¿Y si decimos que el Plan AUGE es peruano?
En medio del agitado escenario político y judicial local, un tuit del Servicio Nacional de Turismo de Chile (Sernatur) generó reclamos de miles de internautas peruanos. En él anunciaban la presentación de los atractivos turísticos y gastronómicos chilenos en Brasil, entre los que incluirían el pisco sour y el ceviche peruanos como productos típicos suyos.
Aunque es evidente la superioridad de nuestra oferta culinaria, reconozcamos que Chile sí nos lleva la delantera en un aspecto primordial para el desarrollo de un país: su sistema de salud.
Por ello, con el atenuante de no ser la primera vez que este tipo de incidentes ocurren, propongo apropiarnos del Plan AUGE chileno, que hoy se denomina Plan de Garantías Explícitas de Salud y que asegura la cobertura de salud en el país del sur.
En vigencia desde agosto del 2004 —con una línea constante de construcción y errores corregidos—, el Plan AUGE ha subsistido a Gobiernos de tendencias distintas e incluso antagónicas. Pero, más importante que decir al mundo que el Plan AUGE es peruano, es laborar para hacer realidad uno parecido en el Perú y lograr la garantía explícita de acceso, que obliga a asegurar las prestaciones de salud; la garantía explícita de calidad, mediante la cual se otorga la atención de salud por un prestador acreditado; la garantía explícita de oportunidad, que establece un plazo máximo para el otorgamiento de las prestaciones de salud garantizadas en las etapas de diagnóstico, tratamiento y seguimiento; y, por supuesto, la garantía explícita de protección financiera, que incluye —de ser necesaria— la contribución, pago o copago máximo que deberá efectuarse por prestación o grupo de prestaciones considerando el monto de los ingresos de las personas.
Recientemente, Bloomberg, la empresa especializada en noticias de negocios y mercados, identificó los países con los sistemas de salud más eficientes, y aquellos que se encuentran en la otra orilla. Chile lidera al grupo de países de América del Sur. España destaca en el mundo al ocupar el tercer lugar en este ranking, detrás de Hong Kong y Singapur. Acorde a ello, ¿no deberíamos ver la valiosa experiencia española, principalmente en lo concerniente a la atención primaria de salud? (¡Y quizá apropiarnos también de los fundamentos de su sistema!). Olvidémonos de pensar en un hospital para cada provincia y reemplacemos este paradigma obsoleto por uno centrado en construir una red con un primer nivel de atención fortalecido, que brinde continuidad e integralidad al cuidado de la salud de cada peruano. Dejemos de concentrar de modo malsano el presupuesto de EsSalud únicamente en los dos hospitales de Lima, lo que, por ejemplo, solo perpetúa la saturación de atenciones que no son emergencias en sus servicios dedicados a atenderlas.
¿Cuál es el secreto de estos avances en países parecidos al nuestro? Políticas de Estado acompañadas de decisión, constancia e institucionalidad. Emplear lo mejor del conocimiento e información disponibles. No tener temor a equivocarse, tomar las decisiones necesarias con sentido común. Y, sobre todo, acumular conocimiento para continuar construyendo; es decir, evitar que un eventual nuevo Adán reinvente la pólvora.
En el Perú podemos añadir algo en el sector público: superar el paradigma funcional centrado en el mero cumplimiento de la obligación formal de cada funcionario o trabajador de salud, a otro mayor centrado en gestionar procesos para lograr los productos y resultados que sirvan al bien común.
Invirtamos nuestras fuerzas, más que en reclamarle al país vecino, en construir un mejor sistema de salud. Al pasar el bono demográfico, será algo más que necesario para nuestra sociedad.
Realizado por: César Amaro, investigador principal de Videnza Consultores