Reputación: el diablo está en los detalles
En el mundo empresarial, la reputación no es un simple accesorio, es un activo que influye en la confianza, la credibilidad y, por supuesto, en el éxito de un ejecutivo o una empresa. Construirla y mantenerla no es cuestión de suerte, sino de una gestión minuciosa: el diablo está en los detalles.
Cada interacción, cada mensaje, cada decisión, construye o debilita la percepción que tienen nuestros clientes, aliados estratégicos y stakeholders en general, sobre una marca. Más de una vez hemos visto cómo pequeños errores o gestos sutiles han afectado seriamente empresas camino al éxito o personas referentes en su sector.
¿Qué detalles importan? La coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Un CEO que habla de ética y no es consecuente en sus prácticas, afecta la confianza. Una empresa que impulsa campañas de diversidad, pero tiene un directorio homogéneo. Una marca que habla de sostenibilidad, pero sus empaques son contaminantes. Un hotel cinco estrellas con la mejor infraestructura, pero con personal mal capacitado o desatento. Un referente en redes sociales experto en nutrición que promueve hábitos saludables, pero es visto consumiendo productos ultraprocesados. Un referente en reputación digital que comparte “fake news”, arriesga todo lo que ha construido con su marca personal. Todo comunica.
Construir y mantener una reputación sólida requiere de un trabajo constante y consciente. Se gana con esfuerzo y se puede perder en segundos. Debemos gestionarla con estrategia, autenticidad, consistencia y una comunicación coherente a lo largo del tiempo.