Lo que los estudiantes venezolanos pueden enseñarnos
Si bien el aspecto pedagógico es fundamental en la escuela, también lo es el aspecto no pedagógico. ¿A qué nos referimos?
Hoy vemos cómo niños venezolanos —cuyas familias han debido migrar al Perú dada la crisis política y social de su país— se están incorporando a las escuelas peruanas. Según Andina, el 2017 y en lo que va de este año, el Ministerio de Educación ha reconocido la validez de 1,652 certificados de estudios básicos de primaria y secundaria correspondientes a niños y jóvenes venezolanos con la finalidad de que continúen sus estudios en nuestro país.
Enhorabuena por ellos y también por nuestros alumnos, porque podrán enriquecerse de vincularse con una cultura distinta. Toca a los docentes y a los padres de familia desde casa inculcar el respeto y fomentar espacios de interés por explorar las diferencias y descubrir las similitudes. Desde aspectos tan cotidianos como que el deporte más popular en Venezuela es el béisbol, pero acá deben aprender a jugar fútbol —y, ojalá, enseñar a sus compañeros a jugar béisbol—.
Uno de los principales retos de la escuela es ser un espacio donde la atención a las diferencias sea interiorizada de manera adecuada. Para que la educación sea inclusiva, el sistema escolar debe apuntar a la formación basada en el respeto a las diferencias y necesidades educativas, costumbres, etnia, idioma, discapacidad, orientación sexual, edad, etc.
El verdadero problema está en que a estas situaciones iniciales que vive este alumnado, en muchas ocasiones, se le suman contextos de marginación familiar, conflictos interpersonales, problemas de adaptación y frustración, rechazo al colegio, desconfianza ante un sistema educativo nuevo, escasez de recursos que los lleva a tener que trabajar, etc. Todo ello traslada al centro educativo una problemática que sobrepasa su quehacer.
Si bien es un desafío, debemos verlo como una oportunidad. Acerquémonos a una educación más intercultural que parta de la reciprocidad de interrelaciones y se dirija a todos, no solo a los alumnos migrantes. Busquemos construir significados comunes que hagan posible una integración mutuamente enriquecedora. Y eso nos involucra a todos, no solo a la escuela. Recordemos, además, que hace no muchos años miles de peruanos debieron emigrar para buscar un futuro mejor. Hoy nos toca ser recíprocos, solidarios y, en el camino, enseñar a nuestros hijos a respetar la diversidad y aprender de ella.
Por: María del Pilar Pinto De La Sota