Pregunta para el debate presidencial
En un reciente artículo de opinión publicado en El Comercio, se señala que el ordenamiento territorial (OT) es una moda y que el concepto de sostenibilidad debe revaluarse. El argumento detrás de este artículo es que el OT no garantiza el máximo bienestar económico ni las más altas tasas de crecimiento, pues una actividad no sostenible o de corta vida útil puede generarle más beneficios económicos a un país que otra que sí lo es.
Según la visión defendida en ese artículo, si debajo de Machu Picchu hubiera gas o minerales, si se toma en cuenta que este solo genera ingresos directos por S/100 millones al año, lo más aconsejable sería permitir que se extraiga el gas o se haga minería, en lugar de permitir que sea el eje turístico de la región Cuzco. Lo mismo ocurriría con el lago Titicaca, Choquequirao, la reserva de Paracas, el sitio arqueológico de Chavín de Huantar, las Líneas de Nazca, Chan Chan, la fortaleza de Kuelap, las áreas intangibles alrededor de los monumentos históricos, el Manu y todas las reservas naturales que existen en el país.
Para quienes defienden estas ideas, desplazar a las comunidades amazónicas para producir sobre sus tierras palma aceitera, cortar de una sola vez todos los árboles de shiwawaco que demoran varias décadas en volver a crecer tiene mucho sentido pues generan un valor económico tangible que supera largamente al placer de respirar aire puro, el respeto a las comunidades étnicas, o al simple orgullo de ser una reserva ecológica mundial.
Si estás de acuerdo con esta visión, en las líneas siguientes te invito a reflexionar. Quizás la mejor manera de hacerlo sea recordar que el OT y sus instrumentos se aplica tanto a espacios urbanos como rurales.
Precisamente es el OT y sus instrumentos a nivel municipal los que determinan que un hospital no se termine ubicando al lado de un relleno sanitario o una refinería de petróleo. La zonificación es una forma en la que las autoridades deciden qué actividad se realiza y dónde lo hace. Lo mismo ocurre con las actividades económicas a lo largo del territorio nacional. La zonificación también sirve, por supuesto, para promover los ecosistemas de negocios en un distrito.
El OT es un instrumento muy poderoso y quizás te preguntes por qué está en manos de las autoridades. La respuesta es muy simple. La historia muestra que los mayores conflictos que ha habido en el mundo han sido por la tierra y sus recursos. Por ello, la Constitución de 1993, establece que el territorio comprende el suelo, el subsuelo, el dominio marítimo y el espacio aéreo. Además señala que los recursos naturales renovables y no renovables, que se entienden están en ese territorio, son patrimonio de la Nación y establece que es posible que esta defina a través de leyes su aprovechamiento y su otorgamiento a particulares.
La Constitución además establece criterios para hacerlo, como el hecho que el Estado está obligado promover el uso de los recursos de forma sostenible, respetando los derechos de propiedad de los privados; pero también los de las comunidades sobre sus tierras, y el uso y la libre disposición que quieran hacer de estas.
Esa es la esencia que está detrás del OT. Por eso, cuando el Ministerio del Ambiente define cómo debe entenderse este, lo que está haciendo es reconocer esos mandatos constitucionales y la competencia del Estado para liderar ese proceso técnico de toma de decisiones.
La razón por la que esta responsabilidad recae sobre el Estado y no sobre el sector privado es que quien va a conseguir un negocio multimillonario explotando el mar o el subsuelo del Perú, tiene pocos incentivos para pensar en que el acceder al recurso que busca puede poner en riesgo a la población de los distintos recursos marinos que son de todos los peruanos, la existencia de Machu Picchu o las Líneas de Nazca, o las de El Olivar o el Club El Golf de San Isidro, si existiera una gran riqueza natural en su subsuelo.
Los recursos naturales del país son parte del capital natural, un componente que todavía no forma parte del PBI pero que el Perú no ha protegido lo suficiente en las últimas décadas. Crecer a costa de depredar el capital natural es como vivir la gran vida con la tarjeta de crédito o vender las joyas de la abuela. Tarde o temprano, la ilusión se acaba. El boom económico que vivió el Perú en años pasados, en gran parte, se financió con la utilización del capital natural. Un OT moderno como el que aplican países de la OCDE permitiría que el país use con mayor inteligencia sus recursos y pueda alcanzar un patrón de crecimiento más saludable.
Decirle al país que siga depredando su capital natural para crecer más es como decirle a una persona sobreendeudada que siga financiando la fiesta con su tarjeta de crédito. Ya sabemos en qué termina eso.
¿Qué piensan hacer los señores candidatos presidenciales con el Ordenamiento Territorial?