Feminismo y lactancia materna: ¿gato en el despensero?
Existen varios grupos feministas que
abogan por la promoción de la lactancia materna (por ejemplo, éste y éste). Estos grupos impulsan, a través de
noticias
y campañas, las virtudes de la lactancia materna y promueven políticas
legislativas a favor del derecho de las madres de dar de lactar. Aunque no
existe duda acerca de la superioridad de la leche materna sobre sus sustitutos,
sí es posible plantearnos otras dos dudas que -a mi parecer- han estado
irreflexivamente fuera del debate público: (i) si las normas estatales que
buscan una mayor nutrición a través de la lactancia materna realmente lo
logran; y, (ii) si la promoción de la lactancia materna no es -en el fondo- una
idea basada en el “machismo”.
[Imagen de Keith Haring]
Nutrición
y lactancia materna
¿Cuándo fue la última vez que vio un
biberón en un comercial de televisión? No se acuerda. El motivo es que -desde
1982- se encuentra prohibido en Perú, y buena parte del Mundo, hacer publicidad
a los sucedáneos de la leche materna y cualquier implemento que sirva para
darlo: típicamente, los biberones.
¿Cuál es el sentido de esta norma?
Formalmente, elevar el precio de las fórmulas para lactantes, de tal manera que
las madres tengan que optar por la leche materna. El problema de una norma como
esa es que muchas madres, por diversos motivos que van desde temas culturales o
trabajo, hasta enfermedades, no pueden o no quieren dar de lactar. Esas madres,
sin embargo, también han perdido la segunda mejor alternativa (las fórmulas),
que ahora tiene un precio prohibitivo. ¿El resultado? Madres alimentando a sus hijos
con las terceras, cuartas, etc. “mejores opciones”. Es fácil constatar que
incluso té, agua o frutas machucadas se encuentran en el menú.
Esto demuestra la idea general: quitarle
alternativas a los pobres los convierte en más pobres. En este caso en
particular, también podría contribuir a incrementar la desnutrición infantil.
Todo esto, ojo, reconociendo, sin dudarlo, que la lactancia materna es lo mejor,
en términos de salud y desarrollo, para un bebé. Más sobre esto, en mi libro
conjunto con Julio Avellaneda: Paradojas
de la regulación de la publicidad en Perú.
Lactancia
materna y machismo
Uno de los grandes aportes de Gary
Becker, ganador del premio Nobel en 1991, en su famoso “Tratado sobre la
Familia” (1981) fue distinguir entre el tiempo de ocio y el tiempo dedicado al
hogar. De esta manera, consiguió revalorizar el trabajo en el hogar, como
“capital doméstico”, complementario al “capital humano”. El capital doméstico,
hace referencia a la crianza de los hijos y las tareas del hogar, mientras que
el capital humano hace referencia a la educación fuera de casa, como la que
sirve para el trabajo.
Becker, un conservador y liberal,
profesor de la Universidad de Chicago, no se quedó ahí. El utilizó también la
teoría de la complementariedad y especialización en el trabajo para proseguir
delineando lo que para él es una “familia eficiente”. La complementariedad, en
el caso de las familias, va unida a la supuesta constatación biológica de que
las madres son más “aptas” para cuidar hijos. En efecto, si las madres están
teniendo otros hijos, debería ser más fácil para ellas criar a los hijos
mayores. Todo esto, mientras el hombre, con mayor capital humano y disposición biológica,
está buscando el “sustento” lejos del hogar.
Esto contradice teorías feministas, según
las cuales, las diferencias de roles entre hombres y mujeres son solo
residualmente biológicas y principalmente culturales. Cambios culturales o
tecnológicos podrían -y deberían- afectar estos roles en el futuro, haciendo
que los hombres tengamos un rol mucho más activo en la crianza de los hijos.
Lo que las feministas no han percibido es
que algunos programas gubernamentales o de organismos supranacionales se basan
en la idea de división del trabajo de Becker e impulsan una mayor participación
de las madres en la crianza de los hijos. Por ejemplo, las Naciones Unidas han
resaltado el impacto del nivel educativo de las madres en la mortalidad
infantil. Estas constataciones y políticas -basadas en la idea de una “familia
eficiente”- muchas veces implican “empujar “a las madres hacia el hogar. La
promoción de la lactancia materna es uno de estos casos. Sea que se haga
físicamente en el ámbito doméstico o no, promover la lactancia materna implica
“hipotecar” el cuerpo de las mujeres en pos de lograr un mayor capital
doméstico y desarrollo de la sociedad. (Más sobre esta discusión, aquí).
En resumen, diría que si bien no existen
dudas acerca de los beneficios de la leche materna, sí deberíamos poner en tela
de juicio los resultados de políticas específicas que buscan promoverla o
incluso el sustento ideológico de muchas de ellas.
*Mis posts salen los martes.