#NiUnaMenos a la escuela
Este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, se llevará a cabo una nueva marcha #NiUnaMenos, esta vez con el eslogan “las cosas no han cambiado, regresamos a las calles”. A los casos de agresión a mujeres que vemos en redes sociales y en medios masivos de comunicación se suman los datos de la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar – ENDES 2016 a nivel nacional. En ella, el 68,2% de las mujeres encuestadas manifestaron haber sido alguna vez víctimas de violencia psicológica, física y/o sexual por parte de sus parejas.
De acuerdo con la misma encuesta, del total de mujeres con hijos de entre 1 y 5 años de edad que experimentaron maltrato físico y/o sexual por parte de sus parejas, el 36,9% manifestó que sus hijos estuvieron presentes durante la agresión. Este dato es relevante porque los estudios muestran que los menores que han sido testigos de violencia tendrán mayores probabilidades de ser abusadores o de ser víctimas de nuevos abusos. Según lo precisa la encuesta, “los niños tienden a copiar la conducta de sus padres y aprenden de ellos a ser violentos. Las niñas aprenden de su madre que la violencia es inevitable y es algo con lo que tienen que vivir”.
¿Cómo prevenir la violencia de género? La educación destaca como una de las principales herramientas. Introducir la educación sexual en las aulas no solo contribuiría a reducir la violencia de género, sino que traería efectos colaterales positivos como consolidar el vínculo entre los sectores educación y salud para fortalecer los contenidos proporcionados en las aulas y garantizar el acceso oportuno y efectivo a los servicios de salud sexual y reproductiva a niños, niñas y jóvenes. Asimismo, permitiría incorporar contenidos pedagógicos asociados al desarrollo de habilidades de autocuidado y de protección desde la primera infancia, así como reducir la incidencia de embarazo juvenil y el contagio de enfermedades transmitidas sexualmente.
Si bien abordar temas de sexualidad en el aula puede colisionar con creencias religiosas de los padres, debemos entender que la violencia de género abarca mucho más que sexualidad. Implica trabajar en superar la división sexista del mundo para que hombres y mujeres apunten a objetivos compartidos. Para ello, debemos fomentar igualdad de oportunidades para que las mujeres alcancen puestos de poder, e incluir a los hombres en el cuidado de otras personas y en el cultivo de la empatía.
Para llevar estos temas a la escuela deben incluirse en el currículo cursos de igualdad de género y violencia de género para los distintos niveles educativos. Por ejemplo, se podría aplicar programas de prevención de la violencia con adolescentes donde se analice críticamente el contenido televisivo, o explicarles cómo empieza y evoluciona la violencia de género en la pareja para, justamente, prevenirla: la violencia no tarda mucho en aparecer; suele existir un fuerte vínculo afectivo, y cuando este no es suficiente surgen las amenazas, que pueden pasar de violencia psicológica a agresiones físicas y/o sexuales. Al mismo tiempo, es necesario que esta tarea se refuerce formando a los profesores sobre cómo tratar esta problemática en el aula.
Además, para complementar la tarea de la escuela y prevenir, detectar y afrontar la violencia de género es fundamental involucrar a los padres, y trabajar con los niños y jóvenes para que sean conscientes de sus roles machistas y puedan erradicarlos, rompiendo así la trasmisión intergeneracional de violencia.
La educación es una herramienta que puede llevar a perpetuar las desigualdades o que puede contribuir a combatirlas. Debemos todos situarnos en el segundo escenario.
María del Pilar Pinto de la Sota
Investigadora Principal de Videnza Consultores