Milei y la retórica anti-liberal en lo económico
A pesar del fracaso de la ex URSS, Cuba, Venezuela e incontables otros ejemplos; y de experimentos naturales que nos muestran la supremacía de la apertura económica y la protección de los derechos de propiedad como la división por el Muro de Berlín, la separación entre Corea del Norte y del Sur o las diferencias notables entre países como Cuba o Panamá; la “intelectualidad económica” insiste en hacer ver al capitalismo y al libre mercado como un mal y al socialismo como un bien, que no es correctamente implementado (nunca).
Uno de los objetos de la crítica intelectual económica —ingenuamente presidida por varios de sus propios propulsores a través de autocrítica (cosa que nunca veremos en la izquierda)— es hacia los límites y errores del Consenso de Washington. Nos han hecho creer que la privatización, la apertura económica, la protección de la propiedad, la desregulación y la reducción del aparato público son malas palabras. Por esto, no es de extrañar que cuando Milei asumió la presidencia de Argentina en 2023, un grupo de más de 100 economistas lo calificara como de “extrema derecha” y augurara un desastre económico en Argentina (aquí) que —de por sí— ya estaba en una situación económica desastrosa (aquí), aplicando, justamente, las medidas inversas a las propuestas por Milei: crecimiento del aparato estatal, subsidios, nacionalización, proteccionismo, etc.
Milei ha cumplido con buena parte de sus propuestas: ha reducido ministerios y regulaciones (“motosierra”); ha controlado la inflación; parado la emisión inorgánica; y simplificado el régimen tributario para atraer la inversión. El resultado: crecimiento de más de 5%, superávits fiscal y comercial, reducción de la inflación de más de 200% a aproximadamente 25%, etc. Lo más importante, la pobreza se ha reducido en más de 10 puntos desde que asumió el poder (aquí) y la esperanza en la economía ha crecido de 25 a 41% entre los argentinos.
Si bien Milei aún no implementa todas las reformas que prometió o en la extensión en que lo hizo, el camino parece ser claro. Milei y su motosierra demuestran que el Consenso era el camino correcto, pero no solo eso, sino que debía ser profundizado por reformas no solo ortodoxas (como las aplicadas en Perú o Chile en los 90 e inicios de la década del 2000), sino tendientes al liberalismo económico.

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