La primacía de la realidad
Los resultados de la evolución de la economía dados a conocer por el INEI el fin de semana confirman, lamentablemente, que el crecimiento volvió a desacelerarse en noviembre del año pasado, y aunque cuando en febrero se registre que el PBI se expandió en 13%, esa tasa tendrá poco impacto, pues para entonces las expectativas empresariales y de los consumidores tendrán puestos sus ojos en el avance del primer bimestre del 2022. No se trata de ningunear ese resultado, sino de situarlo en su real dimensión.
Lo mismo es válido para evaluar la recaudación de impuestos y el superávit de la balanza comercial el año pasado. En ambos casos se muestra principalmente el impacto positivo de la alta cotización de los minerales.
Si se observa el índice desestacionalizado del PBI en noviembre, se evidencia que descendió por segundo mes consecutivo. Hasta setiembre, dicho indicador había mostrado un incremento durante cinco meses seguidos. Por su parte, las principales empresas del país nunca terminaron de asumir el crecimiento de 13%. Como lo remarcó Juan Carlos Odar, en la última encuesta de expectativas macroeconómicas del Banco Central de Reserva (BCR) de diciembre, las empresas estimaban una expansión de 8% para el año -y con sesgo a la baja-, cuando ya para entonces el sistema financiero y los analistas económicos proyectaban 13%.
Por eso, la próxima encuesta que presente el BCR a fines de enero servirá para conocer si los agentes económicos se han contagiado del 13% del 2021, lo cual debería reflejarse en la recuperación de la confianza empresarial para los próximos tres y doce meses, respectivamente.
Los buenos resultados que el propio Ejecutivo ha resaltado no han desanimado al Gobierno del presidente Castillo de insistir en su objetivo de promover una nueva Constitución. Todo lo contrario. Por ejemplo, a propósito de la autógrafa de la ley que pone candado a la convocatoria de la Asamblea Constituyente mediante un referéndum sin pasar por el Congreso, al mandatario y la presidenta del Consejo de Ministros les sirvió la oportunidad para observar la decisión del Congreso y volver a poner en agenda el tema, oportunidad aprovechada por los congresistas oficialistas a fin de ratificar la intención de recolectar firmas para llevar a cabo un referéndum que lleve a una nueva Carta Magna. Es de esperar que quienes aún esperan un cambio de actitud de Castillo en las últimas semanas terminen de convencerse de que no ocurrirá.
En todo caso, el crecimiento de 13% en el 2021 se empieza a desvanecer si el Gobierno insiste en su populismo económico, que en más de una ocasión es acompañado por varias bancadas del Congreso, como acaba de ocurrir con la nueva metodología aprobada la semana pasada para devolver recursos a los exaportantes del Fonavi y que como bien advierte el Consejo Fiscal es un riesgo, dado que significa un costo fiscal de más de S/ 42 mil millones, como advirtió semanas atrás Gestión.
A lo anterior se suma la intención de incrementar la remuneración mínima vital, no tanto de una manera institucional, pues la propia ministra de Trabajo prácticamente da por hecho el aumento. Incluso desde sectores afines al Gobierno se menciona que la productividad se ha incrementado, pero sin mostrar alguna evidencia. En todo caso, vale la pena mencionar lo que recientemente en Colombia dijo el economista Santiago Levy al entregar el informe Misión de Empleo para dicho país: “El salario mínimo es la puerta de entrada a la formalidad… Mientras más alto es este, más angosta es esa puerta”.
La realidad termina siempre por imponerse, y si se insiste en el populismo económico el próximo año estaremos comentando otra oportunidad perdida.