Mineros: la luz al final del túnel
Por: Víctor Gobitz, presidente del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú
Hoy, 5 de diciembre, en el Perú celebramos el Día del Minero. Por ello permítanme expresar mi profundo reconocimiento a los más de 500 mil peruanos, cuya sacrificada y singular labor ha posicionado a nuestro país en la escena mundial (mucho antes y de manera más sostenible que nuestro fútbol), lo cual debe también hacernos sentir muy orgullosos.
Y me refiero a más de medio millón de personas porque esta actividad no sólo emplea ingenieros, sino también profesionales, técnicos y trabajadores de diversas especialidades que contribuyen al progreso de esta industria y del país. Consideramos en esta cifra también a los mineros artesanales que aún están en proceso de formalización.
Es preciso resaltar que nuestra minería se desarrolla en los lugares más remotos e inhóspitos de nuestro país, generando esa real descentralización, con turnos que cubren las 24 horas del día. Es decir, se trabaja literalmente de sol a sol. Además en muchos casos se tiene jornadas atípicas, con un número mínimo de días de permanencia en el campamento y otros tantos de retorno a casa, lo cual supone estar alejado de la familia.
Más allá de los altos estándares en seguridad incorporados por la minería moderna, el trabajo, tanto en las minas subterráneas como de cielo abierto, implica un ambiente laboral de alto riesgo que nos obliga a recorrerlas siempre de manera alerta, silenciosa y reflexiva.
Esta convivencia genera una camaradería entrañable, que se gesta a lo largo de metas alcanzadas y logros compartidos, como la satisfacción ante el hallazgo de una veta de alta ley o la superación de un derrumbe, pero también de fracasos y pérdidas irreparables, como la congoja ante la pérdida de un compañero.
Por eso, estimados lectores, hoy que vivimos de manera cotidiana un mundo hiperconectado y tecnológico, con smartphones y tablets, debemos recordar que ello no sería alcanzable sin una verdadera industria minera proveedora de metales. Que detrás de ese metal esencial para el mundo moderno, está el esfuerzo de un minero que quizás descendió por un pique o una rampa a miles de metros de profundidad, en condiciones climáticas adversas y lejos de sus seres queridos, solo para brindarnos una mejor calidad de vida.
Los mineros son las personas que nos proveen de esa luz al final del túnel. Es decir, los metales indispensables para la sociedad que ahora todos disfrutamos.