Neuronas en infodemia
La OMS ha advertido que, además de la pandemia por la COVID-19, vivimos una infodemia; es decir, un exceso de información —cierta o falsa— que nos hace difícil encontrar orientaciones confiables. La infodemia, y en particular la proliferación de mentiras o fake news, es sumamente peligrosa en el contexto de la COVID-19. Información incorrecta nos puede llevar a adquirir comportamientos que, lejos de protegernos, nos dan una sensación de falsa seguridad e incluso nos ponen en riesgo directo. Según un estudio citado por la MIT Technology Review, al menos 800 personas en todo el mundo habrían perdido la vida como resultado de la desinformación sobre la COVID-19 en los primeros meses de 2020, y otras 5,800 habrían acabado ingresadas en el hospital.
Un claro ejemplo de cómo las fake news nos pueden llevar a adquirir comportamientos irracionales y darnos una sensación de falsa seguridad es el tan normalizado mal uso de los termómetros de radiación infrarroja. Esos que se utilizan al ingreso de centros comerciales, restaurantes y demás establecimientos o instituciones. Veamos.
Los protocolos sanitarios para la reanudación de diferentes actividades establecen como requisito la medición de la temperatura corporal con termómetros de radiación infrarroja, que evitan el contacto con otra persona u objeto. Los protocolos aprobados, así como la Dirección de Metrología del Instituto Nacional de Calidad (INACAL) de Perú, concuerdan en que la medición adecuada debe realizarse en la frente, sien o detrás del oído del individuo, por no más de tres segundos y de manera paralela a la superficie donde se mide, la cual debe estar limpia y seca.
Es decir, la medición de la temperatura en la muñeca o alguna parte del antebrazo no es útil para identificar con precisión si una persona tiene o no fiebre. Sin embargo, hoy en día, salvo excepciones, la medición de la temperatura en esta parte del cuerpo se ha convertido en la norma social. ¿Por qué? Pues por la difusión de información falsa. Hace ya más de seis meses se esparcieron rumores sobre el peligro de la radiación de estos aparatos en las neuronas y el cerebro. Por ello, muchas personas comenzaron a exigir que la medición de temperatura se realice en los brazos y no en la sien o frente, tal como las autoridades sanitarias y las indicaciones de los propios dispositivos señalan.
Así, una medida de prevención como la toma de temperatura, que ya de por sí tiene importantes limitaciones porque al menos una de cada cinco personas contagiadas sería asintomática, se convierte en virtualmente inútil por rumores infundados. Si bien ha habido ciertos esfuerzos por desmentirlos, como dar entrevistas en medios y publicar videos informativos y notas periodísticas, estos no han tenido éxito.
El caso del mal uso de los termómetros nos muestra cómo la información falsa se puede “contagiar” muy rápidamente. De hecho, según una investigación publicada en la revista Science, la información falsa tiene más alcance y se transmite más rápido y más profundamente que la verdadera. Esto porque suele inspirar miedo, disgusto o sorpresa, y por su factor de novedad y excepcionalidad: una “noticia” sobre cómo el termómetro te puede matar las neuronas es claramente novedosa y excepcional.
Ciudadanos y autoridades debemos hacer todos los esfuerzos necesarios por combatir la desinformación. En el caso de los termómetros, viralicemos tres ideas claves: los termómetros infrarrojos no dañan las neuronas, es inútil medir la temperatura en el brazo e, incluso con una buena medición, el no tener fiebre no significa que no se pueda estar contagiado.
Realizado por: Nicolás Besich y Verónica Tello, investigador principal y analista de Videnza Consultores, respectivamente