Menos Qali Warma y más Amazon para incluir mejor
La exclusión social es un fenómeno complejo de orígenes diversos. Esta naturaleza multidimensional hace posible que la economía florezca mientras que la exclusión persiste y fortalece sus raíces. Y este hecho es motivo de frustración para los excluidos, para las autoridades empeñadas en asistirlos y para los peruanos conscientes de que no hay desarrollo cuando solo a unos pocos les va bien sino cuando a nadie le va tan mal.
Así como no existen recetas mágicas para la inclusión social, tampoco existe un responsable único de forjarla.
En el primer post de este espacio de mayo de 2012, afirmaba que la inclusión social no se consigue creando un ministerio, por más profesional que sea, y que el Estado requería menos acciones sectoriales y más planes transversales que incorporen al sector privado para combatir la exclusión. Si no se hacía esto, pronosticaba, la política de inclusión social del gobierno terminaría pareciéndose a un automóvil sin acelerador.
Para revertir la exclusión social hace falta mucho más que sostener el crecimiento económico a tasas altas. Hace falta una gran transformación, una revolución. Y la tecnología puede jugar un rol muy importante tal como lo describo en el post de octubre de 2012.
Los tropiezos de Qali Warma – más allá de su connotación política – han dejado claro que para algunos malos empresarios es mejor el status-quo de un programa ineficiente del pasado que uno eficiente que erradique la desnutrición infantil. También han dejado en evidencia que el MIDIS, ya no necesita más técnicos que conceptualicen (ya tiene varios y muy buenos), sino gerentes que ejecuten con excelencia. Un Qali Warma eficiente como el que queremos todos, sin embargo, no derrotará a la exclusión pues, tal como lo señalo en el post de junio de 2012, solo trata de generar mejoras incrementales en un programa diseñado hace 30 años – ¡en la época del fax cuando un teléfono celular pesaba más de 1 kilogramo y costaba más de US$4,000!.
Perú podría tener un impacto mucho mayor en materia de inclusión social con más innovación en industrias altamente concentradas que sean capaces de generar productos y servicios de mejor calidad y menor precio para los peruanos. Sin un servicio de Internet de calidad, esto no va a ser posible y hoy todavía estamos todavía lejos de tenerlo en Perú.
Internet es probablemente la tecnología más inclusiva que existe.
- Es global. Es decir, libera a los consumidores de proveedores locales ineficientes y amplia enormemente sus posibilidades de elección pues hace posible completar transacciones con otros proveedores del país o del extranjero. ¿Se imaginan el impacto que puede tener esto sobre sectores con poca cobertura o baja calidad o eficiencia de servicios como educación, salud, banca, seguros, retail, entre otros?
- Es instantánea. Es decir, reduce enormemente costos de transacción para los usuarios. Las transacciones pueden completarse todos los días del año, las 24 horas del día y desde donde los consumidores decidan. ¿Se imaginan el impacto que puede tener esto especialmente en un país donde movilizarse cada vez es más costoso y riesgoso como Perú?
- Es recíproca. Es decir, permite compartir información, dudas, temores, sueños y aficiones entre millones de personas de todo el mundo. ¿Se imaginan el impacto que puede tener esto sobre la construcción de capital social y confianza en un país con tan bajos niveles de confianza como Perú?
Estoy convencido que si las empresas proveedoras de servicio de internet hicieran mejor su trabajo y si el Estado invirtiera decididamente en promover las iniciativas empresariales que se construyan utilizando las plataformas web y en desarrollar servicios que masifiquen servicios básicos a los que las mayorías todavía no acceden, sería posible construir una sociedad inclusiva en una generación. Internet es una tecnología revolucionaria que ya ha transformado muchas industrias en el mundo. Los casos emblemáticos de Amazon y Netflix muestran cómo se puede transformar mercados con plataformas web que les dan a los consumidores, más opciones y mejores precios.
Hoy, lamentablemente, esto todavía no es posible en el Perú donde la cobertura al servicio de internet es todavía muy baja, la calidad del servicio pobre y el precio altísimo comparado con estándares internacionales.
Según cifras del Organismo Supervisor de Inversión Privada en Telecomunicaciones (Osiptel),el 80% de peruanos no tiene servicio de Internet: ni fijo ni móvil.
¿A qué se debe esto? Una de las principales causas es el alto costo de este servicio en el Perú. Este hecho hace que el acceso al servicio esté altamente concentrado en quienes más ingresos tienen. En un estudio realizado el año pasado por Osiptel, el 73,3% de la población manifestó su intención de contar con Internet. Asimismo el 61% dijo que sólo podría pagar entre 20 y 50 soles por este servicio. Es importante mencionar que esta cifra no es descabellada: el precio promedio en las economías avanzadas del servicio de Internet con una velocidad de 10Mbps (10 veces la ofrecida por el servicio más económico en Perú) es equivalente a 40 soles.
Las principales empresas de Telecomunicaciones en el Perú (Movistar y Claro) ofrecen diferentes paquetes y servicios de Internet, ya sea para fijo y móvil. Pero lo cierto es que ni el más barato de ellos propone un plan con un precio asequible a lo que la mayoría de peruanos podría pagar. El plan más barato de Internet fijo en Movistar, a una velocidad de 1Mbps cuesta 59,58 soles. En Claro, el escenario es similar con un costo de 1Mbps po
¿Qué alternativa ofrecen las empresas? Pues que se contrate lo que se conoce como dúos o tríos, es decir, un servicio de telefonía fija y cable para que el paquete salga en teoría más barato. Con la misma velocidad, un paquete en Claro cuesta 129 soles, mientras que en Movistar la cifra asciende a los 159 soles. Estos son los paquetes más baratos que mezclan carne con hueso (porque los consumidores buscan más servicios de internet que de telefonía fija o cable) y que ofrecen velocidades realmente lentas para estándares internacionales.
Y ya que hablamos de la velocidad, es este justo el punto que, según el estudio de Osiptel, causa mayor insatisfacción entre aquellos que tienen acceso a Internet. Si un usuario desea una mejor velocidad tendrá que pagar más, mucho más. El acceso al mejor paquete de Internet (60Mbps) de las dos empresas competidoras solo puede adquirirse como un paquete que incluye teléfono fijo, cable e Internet, el cual tiene un costo aproximado de US$230. En economías modernas como las europeas, con industrias algo menos concentradas, es posible acceder a un servicio de Internet de alta velocidad (hasta 100Mbps) por US$40 (en el caso norteamericano es de US$90) y al mismo tiempo tener derecho a llamadas ilimitadas de fijo a fijo dentro del país. Con el mejor paquete de televisión por cable posible, esta cifra se puede duplicar. Es decir, el costo en Perú puede llegar a ser el triple incluso por un producto inferior. ¿Por qué inferior? Mientras en Europa, las regulaciones obligan a las empresas a asegurar que las velocidades de internet nunca sean inferiores al 50% de la velocidad contratada, en Perú las empresas sólo se comprometen en la letra pequeña de los contratos a brindar el 10% de la velocidad publicitada.
Si Perú aspira a convertirse en una economía moderna e inclusiva, se debe asegurar el acceso a la mayoría de la población de servicios de Internet de alta velocidad a precios internacionales. Si los peruanos, que tenemos mucho menores ingresos que los estadounidenses o europeos, seguimos pagando el triple por un servicio peor, no habrá inclusión social. Tampoco habrá inclusión social si no abrimos la puerta con un mejor servicio de internet a la innovación en productos y servicios utilizando la plataforma web. Esto tiene que cambiar.