simplemente ganar dinero aprovechando esas variaciones de precios; otras, esencialmente bancos, incluyen entre sus líneas de negocio el ofrecerles a sus clientes protección contra este riesgo, lo que las vuelve activos jugadores del mercado aunque su intención no sea especular; a veces hasta lo hacen porque prefieren asegurarse de que sus clientes expuestos a este riesgo también lo reduzcan, lo que disminuye la probabilidad de que el riesgo crediticio que representan para sus banqueros se deteriore: se ha visto eso con compañías aéreas por ejemplo, a las cuales se les financian flotas de aviones, y se les ofrece protección contra las variaciones del precio del “jet fuel”.
Los mismos países que están expuestos fuertemente a este riesgo no deberían quedarse pasivos; pueden reducirlo directamente o asegurándose activamente, con incentivos de ser necesario, de que sus productores o compradores de commodities lo hagan, lo que es más fácil en teoría si estos son empresas estatales, a las cuales se les ordena hacerlo (el caso más típico son empresas exportadoras o importadoras de petróleo y combustibles).
Las técnicas de gestión del riesgo de commodities
Las hay relativamente simples pero también las puede haber muy complejas.
Se puede por ejemplo pactar contratos de compra y venta donde se permite que el precio sólo se mueva dentro de una determinada banda; un ejemplo típico es el de muchos negociantes de caucho, que en general buscan trabajar sin inventarios; como sus márgenes son relativamente pequeños tienen que asegurarse de que su precio de venta sea superior al de compra, frente a compradores que buscan poder aprovechar de cualquier baja que se produzca antes de la entrega. Entonces se pactan cláusulas de variación de precio que dan cierta flexibilidad, y ellos se refleja incluso en la técnica de pago utilizada a menudo, que es la carta de crédito (donde sólo se paga al vendedor cuando da ciertos documentos que prueban la entrega); esta vendrá con cláusula de variación de precio incorporada. Eso funciona muy bien cuando todos respetan las reglas del juego; desgraciadamente no siempre es así, como dijimos en el post anterior (el negociante puede terminar completamente expuesto al riesgo de variación del precio).
Una variante son las compras y ventas condicionales, lo que supone que tanto la compra como la venta lo sean (sujetos a no salirse de cierta banda de precios).
La técnica más utilizada son los futuros de commodities. Estos son bastante antiguos y se negocian en mercados organizados (“exchanges” en inglés), de los cuales hay más de 30 a nivel internacional, estando entre los más conocidos el London Metal Exchange (LME), el Chicago Mercantile Exchange (CME), el Chicago Board of Trade (CBOT), la Bolsa de Mercadorias & Futuros de Sao Paulo, el Tokyo Grain Exchange; se compensan ahí todas las operaciones al final de un período “x” (se habla de “mes de entrega” por ejemplo) y se usan intermediarios especializados. Los hay más chicos, como varios en EE.UU. centrados en cereales.
Estos futuros son derivados donde el “subyacente” es el precio “spot” (del dìa) del commodity, y se cotizan precios a futuro a 30 dìas, 90 días, 6 meses, etc. Hay futuros “físicos”, que corresponden a transacciones reales sobre cantidades determinadas del commodity, pero los hay también “virtuales”, sin que se estén moviendo inventarios, una actividad que ha crecido rápidamente y que explica que los montos de los futuros que se transan sean mucho mayores que los correspondientes a operaciones físicas. Lo que hay que comprender es que para cubrirse de un riesgo de variación de precios no es necesario estar ligado a las transacciones físicas, aunque uno trate de contratar futuros que coincidan lo más posible con los períodos en que lo requiere su negocio. Los mercados principales de futuros son los agrícolas (trigo, maíz, cacao, café, etc.), los de metales (cobre, zinc, oro, plata, etc.), los de energía (petróleo y derivados, gas natural, pero también electricidad y carbón), los de transportes (como el Baltic Exchange para los fletes marìtimos).
En un mercado normal, los precios de los futuros son más caros que el spot, puesto que se paga la “variable tiempo” al mismo tiempo; se habla de mercados “in contango” (con una idea implícita de “en harmonía”); pero a veces, en razón de las anticipaciones de los operadores, puede ser al revés, los precios de los futuros se vuelven inferiores, un fenómeno que se llama “backwardation” (es la idea del “caminar retrocediendo”). Como ven, gestionar el riesgo con futuros no es tan simple como parece, hay que tener cuidado constantemente con las fechas de los contratos, y ver si se renuevan o no, o si se cierran antes de la fecha, es decir ir tomando posiciones en el mercado, en función a anticipaciones de precios, que pueden no realizarse. Obviamente, es más fácil cuando sólo se hace con contratos físicos precisos, pero pocas veces es posible; la gran mayoría de futuros no son “´físicos”.
Un producto derivado similar a los futuros son los “forwards”, que se negocian en mercados no regulados, llamados OTC (over-the-counter) y donde uno se compromete a comprar o vender también a una fecha futura a un precio determinado; pero ahí se trata de transacciones directas sin compensación centralizada y son menos fáciles de “deshacer” antes del plazo.
También se usan los “swaps” (intercambio de flujos), lo que es menos habitual, salvo en el mercado petrolero, donde se intercambian periódicamente diferenciales de precios en equivalentes de volúmenes de petróleo (en barriles) entre un precio fijo y un índice variable (como el precio del Brent).
(Continuará)