Sin mercados, no hay formalización
Las MYPE son las que mueven el país y por ello, el hecho de que hayan adquirido protagonismo en el debate electoral, es una buena noticia. La mala noticia es que los equipos económicos de ambos candidatos plantean el mismo tipo de recetas que se han aplicado en los últimos 25 años y que no han sido capaces de incorporar a la economía formal a casi el 70% de negocios del país: bajar los costos de la formalidad ya sea simplificando trámites para crear empresas, introduciendo algún tipo de régimen especial que recorta derechos laborales, reduciendo tasas de impuestos, entre otros.
Cuando estuve en el Ministerio de la Producción, tuve la ocasión de evaluar el impacto de la Ley MyPE (Decreto Legislativo 1086) sobre la creación de empresas formales. El resultado: las tasas de crecimiento del número de empresas formalizadas no era mayor al crecimiento inercial de empresas que se creaban cada año desde 2010. Y no solo eso, cuando dialogaba con emprendedores que acababan de iniciar operaciones me decían que preferían registrarse bajo el régimen general antes que en el régimen que permite pagar tasas menores de impuestos y menos beneficios sociales a nivel laboral. ¿Por qué? Primero, porque incorporarse el régimen MyPE significaba adquirir una visibilidad mucho mayor de cara a las autoridades y especialmente ante la SUNAT, organismo que no les perdonaba los errores procedimentales de quienes comenzaban a andar el camino de la formalidad. Segundo, porque además de esta mayor visibilidad, al estar los beneficios recortados atados con el tamaño de la empresa, estas no tenían ningún incentivo para crecer. ¿Y qué empresario quiere tener a la SUNAT encima, a cambio de beneficios que le son retirados si tiene éxito?
Lo que aprendí de esta evaluación de la ley MyPE es que el mejor incentivo para la formalización es el acceso a los mercados como la posibilidad de participar en Compras MiPerú, de ser parte de una cadena exportadora, de vender para una empresa ancla en un cluster productivo, entre otros. Con más mercados y más negocios, la formalidad (y sus costos laborales, tributarios y administrativos) se paga sola. Los negocios informales no se formalizan porque el Estado lo quiere sino porque el mercado lo pide.
Gracias a estos hallazgos es que pudimos introducir algunos de los ajustes de los que necesitaba la Ley MyPE en la ley 30056, para acompañar una oferta de valor más integral del Estado. Entre estos estaban la eliminación de la sanción al primer error que cometan las empresas a nivel laboral y tributario, la deducción de gastos en capacitación, la posibilidad de que el Estado otorgue capital semilla para startup, entre otros. Desafortunadamente, una parte de la norma no se reglamentó.
Sin embargo, quizás lo más importante fue que estos hallazgos nos recordaron que una verdadera política de impulso al crecimiento de MyPE y la formalización tiene que ser multisectorial e involucrar una acción coordinada entre múltiples sectores, incluso si no existe un actor que articule los esfuerzos, como lo fue PROMPYME en su momento.
- La SUNAT tiene un rol fundamental porque cuenta con una plataforma de centros de servicios de orientación al contribuyente que puede ayudar a los emprendedores que hoy son informales a decidir entre las alternativas que tienen y las ventajas de los regímenes existentes, para que puedan tomar una decisión más informada. Para ello, hay que modificar el sistema de trabajo que tienen los asesores de las ventanillas de orientación, cuyo desempeño se mide por la cantidad de personas que atienden, y eso impide que inviertan tiempo suficiente en atender a quienes se atreven a buscar alternativas a su informalidad.
- El Ministerio de Economía y Finanzas, tiene que comprender que programas como Compras MiPerú, no deben ser aplicados solo por excepción a la Ley de Compras del Estado, sino que se pueden canalizar fondos del Estado para compras que por su naturaleza pueden ser orientadas para las microempresas, porque para estas, eso es el mejor incentivo para ser formales. Estos programas han dado impulso a varias microempresas que luego han usado esa experiencia como palanca para participar en nuevas convocatorias, bajo el procedimiento general de Compras del Estado. Además, en ningún caso son compras de menor calidad que hace el Estado, sino compras que sirven como programas de formación de proveedores para las instituciones del Estado, que probablemente costarían mucho más ejecutar.
- El Ministerio de Producción, tiene que seguir realizando intervenciones como Gamarra o El Porvenir Produce que generaron tanta expectativa en segmentos informales que operaban alrededor de esos conglomerados, los cuales mostraron disposición de formalizarse, para poder participar. De alguna manera, la intervención puso en evidencia la importancia de que las estrategias sean integrales: oportunidades de mercado con procedimientos simples para formalizarse y recursos para promover estos procesos.
Por todo ello, será importante que los equipos de gobierno tomen en cuenta lo que verdaderamente ocurre en la mente de los que trabajan informalmente.
Ninguno de ellos decidió ser informal porque es malo, incapaz, o, le gusta actuar fuera del mercado, sino que no ha tenido la oportunidad que le haya permitido dar el salto para dejar la informalidad, y por eso la oferta de valor del Estado tiene que contemplar acciones para facilitar su acceso al mercado.