Foto-PA-TA-LE-TAS
“¡Si yo soy imprudente, tú debes tener cuidado!”. Eso me dijo un señor en un cruce en Jesús María, al lado de la embajada de Italia, cuando estuvo a poco de atropellarme; pese a que yo ni abrí la boca (estaba agradeciéndole a la Virgen de Guadalupe, mentalmente).
En ese cruce hay un rompe-muelles bastante grande. Además, hay líneas que marcan un crucero peatonal. No hay dudas acerca de si un carro se debe detener o no. Sin embargo, eso me dijo, un segundo después de casi-atropellarme. Inmediatamente, me gritó “¡huevonazo!” y se fue, iracundo. Vivo a dos cuadras de la universidad donde trabajo. Camino a ella, atestiguo decenas de violaciones al reglamento de tránsito, todos los días. Desde carros estacionados sobre la vereda frente a la Cámara de Comercio de Lima, hasta otros tocando el claxon de manera furibunda solo para desahogarse.
Si a mí me dieran una cámara y papeletas, pondría unas 200 al día. Pero resulta que, mirando la prensa, me he enterado que en Perú todos los sancionados con “foto papeletas” son unos angelitos, nadie viola las reglas de tránsito. La SAT ha hecho una hazaña tan grande como encontrar a una virgen en un burdel.
[Imagen tomada de rafa2010]
No tengo dudas acerca de que varias de esas papeletas han sido mal puestas. No estoy defendiendo a la SAT. Incluso, rayando con lo cómico, parece que le han puesto papeletas a los bomberos por exceso de velocidad. Sin embargo, también es cierto que en Perú la gente maneja pésimo y que hay poco control. Las foto-papeletas, si son bien aplicadas, proporcionarían un método bastante eficaz para sancionar las violaciones al reglamento de tránsito. No solo eso, ¡necesitaríamos también audio-papeletas, tacto-papeletas y, por qué no, olfato-papeletas!
En el pasado, ha sido cuestionada -con razón- la idea según la cual solo elevando las multas se puede lograr reducir las infracciones. Un cierto nivel de fiscalización -y posibilidad de detección de infracciones- es requerido. El costo esperado de una infracción -para el infractor- está determinado por el monto de la multa multiplicado por las probabilidades de ser atrapado. Si esas probabilidades son cercanas a cero, de poco podría servir elevar las multas.
Para el abogado Alfredo Bullard, la solución está en mejorar la señalización. Nos recuerda que -de acuerdo a un estudio de Cruzada Vial- el problema del tránsito descansa en que “cada quien hace lo que le da la gana” (letreros mal puestos, semáforos, rompe-muelles o calles sin sentido, etc.). Concluye que “Debe haber una autoridad que persiga y sancione no a los conductores sino a los alcaldes, a la policía o a los Ministerios (…)”. ¿En serio, Alfredo? ¿No manejas en Lima? La última vez que miré, la gente pasaba como una flecha las luces rojas en hora punta, poniendo en peligro la vida de otras personas; metían el carro sin reparos; tocaban el claxon sin cesar; no respetaban ninguna señal a favor de los peatones; estacionaban en plena avenida; se subían a las veredas (aquí y aquí); e, incluso, ¡bajaban en retroceso por una de las subidas de la Vía Expresa! (esta la vi con mis propios ojos: fue un tico amarillo, una antes de la subida a Javier Prado, viniendo desde Lince). ¿En serio todo eso es por problemas de señalización o semáforos mal puestos? Decir esto es tan cierto como querer explicar la delincuencia en que el Código Penal está mal redactado. (Ver su comentario, aquí).
Volviendo al punto, pese a que muchos de los “problemas” del tránsito se podrían evitar siendo simplemente más “civilizados” al manejar, multas y fiscalización son requeridas en una sociedad que se encuentra en un estadio moral incipiente, como la nuestra. Acá las personas no actúan basadas en principios generales que ordenan sus vidas como “no le haré a otros algo que no me gustaría que me hagan a mi”; sino solo como respuesta a incentivos externos, como las sanciones o los premios. Por eso, las fotopapeletas -a mi entender- no deberían ser eliminadas, sino solo reformados los errores -o incluso corrupción- que se encuentren en su aplicación (en esto sí comparto la opinión de Bullard).
Sin duda, una sociedad “policial” (sanciones ex ante) no es la única manera de lograr estos incentivos necesarios para alinear su comportamiento al bien común. También se podría hacer mediante un sistema de responsabilidad civil (ex post) que funcionara. Si las personas tuvieran que pagar por los daños que causaran, dependiendo de la regla que se adoptara (responsabilidad por negligencia o riesgo) se crearían incentivos para que los conductores fueran más precavidos o manejaran menos, de ser el caso. El sistema de responsabilidad puede servir como un sustituto o complemento a las multas. Sin embargo, en nuestro país, los jueces suelen otorgar indemnizaciones sub-compensatorias (muy bajas), que no logran disuadir adecuadamente a los infractores. Otro lado de la moneda, también con un potencial gran impacto en el tránsito, es simplemente reducir el número de automóviles, cobrando por el uso de las pistas; tal como he argumentado ya en este espacio.
Una sociedad en pañales, requiere premios y castigos. Y cuando la castigan, puede hacer pataletas.