¿Innovaciones revolucionarias para cumplir los ODS?
El último informe Goalkeepers 2022 que publica la Fundación Gates proyecta que la humanidad no logrará los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS, al 2030, salvo que se haga una apuesta seria por innovaciones que pueden ayudar a cambiar ese pronóstico.
Goalkeepers es un colectivo global de diversos campos que viven en diversas partes del mundo y están comprometidos en lograr los 17 ODS, con énfasis en los seis primeros.
El estudio reconoce que cuando los 193 países acordaron los ODS, nadie sabía que un virus provocaría una pandemia ni que habría una guerra entre Rusia y Ucrania que afectaría al resto del mundo, pero ya puestos en el escenario, la única posibilidad de cumplir esos objetivos es acelerar no una sino cinco veces el ritmo del progreso de los países o que surjan innovaciones revolucionarias que modifiquen las proyecciones realizadas en el estudio.
El informe se centra en analizar la igualdad de género y el hambre desde perspectivas más amplias. En el primer caso, Melinda Gates aboga para que las mujeres tengan poder en sus familias y comunidades, y no solo empoderamiento. En el segundo, Bill Gates postula la necesidad de cambiar el enfoque sobre la forma de acabar con el hambre en el mundo.
Respecto a la igualdad de género, el estudio recoge las estimaciones de Equal Measures 2030, entidad que facilita datos, que señala que esta no se alcanzaría al 2030 sino al 2108 como mínimo, esto es, en tres generaciones más con relación a lo planteado. Los datos que avalan estos números son los resultados de salud, participación económica, representación política y educación secundaria. Según el informe, la pandemia mostró la forma diferente en que mujeres y hombres se vieron afectados en la participación de la mano de obra y que aún hay mucho que hacer en el número promedio de horas trabajadas por semana, la tasa de desempleo, la titularidad de una cuenta financiera, la diferencia entre la disponibilidad de un trabajo y la posibilidad de tomarlo por la ausencia de una infraestructura de cuidado, entre otros.
En el caso del hambre, el estudio concluye que este no puede resolverse solo con ayuda humanitaria, sino que se requieren inversiones en I+D en agricultura.
La guerra entre Rusia y Ucrania ha hecho visible la existencia de una alta dependencia del trigo y el riesgo que esta representa para enfrentar el hambre. Según el reporte, África importa el 72% de trigo que consume y América el 55%, lo cual explica que la guerra haya impactado el abastecimiento y el incremento de los precios.
Por ello, se plantea la necesidad de aumentar las inversiones en innovaciones para que se pueda migrar hacia soluciones sostenibles y no poner énfasis solo en aumentar la asistencia humanitaria. Esta última debe seguir en aumento, pero claramente, no resuelve el problema. Al respecto, Bill Gates opina que hay que lograr que no se necesite ese tipo de ayuda.
Para sustentar su postulado, propone preguntarse ¿por qué una crisis en Europa del Este amenazó con matar de hambre a millones de personas a seis mil millas de distancia (África)?
La respuesta del informe pasa por revisar la forma en que se ha incrementado la productividad agrícola en todo el mundo. Mientras en China y Brasil las cosechas crecieron, en países como Laos y Camboya se mantuvo por debajo del promedio mundial, y en el continente africano no creció ni siquiera lo suficiente para alimentar a la población.
La explicación que está detrás de esta realidad tiene que ver con el tamaño de las parcelas, la falta de riego y fertilizantes, los efectos del cambio climático, entre otros que impide que tengan la capacidad de afrontar alguna perturbación a la cadena de suministros.
Herramientas como el Atlas de Adaptación Agrícola permite mostrar el efecto del aumento de las temperaturas a más de 30 °C en la polinización y la fotosíntesis de cultivos como el maíz. En este caso cada grado adicional por encima de los 30°C por día reduce el rendimiento de los cultivos en 1%. Gracias a esta herramienta es posible advertir que un porcentaje importante de este y otros cultivos se producirán bajo esas condiciones en el futuro.
Sin embargo, no basta con saber cuál es el problema sino trabajar para solucionarlo. Por ello, la Fundación plantea apoyar la investigación en lo que llaman “las semillas mágicas”, aquellas que son más resistentes a climas cálidos y que permiten incrementar la producción como para alimentar a las familias y tener excedentes para el mercado. Ya tienen casos exitosos en el maíz, el arroz y la yuca.
Según el informe, avanzar en este tipo de investigación requiere muchos recursos no solo para la investigación misma sino también –de forma complementaria- para el financiamiento de insumos, infraestructura rural, nuevas carreteras, sistemas de calidad, trazabilidad, entre otros.
Es imposible imaginar que se pueda enfrentar el cambio climático sin el desarrollo de estas “semillas mágicas” que vayan adaptándose a los nuevos escenarios. Pero, hacerlo cuesta porque es difícil mantener equipos de fitomejoradores como los de CGIAR o contar con software de inteligencia artificial para modelado predictivo que permite identificar no solo la mejor variedad de semilla para cada tipo de lugar, sino también advertir brotes de enfermedades.
Precisamente, en una reciente nota de El País de España, se da cuenta de los esfuerzos que se están haciendo con recursos de la Fundación Gates para obtener variedades mejoradas de yuca con ciclos de cultivo más cortos con el fin de sustituir un porcentaje de la harina de trigo que se usa en África con harina de yuca.
La receta de Gates es la correcta si es que se entiende que las semillas mágicas son obtenidas a través del fitomejoramiento que es una práctica milenaria y que se basa en gestionar las variedades de cultivos para utilizar las más adecuadas para desarrollar cultivos mejorados para ser más sanos, resilientes y de mayor rendimiento. Además, esta práctica puede complementarse con la biofortificación que permite aumentar el contenido de micronutrientes fundamentales.
Por esta parte de América estamos lejos de invertir suficiente en estas materias. En el Perú, están los esfuerzos que se han hecho en el arroz y la papa con el apoyo de la FAO y del Centro Internacional de la Papa, CIP-CGIAR, respectivamente.