La falta de inocuidad que mata
Imagine que un buen día empieza a sentir mareos, fatiga, lagrimeo, algo de náuseas, molestia intestinal y cambios en su ritmo cardiaco. Además, desde hace algún tiempo está durmiendo mal, tiene cambios de humor y percibe un hormigueo en los músculos de las extremidades.
Probablemente, lo último que se le ocurriría es que esto puede ser provocado por una exposición de corta duración (nivel bajo) u oral (nivel más alto) al chlorpyrifos, componente de plaguicidas de uso agrícola registrados en el Servicio Nacional de Sanidad Agraria (SENASA), esto es, que están permitidos en Perú.
El chlorpyrifos es un químico organofosforado que contiene enlaces de fósforo y carbono que se emplea en plaguicidas comerciales para la agricultura, pero también en el hogar para exterminar pulgas y cucarachas.
Los plaguicidas se usan para enfrentar las plagas en diversos cultivos, pero la falta de buenas prácticas agrícolas algunas veces origina que no se respete lo que se conoce como el periodo de carencia que es el tiempo mínimo que debe transcurrir desde la última aplicación del plaguicida y la cosecha (10 días antes), lo que significa que la producción se traslada a los mercados con residuos de las sustancias activas en los alimentos.
La Unión Europea (UE) y los Estados Unidos tienen prohibida la importación de alimentos con residuos de chloryirifos desde 2020 y 2021, respectivamente, porque lo considera altamente nocivo para la salud. Al respecto, un estudio de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria determinó que esta sustancia puede provocar, dependiendo del receptor y del tiempo de exposición, efectos adversos en el sistema nervioso central, el sistema nervioso periférico y los órganos de los sentidos.
A pesar de todo eso, este químico sigue siendo usado para una serie de cultivos como el cacao, el tomate, el ají amarillo y otras hortalizas, poniendo en riesgo los envíos que se realizan al exterior y, sobre todo, la salud de los consumidores.
La mala noticia es que el chlorpyrifos no es el único pesticida que está siendo usado bajo prácticas agrícolas poco seguras para cultivar los alimentos que consumimos todos los días. También está el methamidophos, actualmente prohibido en la UE y China por su alta toxicidad o el glifosato que pese a toda la información que pone en duda su inocuidad, cada vez se usa más en el Perú. Según datos de SUNAT Aduanas, entre 2020 y 2021 se incrementó en 40% el volumen importado de glifosato hasta alcanzar las 4 mil toneladas.
La reciente difusión a través de varios medios de comunicación y redes sociales de los resultados del informe del SENASA denominado “Monitoreo de Residuos Químicos y otros contaminantes en alimentos agropecuarios primarios y piensos realizado en 2021”, mostró que un 26.45% (995 muestras) del total de muestras colectadas (3762) estuvieron no conformes para contaminantes químicos, seguidas por un 7.55% (284 muestras del total) no conformes para contaminantes microbiológicos.
Precisamente, uno de los contaminantes químicos encontrados con mayor frecuencia en los alimentos de origen vegetal fue el chlorpyrifos que estuvo presente en el ají amarillo, arveja, brócoli, frejol, haba, lechuga, lenteja, limón, maíz choclo, naranja, pallar, pepinillo, piña, quinua, tomate, uva y zapallo. Además, se encontró el methamidophos en el pimiento, cebolla, ají amarillo, tomate, pepinillo, lechuga, zapallo, uva, arveja, manzana y pallar. Algo similar ocurrió con metales pesados como el plomo que estuvo presente en el ají amarillo, arveja, brócoli, camote, frejol, haba, lechuga, lenteja, limón, maíz choclo, mandarina, pallar, papa, pepinillo, trigo, uva, yuca, zanahoria y zapallo; y, el cadmio que también se encontró en ají amarillo, brócoli, cebolla, lenteja, limón, pimiento, tomate y zanahoria.
¿Qué hacer?
• Se tiene que poner en agenda el tema de la inocuidad y calidad de los alimentos, los que consumimos los peruanos, los que se exportan a otros países y, además, generan divisas; y, aquellos que se importan de otros países.
• La inocuidad de los alimentos tiene que ser abordada multisectorialmente y debe tener como objetivo la contención de cualquier brote de Enfermedades Transmitidas por Alimentos (ETA) y la disminución de la exposición de los consumidores a las más de 200 enfermedades que pueden ser provocadas por el consumo de alimentos contaminados.
• La creación del Sistema Nacional de Inocuidad y Calidad Alimentaria (sistema funcional) que involucre a productores primarios de alimentos (agricultores, ganaderos, pescadores, acuicultores), industria de alimentos, Estado (agencias de sanidad), la comunidad científica y los consumidores puede contribuir a la identificación, formulación y ejecución de políticas para asegurar la calidad e inocuidad alimentaria.
• Se tienen que hacer análisis de riesgos para el control de la inocuidad de alimentos a través de MIDAGRI (SENASA), PRODUCE (SANIPES) y MINSA (DIGESA).
• Hay que invertir para utilizar tecnologías (laboratorios móviles equipados, entre otros) u otras herramientas modernas para monitorear la presencia de contaminantes químicos, contaminantes microbiológicos y parásitos.
• Las estrategias para fortalecer los esfuerzos en inocuidad alimentaria tienen que contemplar programas de vigilancia, la inspección y fiscalización en las unidades productivas, la trazabilidad, la observación de buenas prácticas agrícolas, buenas prácticas de eviscerado en origen y en caletas de pescadores, reuniones técnicas con gremios y asociaciones de productores de los cultivos y pesquerías con mayor presencia de contaminantes para discutir las prácticas que están usando, la difusión de información para los consumidores, la mejora en la regulación, entre otros.
• El Poder Ejecutivo tiene que propiciar la coordinación multisectorial para acabar con la venta de plaguicidas prohibidos, y fortalecer técnica y presupuestalmente al SENASA, el SANIPES y la DIGESA para que preserven la inocuidad de las importaciones y exportaciones, así como la producción para consumo interno.
• El Congreso de la República tiene que revisar e impulsar, según corresponda, las iniciativas legislativas relacionadas con la prohibición del uso y la importación de plaguicidas tóxicos para el ser humano, los animales y el medio ambiente.
• Construir una red de información, alertas alimentarias y comunicación de riesgos que permita una acción rápida frente a eventos que puedan afectar la salud de los consumidores nacionales y los de los destinos de las exportaciones peruanas.
• Afianzar el seguimiento de las normas del Codex Alimentarius para proteger a los consumidores, para lo cual se requiere la coordinación público-privada de los actores.
Hay una larga lista de iniciativas y esfuerzos que contribuirían a abordar el problema de la falta de inocuidad de los alimentos que puede provocar –en los casos más extremos- enfermedades como el cáncer y hasta la muerte, pero difícilmente se pueden abordar en momentos en que la coyuntura política lo único que genera es incertidumbre o tenemos un Estado cada vez más debilitado.