Cinco meses decisivos
Mientras el Congreso se prepara a debatir los proyectos de reformas judicial y política del Ejecutivo, la economía sigue mostrando resultados alentadores, aunque con algunos altibajos.
Como ya se había dicho durante el segundo trimestre, era previsible que en el segundo semestre del año la comparación estadística respecto al 2017 ya no tendría el mismo impacto en los resultados del crecimiento del PBI. Pero aun así, sigue siendo altamente probable que la tasa de expansión a finales de diciembre registre un número cercano o superior al 4%.
Tal como señalamos en junio, era muy triunfalista considerar que las cifras que mes a mes muestra el INEI sean consecuencia de la política económica del Gobierno de Martín Vizcarra. Por eso, con acierto Waldo Mendoza remarcó la semana pasada en Gestión que es “claramente inexacta… imposible que las políticas tomadas a partir del 23 de marzo, fecha de juramentación del nuevo presidente, tengan efecto casi al mes siguiente”. Resulta evidente que las cifras son consecuencia, en buena parte, de los mejores precios de los minerales.
Sin embargo, a partir de agosto sí se podrá dejar sentir a futuro las decisiones que adopte el MEF. A fin de mes tendrá que presentar el Marco Macroeconómico Multianual y las nuevas proyecciones, así como entregar al Congreso el proyecto de presupuesto público que deberá ser ejecutado por autoridades novatas tanto a nivel regional como municipal que serán elegidas este año. Carlos Oliva ya adelantó que el crecimiento nominal del presupuesto sería de 4%.
Asimismo, se espera que en lo que resta del año, el Ministerio de Economía haga sentir su peso para revertir la desaceleración de la inversión pública, principalmente de los proyectos vinculados a la reconstrucción en el norte -sobre todo ahora que se han hecho ajustes a fin de agilizar la ejecución-, pues su retraso tiene efectos políticos en la popularidad presidencial.
En setiembre también culmina el plazo de 60 días para que el Ejecutivo pueda legislar con las facultades concedidas por el Congreso. Los efectos de los cambios tributarios se empezarán a sentir el próximo año, y en mayor medida se reflejarán en el 2020.
Pero una de las mayores inquietudes es qué tanto la tasa de crecimiento será sostenible en los próximos años. Algunos nubarrones en la economía mundial, como la guerra comercial que impulsa EE.UU. con varios de sus socios, puede ser un factor que influya en la economía peruana.
Hace más de dos semanas, Oliva hizo hincapié que “lo que guía el espíritu de la política económica es el aumento del PBI potencial”. Justamente ese objetivo es el que habría que prestar mayor atención a fin de que en los próximos tres años se supere el techo de 3.5% anual en que se ha estancado la tasa de crecimiento del PBI potencial. La intención de debatir políticas para aumentar la competitividad y productividad no han logrado calar lo suficiente porque el MEF mantiene un perfil bajo para impulsar ese debate y prefiere esperar que lleguen a los escritorios del jirón Junín.
La otra preocupación tiene que ver con la brecha en las expectativas de los consumidores y las proyecciones económicas. Si bien los pronósticos desde hace dos semanas han comenzado a elevarse, la confianza de los consumidores, quizá influenciados por el ruido político del corto plazo, se mantiene en terreno pesimista. Y todo esto a pesar de que hay un crecimiento del empleo.
En todo caso el factor político jugará un rol clave en el último trimestre, dado al referéndum planteado por el mandatario y las expectativas que para entonces tenga el votante.