Acerca del escándalo de la manipulación del LIBOR
En uno de los posts anteriores les había mostrado las relaciones que existían entre la ética y la gestión de riesgos. Desgraciadamente estamos teniendo otra triste ilustración estos días, con consecuencias que pueden ser gravísimas. Supongo que habrán tenido últimamente la oportunidad de leer artículos sobre la manipulación del LIBOR en la plaza de Londres.
Para empezar, recordemos que el LIBOR es de lejos la mayor tasa de interés de referencia a nivel mundial. Esa sigla quiere decir London Inter-Bank Offered Rate. Se fija de la manera siguiente: se les pregunta cada día a un panel de 18 bancos en Londres (antes 16), a qué tasa piensan que podrían obtener préstamos de otros bancos para unas 10 divisas y 15 duraciones. La operación más conocida es la del dólar a 3 meses. Se quita las 4 cotizaciones más altas y las 4 más bajas, y con el resto se calcula el promedio oficial, que se publica con todas las cotizaciones del día.
Pues bien, Barclays ha tenido que pagar fuertes multas a las autoridades británicas y norteamericanas por haber manipulado esa tasa, es decir haber mentido, desde por lo menos el 2005, en sus cotizaciones respecto de las tasas reales operadas. Algo fácil de hacer pues aparentemente no habían controles supervisores sobre este tema. Aunque tal vez recuerden que ya habían sospechas al respecto desde por lo menos el 2009, incluso antes.
En el primer caso, era para tratar de ganar más, o perder menos, en posiciones de derivados (recuerden que los hay sobre tasas de interés y que hay otros donde la tasa de interés es una variable implícita, como en los derivados cambiarios). Aquí la mentira era aparentemente sobre diferenciales mínimos, aunque sobre montos grandes podían representar montos no deleznables para los bonos de los traders que lo hacían.
En el segundo caso, fue para esconder en lo peor de la crisis post Lehman Brothers que tenían que pagar tasas más altas que sus pares, con diferenciales en el reporte de hasta 0,40%. Un factor de complicación aquí es que operadores del banco han mencionado una llamada de atención del Banco de Inglaterra sobre sus tasas demasiado altas para disculparse. Se habla de un malentendido. Este tema debería ser esclarecido pronto.
El problema acá es mucho mayor:
-Por las declaraciones de Barclays, la primera modalidad se efectuaba con la complicidad de otros bancos. O sea que otros estaban involucrados, lo que puede haber generado pérdidas a clientes (o ganancias indebidas, pero solo se quejarán de las primeras).
-Y también hay indicios de que otros habrían recurrido a la segunda modalidad durante la crisis, incluso antes que Barclays; podría suceder que este último banco resulte haber sido más “franco” durante más tiempo.
Ahora bien, sepan que las operaciones que tienen al LIBOR como referencia, entre préstamos, bonos, derivados y otros productos estructurados se cuentan por cientos de miles de millones (billones), con números estimados entre 350 y 800 billones (trillions en inglés), según los diferentes medios.
Ya se ha materializado un riesgo operacional de manera masiva, asi como un riesgo reputacional, que ya parece que no se van a limitar al mencionado banco. El impacto se está extendiendo a toda la plaza de Londres, a otros bancos, que empiezan a estar bajo sospecha, y hasta a los supervisores británicos.
El riesgo de que se produzca una ola de juicios sobre muchos contratos, y de nuevas multas, es ahora muy elevado. Esto puede desestabilizar a muchas entidades y podría ser una nueva fuente de riesgo sistémico, a causa del tremendo golpe a la “confianza en el mercado” que ello representa. El LIBOR es uno de los pilares del sistema financiero mundial. Ahora se ha empezado a sospechar de otras tasas de referencia también.
Es un ejemplo más de cómo las fallas éticas pueden ser fuente de riesgos operacionales y reputacionales mayúsculos, y tener hasta efectos sistémicos: esperemos que esto no sea como “un sismo en cámara lenta” para el sistema financiero. Y es igualmente una prueba adicional de que un mercado financiero solo puede autodisciplinarse cuando los reguladores/supervisores adoptan tempranamente posiciones muy duras apoyadas por acciones de control constantes y muy intrusivas.
Hace unos días, un banquero internacional muy lúcido me decía que algo terrible en este tipo de asuntos era la total desproporción entre las ganancias de corto plazo obtenidas y las pérdidas que luego acarreaban. Desgraciadamente, muchos no parecen darse todavía cuenta de lo carísimo que puede costar la falta de ética en las finanzas; y la capacidad de gestionar mal los riesgos de manera casi intencional parece seguir siendo muy extendida.