Minería para el desarrollo
Por Víctor Gobitz, presidente del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú
El contexto político del Perú nos está demostrando lo importante que es el diálogo y la búsqueda de consensos para continuar por la senda del desarrollo y el crecimiento. Sólo a través de una visión compartida de nuestro país podremos realizar esfuerzos conjuntos para abordar nuestro principal desafío: erradicar la pobreza.
Está claro que la minería es un pilar fundamental para combatir la pobreza: fomenta el empleo y permite el desarrollo de infraestructura para atender necesidades básicas de la población, tales como la salud y la educación.
La semana pasada, el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP) presentó el estudio “Beneficios macro y microeconómicos de la minería”, dando a conocer cifras contundentes. Actualmente, el sector genera 174 mil empleos directos y más de 1.1 millones indirectos, logrando beneficiar a 5.3 millones de personas; es decir, al 16% de la población total del país.
A ello se suma la riqueza económica generada para el erario nacional. Sólo entre los años 2001 y 2016, el Estado ha recaudado 98,226 millones de soles provenientes de la minería, de los cuales aproximadamente 47 mil millones han sido transferidos por conceptos de canon y regalías a los gobiernos regionales, municipios y universidades, con el objetivo de que se desarrollen importantes obras públicas en favor de la población.
Pero ello no queda ahí. El estudio también señala que con la puesta en marcha de los proyectos mineros en cartera, cuyo valor asciende a más de $ 46,700 millones, el Perú disminuiría su tasa de pobreza de 21% a 14% al año 2021. Con ello, además, la minería alcanzaría los 255 mil puestos de trabajo y 1.6 millones de empleos indirectos, beneficiando así a más de 7.7 millones de personas en el territorio nacional.
La pregunta que ahora nos formulamos es: ¿cómo lograr ejecutar estos proyectos en cartera?
En los últimos años, uno de los principales desafíos ha sido, precisamente, el diálogo y la búsqueda de consensos en torno al desarrollo de grandes proyectos. Tenemos casos emblemáticos como Conga, Tía María o Rio Blanco, que vieron frustrados su desarrollo por la conflictividad social, pero que a su vez evidenciaron la importancia de la comunicación y el diálogo para entender las necesidades de la comunidad e informar sobre los beneficios reales y sostenibles que puede generar la minería para su desarrollo local. Para ello, desde luego, es importante el rol del Estado como aliado, haciendo llegar servicios fundamentales como la educación y salud de calidad a las zonas de influencia.
Pero la tarea no debe terminar ahí. También debemos buscar mecanismos que permitan trasladar la riqueza generada por la minería a la población. Un ejemplo destacado fue el Programa Minero de Solidaridad con el Pueblo que entre los años 2006 y 2010 (período en el que tuvo vigencia) permitió trasladar más de 2000 millones de soles a las poblaciones del interior del país. Éstos permitieron ejecutar importantes obras que eran previamente consensuadas con las comunidades, con un Estado actuando como garante de los acuerdos alcanzados con las empresas. No obstante, este mecanismo se descontinuó por circunstancias ajenas al sector. Hoy se está tratando de implementar un mecanismo similar a través del Fondo de Adelanto Social y celebramos que el mismo se haya ejecutado por primera vez en Cajamarca, permitiendo invertir más de 100 millones de soles, provenientes de la minería, para el financiamiento de proyectos viales y agrícolas
También debemos emprender programas que apunten a desarrollar las capacidades de gestión de nuestras autoridades regionales, buscando que realicen un adecuado uso del canon y materialicen los recursos en obras que verdaderamente solucionen los problemas de la población.
De esta manera, la ciudadanía apreciará los beneficios de nuestra actividad productiva e iremos sembrando confianza hacia el desarrollo de los proyectos que tenemos actualmente en cartera. Estos nos permitan mantenernos en la senda del crecimiento y disminuir los niveles de pobreza de forma considerable hacia nuestro bicentenario nacional.