TRANSFORMACIÓN DIGITAL ¡CUIDADO CON EL MATUNGA KATATUNGA TUNGA!
Mi abuela veneraba la belleza física (al menos la suya). Cuidaba de su piel mejor que a sus propios hijos (a quienes también cuidaba, a veces). Cuando vio aparecer en su rostro las primeras señales de arrugas que produce el natural proceso de envejecimiento, entró en modo pánico y comenzó a gastar ingentes cantidades de dinero en cremas, óleos, aceites y demás menjunjes en búsqueda de uno que sea capaz de devolverle la textura de quinceañera a su cuerpo. Como todas las recetas que usaba se pusieron de acuerdo para hacerle absoluto caso omiso a su voluntad y al notar que su proceso de momificación era irreversible, mi abuela decidió subirle un par de barritas al asunto y comenzó a buscar el anhelado elixir de la juventud entre brujos, curanderos y chamanes (si usted conoce la distinción que existe entre cada uno de estos tres personajes, por favor hágamelo saber).
Cuenta mi madre que la suya (me refiero a mi abuela, no a la de usted que no la conozco ni por el Facebook) conoció entonces a uno -cualquiera de los tres da lo mismo porque no tengo la menor idea de quién es quién- que prometía, a cambio de 30 kilos de billetes, la juventud eterna cubriendo la piel de todo ingenuo que se cruzara por su camino con unas hiervas terriblemente apestosas y de origen desconocido que hacían que el olor del trasero de un zorrillo se sintiera como una fina y exquisita fragancia francesa a su lado. Esto mientras el charlatán repetía una y otra vez las que, según él, eran las palabras mágicas que completaban el sortilegio: “Matunga Katatunga Tunga”.
Lo cierto es que ni el chamán, ni las pestíferas hiervas, ni el matunga katatunga tunga pudieron hacer algo contra el imparable envejecimiento de mi abuela que, pasadas sus cincuenta velitas, se dio cuenta que en su piel ya calaban las pruebas irrefutables de la vejez, misma a la que le hizo honor muchos años después, cuando colgó los tenis (a la edad de Dios sabe cuántos) día en el que ninguno de los asistentes al velorio pudo distinguir si la anciana estaba dormida, disecada o ya había estirado la pata. Eso sí, muchos de ellos sintieron un extraño y penetrante olor a zorrillo que nadie supo explicar de dónde provenía…Amén.
No se deje engañar por los brujos, curanderos y chamanes (dependiendo del diploma que le enseñen) que afirman que la transformación digital que ellos venden, cual elixir de la juventud, le otorgará a su empresa grandes ventajas frente a sus competidores. Esto no es cierto. En un contexto en el que usted compite virtual y físicamente contra fabricantes y proveedores de todo el mundo y en el que muchas veces su producto tarda en ser entregado a un cliente de su propio país más tiempo de lo que tarda un competidor chino entregándolo por Amazon al domicilio de ese mismo consumidor, la transformación digital NO le otorgará ninguna ventaja a su empresa sino más bien, sólo reducirá la brecha del rezago al ponerlo, en el mejor de los casos, al mismo nivel operativo que sus competidores mundiales.
La transformación digital no es innovación (ni se le parece). La transformación digital tampoco requiere de un cambio de cultura (que confunden descaradamente con lo que realmente se necesita: un cambio de hábito de los trabajadores). La Transformación digital solo lo pone al día con respecto a otros negocios de su misma industria que nacieron completamente digitalizados desde el primer momento. Es que en una situación de localía tal vez tenga sentido esgrimir el argumento de la ventaja, pero en un contexto en el que ya ni el tendero del barrio compite localmente, la tesis de la mejora competitiva cae en lo absurdo. Entonces, tenga mucho cuidado con los brujos, curanderos y chamanes que le cantan al oído el Matunga Katatunga Tunga, porque ninguno de ellos será capaz de quitarle una sola arruga a su empresa. Si no me cree pregúnteselo a mi abuelita.
(Partes de este artículo fueron extraídas del libro Pensando Fuera de la Curva, solo las más bonitas)
AVISOS PARROQUIALES: Si a usted le gustó este mensaje al corazón le dejo el siguiente link para que me deje sus comentarios al respecto. Prometo responder todo comentario: https://www.linkedin.com/in/jorgeboza/
Si desea saber las razones por las que ya no enseño innovación en ningún programa de MBA (no, no es porque pagan mal, bueno algunos lo hacen pero esa no es), lo invito a leerlas aquí: https://gestion.pe/blog/mirando-los-negocios-al-reves/2021/02/porque-ya-no-enseno-innovacion-en-las-escuelas-de-negocios.html
Si desea una copia física de este artículo, ¡entonces, que espera! agarre su impresora y saque una que desde aquí yo no lo puedo hacer por usted.
Ahora bien, si usted es de los que ofrecen transformación digital como la panacea a todos los problemas de una empresa, no tome mi post a mal, no es personal (se lo juro por las arrugas de mi abuela). En todo caso, yo no me refería a usted sino más bien al otro que vende lo mismo que usted. Si esto no le quita la molestia, puede demandarme ante los tribunales internacionales pertinentes, pero tenga mucho cuidado que mi abogado también se sabe la del Matunga Katatunga Tunga.