Regulación 2018: lo obsceno y lo sexy
Estando ad portas del cierre del año, me he detenido unos minutos a pensar qué es lo mejor y qué es lo peor que nos ha dejado este año en términos de regulación económica y calidad regulatoria:
LO OBSCENO
El Congreso tiene que estar en el primer lugar de lo peor, sin dudas. No es de extrañar que nuestros congresistas roba-cable, come-gato, lava-pies y demás, tampoco sean luminarias de la buena regulación, a pesar del intento de nuestro progresismo local de dividir su mente y odiar al Congreso el 99% del tiempo y luego amarlos cuando sacan una norma que coincide con sus fantasías. Tenemos mucho de dónde escoger, el Congreso ha hecho todo mal:
- Ha beneficiado de manera evidente a intereses particulares al aprobar ciertas normas como la que le quita el ISC a los casinos o aprobando el cobro por minutos que quería Los Portales.
- También ha sacado normas supuestamente buenas, pero que solamente apelan al aplauso de la tribuna. Por ejemplo, prohibir la creación de nuevas universidades, regular las apps y prohibir algunos usos del plástico son normas sin ningún sustento técnico ni racionalidad económica detrás, pero que apelan al “sentimiento popular”.
Otro que no puede dejar de ser nombrado es Osiptel, que cumple la noble tarea de regular cada vez más un mercado que es cada vez más competitivo y que -por lo tanto- necesita menos regulación. Incluso se le ocurrió reeditar su inacabable (inmortal) proyecto de regulación de precios con el eufemismo de los “planes dominados” (mi opinión en extenso, en esta entrevista para El Comercio y en estos artículos aquí y aquí). Cuando pensamos que no podían empeorar, Osiptel convocó a una audiencia pública para debatir sobre esta norma, pero luego de escuchar todas las opiniones dijeron “no nos importa, igual sacaremos esta norma” (mi relato completo, aquí).
Tal es el apetito regulatorio de Osiptel que incluso se les ocurrió que era una buena idea presidir Regulatel. Alguien más sensato estaría pensando en presidir Desregulatel, habiendo pasado más de 30 años desde la privatización de la telefonía, siendo que su privatización fue la excusa para regularla en su transición hacia el mercado. La transición ya ocurrió, pero la regulación no se fue.
Finalmente, también en el podio de lo más feo, malo y obsceno de la regulación, no podrían faltar nuestros amigos de Sunedu. Sunedu no solo hace una tarea estéril y redundante poniendo checks en el cumplimiento de requisitos inventados por un general cuyo habitad natural es un cuartel, sino que también impone altos costos a quienes buscan traer la mejor educación del mundo a Perú. (Los detalles del tema, los pueden encontrar aquí: Carta Abierta a Sunedu).
LO SEXY
Dentro de lo mejor del año, tenemos:
Al área de eliminación de barreras burocráticas de Indecopi, que ha eliminado miles de barreras este año, ha sido creativa al pensar en formas de eliminar la regulación (incentivando a los organismos públicos más allá de sancionarlos) y se ha descentralizado (cosa que no se puede decir del resto del gobierno).
También es destacable el movimiento que ha habido desde la sociedad civil, específicamente los esfuerzos de una nueva asociación (ADEBB) liderada por Jorge Lazarte que ha presentado decenas de denuncias contra barreras burocráticas y Comex, liderados por Jaime Dupuy, que hacen comentarios regulatorios bastante precisos e imparciales.
No incluyo en este apartado el movimiento “público” en pos de calidad regulatoria (entendida como “better regulation”) y entes privados que se han focalizado en esto. Por un lado, sin duda, la CEB ha superado ampliamente los otros esfuerzos del gobierno por lograr desregulación, específicamente el procedimiento de análisis de calidad regulatoria impulsado por la OCDE y ejecutado por la PCM en Perú. Por otro lado, tanto el Gobierno como asociaciones que se centran en “calidad regulatoria” parecen tener un sesgo pro-regulación que se disfraza bajo el emblema “better regulation”. Esta insistencia en mejorar la regulación, al tiempo que se “fortalece a los reguladores” nos lleva en la dirección exactamente inversa a la que deberíamos.
LO QUE SE NOS VIENE
Desde nuestro lado, en el equipo de Regulación Racional, creemos que el camino es seguir educando al público, pero también a algunos colegas que no necesariamente están al tanto de la lucha que existe entre el intervencionismo y el libre mercado o tienen intereses subalternos que no les permiten ver con objetividad los temas.
Solo si la gente -por sí misma- se convence de que la gran mayoría de normas son contraproducentes, irracionales o responden a intereses ocultos, se podrá mejorar la calidad de la regulación en Perú. Mejorar la regulación, a diferencia de otros países, en el nuestro rara vez significa proponer más normas, sino DESREGULAR.